Capítulo 80

40 7 0
                                    

Adán


Las dos semanas de vacaciones, sí, esas que no me quería coger, se han pasado volando, y ahora no quiero volver. Pero es que estaría loco si quisiera regresar a la rutina después de estar con Mikhail de cita en cita, entre paseos por la playa, de restaurantes, teatros, museos... Hemos hecho el guiri por nuestro propio país, y ha sido maravilloso, aunque demasiado corto.

En un principio, no habíamos planeado dar muchas vueltas, sólo ir a un par de sitios y descansar, ya que no me va mucho eso de moverme, y psíquicamente tampoco he estado muy fino, sin embargo, haría cualquier cosa por Mikhail, que, inocentemente, comentó que era la primera vez que disfrutaba tanto de un viaje en años, ya que sólo los había hecho por trabajo las dos últimas décadas. Yo, enamorado perdido, no pude evitar desear que viera el mundo siendo un hombre libre.

—¿Cómo piensas pagar ese recorrido? —me preguntó al ver la ruta por España que había preparado.

—Dije que no quería el dinero de la casa, pero ya que lo tengo...

—¿Estás seguro?

—Sí, mucho. ¿Sabes por qué?

—No, dime.

—Porque quiero darte todo lo que no has tenido, y si tengo la oportunidad y el dinero, gustoso los gastaré en el hombre al que amo.

Esa noche, no salimos a cenar como habíamos planeado, simplemente nos quedamos en la habitación del hotel porque sólo teníamos hambre de amor y sexo.

Y así ha sido durante dos fugaces semanas. Hemos aprovechado el tiempo, pero, sobre todo, hemos disfrutado muchísimo el uno del otro. He conocido a Mikhail en otra faceta más, la de turista empedernido, y ha sido muy divertido. Además, he podido hacerle miles de fotos, y aún se le veía más feliz.

—¿Te gusta que te fotografíe? —pregunté una de las veces.

—Lo que me gusta es la cara que pones cuando lo haces.

—¿Y qué cara pongo? —indagué riendo.

—Una preciosa, llena de luz y felicidad... —susurró pegado a mis labios, luego me besó.

Me dijo que le encantaba verme tras el objetivo, que disfrutaba de ello, ya que se me veía feliz haciendo algo que es tan importante y que forma parte de mí.

Nunca nadie me había dicho algo así, y me di cuenta de que Mikhail ha estado observándome más de lo que me había dado cuenta, aunque es justo lo que yo hacía con él; me fijo en cada gesto, mirada, comentario..., y es que me gusta tanto Mikhail que todo me interesa, y así puedo conocerlo sin necesidad de preguntas, sólo con ver sus reacciones sé lo que le gusta de verdad o no.

Lo mejor del viaje, obviando la compañía —sí, y el sexo—, ha sido comprobar y poder afirmar que tenemos mucho en común, así que ha sido muy fácil ponernos de acuerdo en qué hacer y a dónde ir. Aunque, en alguna ocasión, tanto él como yo hemos cedido al gusto del otro, por ejemplo: no le gustan mucho los musicales, por el contrario, a mí me encantan y había uno en particular que deseaba ver, así que me acompañó; en otra ocasión, él quiso ir a un partido de baloncesto, ya que su equipo jugaba en su campo y nunca los había visto en directo ni visitado el estadio, así que fui y le hice compañía, aunque no me estaba enterando de nada, y tampoco me importaba, porque él estaba disfrutando como un niño, y si él era feliz...

¡¿Por qué han tenido que acabarse las vacaciones?!

—¡Qué mierda todo! —exclamo, dejándome caer sobre el sofá después de llegar a mi piso.

La tentación de AdánWhere stories live. Discover now