Capítulo 35

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Mikhail


Han pasado dos semanas de no hacer nada. Al pagar la deuda con el dinero de André, me quedan algunos ahorros para poder descansar un poco antes de ponerme a trabajar de lo que pille.

Había pensado en irme con mi madre a Canarias, ya que sigue allí con mi tía, pero miro a los «zares» y no me apetece; debería dejarlos con Sergey, y otro cambio podría estresarlos mucho.

Mientras estoy tumbado en el sofá, viendo la tele, oigo a uno de los gatos hurgar bajo el asiento.

—Ya vale —digo sin ganas, pero soy ignorado completamente.

Luego se une el otro, porque les gusta hacer las travesuras a la par.

—No vais a parar, ¿verdad? —gruño, incorporándome, sentándome y viendo como Nikoláy está sacando un papel—. ¿Qué es eso? A ver, majestad, déjeme sacarlo.

Tiro de la esquina que sobresale y veo que es una nota. Leo:

—El dinero era

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—El dinero era... —Me siento como si me hubieran golpeado en el pecho.

«Realmente soy tan imbécil...», me digo cada vez más arrepentido por todo.

Tras romper con Adán, Mama Rose ni me habla; cuando le conté lo sucedido, fue un momento muy tenso.


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Dos semanas antes...


—¡¿Qué has hecho qué?! —grita Mama Rose con enfado.

—¿Qué podía hacer? Después de eso...

—¡Eres imbécil!

—¿Por qué? ¿Por sentirme mal al oír que no puede sentir nada por un... puto?

—Madre mía... —suspira, buscando la calma, pero le cuesta; no deja de moverse por mi salón—. ¿Eso crees de él? ¡¿Eso es lo que piensas?!

Callo, porque no sé qué quiere oír.

La tentación de AdánWhere stories live. Discover now