Capítulo 1

170 18 0
                                    

Mikhail


He llegado al hotel donde había acordado la cita con los amigos de mi «cliente». Según Fran, el portavoz, Adán esperará en el bar, creyendo que tendrá una cita de trabajo. «¿Para qué tener enemigos, teniendo amigos así?», pienso divertido y sin poder retener una sonrisa.

Adán es fotógrafo, así que sus amistades han utilizado el viejo truco de «un conocido busca...», y yo me haré pasar por un hombre de negocios que necesita fotos para su web y perfiles en las redes sociales.

Escruto el lugar y vislumbro al «cliente». Se encuentra junto a la ventana, ensimismado en su mundo, con el codo sobre la mesa y sujetándose la cabeza con la mano mientras observa el ir y venir de gente pasando por la calle. No puedo evitar pensar que es un hombre agradable de mirar, sin duda, por sus ojos color ámbar, que contemplan su alrededor con amabilidad. Y su expresión, serena en un rostro de finas facciones, le da un aspecto enigmático. Aunque, al fijarme, me doy cuenta de un brillo triste y lejano. «¿En qué estará pensando para poner ese semblante?».

Me acerco a la mesa con andar seguro y un toque sensual, porque es algo que ya llevo de formación profesional; también ayuda a sentirse así el hecho de llevar un traje y complementos de gama alta, sumado a un buen físico que cuido cada día. No tendría trabajo de no mimar hasta el último detalle.

—¿Adán? —pregunto, sacándolo de sus pensamientos.

Él me clava esos dos mares de miel hechos iris que tiene por ojos, y no puedo evitar pensar que, de cerca y en persona, este hombre es algo más que una cara bonita.

—E-esto, sí, soy yo. —Se pone en pie, mostrando una sutil timidez que me resulta encantadora—. Mucho gusto —dice con una voz dulce y tendiéndome la mano.

—Es un verdadero placer —respondo, aceptando el gesto con seguridad, y le dedico mi típica sonrisa llena de elegancia y galantería.

—Po-por favor, si-siéntese —me invita un tanto inquieto, haciéndome ademán con la mano, apuntando a la silla del frente.

—Gracias. —Me acomodo ante él, que vuelve a sentarse.

—Mikhail, ¿verdad?

—Así es —afirmo sin dejar de dedicarle una sonrisa encantadora.

—Bueno, si lo desea...

—Por favor, tutéame; tanto formalismo me hace sentir algo mayor —bromeo con elegancia, riendo sutil.

—Cla-claro, como quieras. Bueno, ¿qué tipo de fotografías necesitas? —pregunta, deseando ir al asunto principal.

—Qué directo. —Río con sutileza, clavándole fijamente la mirada—. Por lo menos, deja que te invite a una copa.

—No es necesario, de ver...

Pero no le doy más opción que aceptar; ya he llamado al camarero y he pedido un par de bebidas. Al final, ambos terminamos con sendas copas de un caro vino tinto, el cual espero que le guste.

—Mm... Está realmente bueno —exclama, gratamente sorprendido.

—Es uno de mis predilectos —respondo encantador, aunque me alegra de verdad el haber acertado con la elección.

—¿Podemos seguir con...?

—Como gustes, pero no es necesario correr tanto.

—Bueno, Fran me dijo que sólo tenías una hora libre, así que pensé que...

—Es cierto, pero odio ir con prisas. —Le sonrío con más picardía—. Me gusta tomarme mi tiempo para todo —prosigo con tono fogoso, clavándole una mirada intensa.

La tentación de AdánWhere stories live. Discover now