Capítulo 82

62 6 2
                                    

Capítulo final de Adán


Nunca habría hecho algo como pedirle matrimonio delante de tanta gente si no supiera que él estaría dispuesto a aceptar; sería meterle una presión de grupo muy injusta, una forma de manipulación muy desagradable, pero como no es el caso... Él ha querido casarse conmigo desde que se enamoró, así que conozco la respuesta desde hace mucho y sé que pedírselo en público no lo empuja a dar la respuesta que busco, porque es la que desea dar.

—¿Misha...? —musito, viendo que lo he dejado pasmado.

—Sí... Sí, joder... ¡Sí! —exclama al fin, feliz como nunca lo he visto. Tira de mi brazo, pasando del anillo, me pone en pie y me besa con tanto amor que me estremece—. Te amo mucho, amor.

Todos los presentes aplauden, pero ni los oigo, sólo me llega la voz de Mikhail diciendo que no se lo esperaba, que está muy feliz, sorprendido y encantado.

—Querido público —interviene Rose—, hoy es un día muy especial para uno de los hijos de La vie en Rose, y por ello, la orgullosa segunda madre de este bombón —dice señalando a Mikhail—, y parece que futura segunda suegra del encanto con cara de ángel —prosigue apuntando hacia mí—, estáis todos invitados a una copa para celebrar este momento.

Después de eso, bajamos del escenario, porque el espectáculo debe continuar. Mientras Rose presenta la próxima actuación, Mikhail ya me está llevando al privado. Ni Amber ni Zafiro, ni ninguno de los compañeros nos dicen nada, creo que ya saben a lo que vamos.

Entramos en su despacho y cierra la puerta. Sin decir nada, ya me está apretando entre sus brazos y besándome con mucha pasión. Podría morir ahora mismo de pura felicidad.

—Amor... —susurro cuando puedo separar mis labios—. Amor... el... anillo.

—Oh, Dios, lo siento —exclama sonriente—. Claro, hay que ponérselo. Dámelo, dámelo... —canturrea impaciente y encantado.

Abro la cajita, donde están los anillos a juego. Le cojo la mano a Mikhail, al cual miro con una sonrisa mientras le pongo la alianza. Beso su mano antes de darle la mía para que me ponga el mío.

Mikhail me imita, besando mi extremidad cuando me ata a él con el aro de oro blanco que simboliza nuestro compromiso, aunque sus besos son para provocarme. Juega con su lengua entre mis dedos, muerde y gruñe mientras me hace caer en su deseo.

Es increíblemente rápido para dejarme con la camisa abierta, así llega a comerme el pecho. Y, antes de darme cuenta, ya tengo el pantalón desabotonado, la bragueta abierta y su mano dentro de la prenda y del calzoncillo, apretando mi glúteo.

—Mi-Misha...

—¿Mm...? —gruñe a modo de respuesta, porque no quiere dejar de besarme el pecho o morderme el pezón.

—Feliz... aniversario...

Vuelve sus labios a los míos. Invade mi boca con su lengua en un juego de pasión al que ambos ganamos. Luego se separa, me mira y dice:

—El mejor que podría haber soñado.

—¿Y mi regalo? —pregunto con las manos en su pecho, separándolo para que me deje hablar, pero restregando mi entrepierna dura contra la suya—. Porque sé que no te has olvidado.

—Mira por encima de mi hombro —indica antes de hacernos girar, apoyándome contra la puerta y agachándose, quedando arrodillado y frente a mi erección.

Veo la mesa, las velas, la maceta con flores y un regalo envuelto. Sí, se ha acordado y se ve que se lo ha currado.

—Me encan... ¡ta! —Me saca un golpe de voz al meterse sin más mi pene en la boca—. A-amor... Ah... ¿No me... dejarás abrir... mi regalo?

La tentación de AdánWhere stories live. Discover now