Capítulo 45

86 16 4
                                    

Mikhail


Siento una caricia en mis labios; es una sensación cálida, suave y muy dulce. Estaba soñando, no logro recordar el qué; pero, cuando abro los ojos, me topo con los de Adán. Se me escapa una sonrisa por el simple hecho de verle. «Le quiero...», cavilo sin ser consciente, porque lo único que he sentido es felicidad, nada más, y ha sido por el simple hecho de despertar con tal linda visión.

—Mm... —gruño perezoso—. ¿Llevo mucho dormido?

—No sé —responde con un gesto encandilado—. Lo siento... —Me acaricia la mejilla—. Estaba centrado en el curro y...

—¿Estás bien? —pregunto curioso por la expresión tan bella que me está regalando.

—Sí, mucho.

Llevo la mano a su nuca y tiro de él; necesito besarle, y lo hago con ternura, despacio, saboreando cada ida y venida de nuestros labios. El calor crece en mi ser, y es por él, sólo por él.

El teléfono suena; empiezo a odiarlo, y mucho. Adán sonríe, se separa y me lo acerca. Miro la notificación.

—Es para ti —indico, tendiéndole el aparato.

Coge el terminal y lee el mensaje, responde y lo deja en la mesa de centro.

—Mañana, sin falta, llamo a la compañía y pido otra tarjeta y otro móvil.

—No te preocupes, a mí no me molesta.

—Gracias, pero Fran está preocupado, y no puede ser que cada vez que quiera hablar conmigo estés en medio.

—Eres mi novio, ¿no? —digo sonriente, pensando en lo mucho que me gusta esa palabra.

—Mm...

—¿No? —indago tras sentir una punzada en el pecho.

—Sí, claro que lo soy, pero es tu teléfono, tu intimidad...

Siento alivio al oír la afirmación.

—No hay nada en ese chisme que no puedas ver.

Adán niega junto con una sonrisa resignada.

—¿Por qué eres así? Es imposible no... —Calla y aparta la mirada.

—¿Qué ibas a decir? —pregunto interesado.

—Da igual. Mañana llamaré para solucionar lo de mi móvil. —Se incorpora y se sienta a mi lado, haciéndome apartar para dejarle sitio—. Fran decía que quiere verme —indica algo tímido—, y me ha invitado a cenar en su casa con José y Yago.

—Ah... Bien. ¿Quieres que te lleve?

—Qui-quiero que vengas. —Sus mejillas se sonrojan, y mi corazón late con fuerza—. So-sólo si quieres, claro, no te sientas obli...

—Iré —interrumpo dulcemente, enamorado de su expresión.

Me resulta extraño hacer planes con mi novio. A estas alturas, creí que seguiría trabajando, amargándome y maldiciendo mi fortuna; pero la vida me ha dado otra maravillosa oportunidad, y, esta vez, también logré la libertad para disfrutarla.

Ahora me toca respirar hondo y calmar los nervios, ya que voy a conocer a sus amigos o, más bien, a su familia.

Sin demora, nos vestimos y salimos. Ya en el coche, caigo en que Adán no me ha contado mucho de sus amigos.

—¿Has hablado con ellos de mí? —pregunto algo preocupado.

—Ajá —exclama con la mirada perdida en la ventana.

La tentación de AdánWhere stories live. Discover now