Capítulo 59

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Mikhail


No me esperaba ese recibimiento, pero creo que sé la razón por la cual Fran ha actuado así, y, pensándolo fríamente, me lo merezco.

—¡Fran! ¡¿Se puede saber qué haces?! —exclama Adán con enfado, poniéndose ante mí.

—Déjalo —pido calmado, acariciándole la nuca, sonriéndole con amor cuando me mira.

—Pero...

—Está bien. —Miro a Fran a la espera de que me suelte todo lo que quiere decirme.

—Eres un... —gruñe cabreado.

—Fran, por favor —insiste Adán inquieto.

—Ni Fran ni hostias —responde con un tono más suave al hablarle a él—. Le advertí que no te fallara.

—¿Cómo puedes decirle eso? —protesta más ofendido de lo que yo estoy, y pienso que es demasiado bueno después de haberlo dejado solo.

—Adán, mi amor —le digo antes de darle un beso en la sien—, no pasa nada. Después de todo, él también se habrá asustado. Le dije que estaría contigo cuando me necesitaras, pero...

—Pero has tenido tus problemas —interrumpe ansioso—, ¿cómo podemos culparte por ello? Necesitabas tu tiempo para...

—Estaba huyendo —corto con pesar—, y eso es lo que le enfada. —Miro a Fran—. ¿Verdad?

—Verdad —sentencia contundente—. Me jode que al primer problema que tienes personal, sin más, apartes a Adán, haciendo que se preocupe tontamente, sabiendo lo mal que ya lo ha pasado.

—Ya, pe... —quiere decir Adán, pero le pongo la mano en la boca un segundo.

Fran prosigue:

—Entiendo que quieras defenderle, tío, pero no puedo callármelo. —Me clava una mirada fiera y sigue conmigo—. Sé que te has pasado mucho tiempo prácticamente solo, que estás desentrenado en lo de tener pareja, pero con Adán no hay medias tintas; o estás con él o no lo estás. Y si tienes un marrón como el que te ha caído ahora, lo dices y punto.

—No es tan fácil —exclama Adán, que sigue dispuesto a defenderme.

—Sí lo es —apunta Fran molesto—. No eres un cualquiera. Eres su novio, la persona con la que debe compartir sus inquietudes, porque si no lo hace... Es que como haga algo como lo que hizo Borja, yo...

—Eso no pasará —digo totalmente serio—. Entiendo lo que quieres decir, y tienes razón. El haber decidido ir en serio con Adán significa que he de compartir estos asuntos con él, porque se supone que confío en él y que debe ser mi apoyo, como yo el suyo.

—Pues si lo entiendes —gruñe Fran sin calmar el enfado—, no vuelvas a hacer algo así en la puta vida. Y una última cosa te digo: si tienes un problema tan gordo otra vez, cuenta con todos, pedazo de imbécil. —Señala hacia el grupo que está tras él—. Si Adán ha decidido compartir su vida contigo, te joda o no, pasas a ser parte de la familia, y eso significa que, si tienes un marrón, no estarás solo para solucionarlo.

Me deja callado, sorprendido y descolocado. En mi vida sólo he podido contar con Mama Rose, Amber y Zafiro para los problemas, porque mi familia de sangre bastante tenía con sufrir por mí como para presionarles más. Que Adán venga con más gente, era algo que no me había planteado, pero con lo unidos que están, y más después de perder a José, entiendo que Fran esté tan disgustado al haber preferido esconderme de Adán y de no haber contado con nadie.

—Lo siento mucho —digo, arrepentido de haber optado por apartarlos—. Nunca quise dar a nadie de lado, y menos a Adán, pero el miedo me ha podido. Ahora tengo mucho más que perder, y que mi hermana haya...

La tentación de AdánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora