Capítulo 12

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Adán


He empezado el lunes con pocas energías; no he dejado de pensar en Mikhail, y no han sido precisamente pensamientos inocentes. «Es un hombre más, y ya», me digo para dejar de tenerle en la cabeza; «No es un objeto, así que bórralo del disco duro», me exijo, pero es que recuerdo que tengo sus fotos en la tarjeta de la cámara y me dan ganas de volver a verlas. «Soy un idiota... Y un jodido salido».

—¿Qué tal? —Oigo mi lado, encontrando la sonrisa alegre de André.

—Como siempre.

—La sesión de ayer...

—Bien —indico, controlando mis nervios lo mejor que puedo—. Inusual, eso sí.

—Lo siento, es que no sabía a quién mandar cuando mi colega me dejó colgado —dice con cara de arrepentimiento—. Él se dedica a las fotos eróticas para revistas y publicidad, así que pensé que era perfecto para el trabajo.

—No me molestó —insisto para que no se inquiete más—. Sólo fue trabajo. Y no vi nada que no hubiera visto antes; todos tenemos lo mismo, ¿no? —bromeo con una sonrisa sutil.

—Aun así, debería haberte avisado, pero se me fue de la cabeza. Lo siento...

—No importa.

—Y el tipo, ¿qué tal estaba? —pregunta curioso y pillo.

—Bien. ¿Es que no lo conoces? —indago extrañado.

—No. Fue por una amistad en común que me enteré de que buscaba fotógrafo.

—Mm...

—¿A caso piensas que yo pago por follar? —susurra en mi oído.

—No... Bueno... No es asunto mío. Sólo me ha parecido curioso que me mandaras con alguien al que no conoces.

—Claro. —Sonríe divertido—. ¿Y cómo piensas cobrarme el favor?

—¿Eh?

—Bueno, algo querrás para que te compense por hacerte trabajar un domingo, y por ver a un «profesional» posando en todo su esplendor —susurra cerca de mi rostro.

—No pensaba en nada; me daba igual currar.

—No seas tan bueno, anda —pide exigente—. Aprovecha que te debo un par de buenos favores.

—Es que ahora no necesito nada.

—¿Cena esta noche? Un buen restaurante y pago yo.

—No sé...

Me incomoda pensar en salir con André cuando se ve a la legua que me está tirando los tejos, pero me mira con lástima, y siempre me niego a todos los planes con él, así que...

Suspiro rendido.

—Está bien.

Excellent! —exclama alegre—. Luego me paso a buscarte cuando acabemos.

—Está bien. Hasta luego.

André se va satisfecho tras conseguir lo que quería desde hace tanto tiempo; «Tampoco es malo salir con él, ¿verdad? Sólo es una cena», pienso, mirando la foto de mi escritorio, contemplando a un hombre al que le juré lealtad, y sigo cumpliendo pese a su ausencia.

Fiel a su palabra, André viene a buscarme nada más acabar la jornada. Nos vamos cuando acabo de recoger.

—Te gustará el sitio —dice convencido y alegre.

Parece que tenía verdaderas ganas de salir conmigo; no lo entiendo, porque soy un hombre muy callado que no llama la atención para nada, y André es todo alegría y energía, de los que seguro que se van en pandilla de juerga los fines de semana enteros.

La tentación de AdánWhere stories live. Discover now