Capítulo 22

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Adán


Ha sido una buena noche pese a todo. Al principio, ha sido muy incómodo estar con Mikhail, pero luego hemos logrado volver a la normalidad; aunque no he vuelto a insistir en que se piense lo de salir conmigo, y supongo que eso ha ayudado.

Lo extraño ha sido verlo tan pálido cuando he regresado del baño. Me ha dicho que era un problema del trabajo, y me he sentido inútil al no poder hacer nada por él.

Tras las actuaciones y la hora de cierre, todos los trabajadores del La vie en Rose se han reunido en el escenario. Sin duda, es una familia preciosa; se llevan bien, se apoyan, se quieren... Les he sacado una foto ataviados con los trajes de su espectáculo o con sus mejores galas de Drag Queen. Después de que todos los trabajadores se hayan retirado, me he quedado con Rose, Zafiro, Amber y Mikhail, y he aprovechado para sacarles una foto a ellos cuatro.

Mikhail tiene una sonrisa muy bonita cuando está con ellas; se nota que se quieren, que es su familia y que se siente como en casa.

—Lamento que se haya hecho tan tarde —dice Mama Rose, mirándome con las disculpas en el gesto.

—No importa —respondo alegre—, ha sido una noche entretenida, y mañana no tengo que ir a trabajar, así que no tengo problemas con la hora.

—¿Has cenado bien? —pregunta Zafiro—. Espero que no te hayas quedado con hambre.

—No, ha sido perfecto —indico algo más incómodo.

—Le preocupa el precio de lo que se ha comido —interviene Mikhail, que parece divertido ante mi inquietud.

—Oh, querido, no pienses en ello —salta Amber—, si te invitamos es porque podemos; mientras lo hayas disfrutado...

—Sí, mucho. —Asiento tímido pero seguro de ello.

—Espero que decidas volver pronto —me invita Mama Rose, contemplando a Mikhail después.

—De momento, Adán tiene un viaje de trabajo —apunta él, mirándome con algo de pesar.

—¿A dónde vas? —pregunta Zafiro muy curiosa.

—A París —respondo, viendo como se les ilumina el rostro a las tres.

—¿Nos traerás un recuerdo? —pregunta Amber.

—Qué suerte; hace años que fui y quisiera repetir —exclama Zafiro.

—Oh, la ciudad del amor... —suspira Rose—. Sería un buen viaje para hacer en pareja —comenta, disimulando mal, expresamente, la indirecta.

—¿Cuándo nos toca coger vacaciones? —pregunta Zafiro.

—Estaría bien perderse por los Champs Elysées.

—Será mejor que te lleve a casa —indica Mikhail, apartándome un poco de las tres—, o éstas aún se van contigo, y son capaces.

—Oh, antes de que se me olvide... —Saco una tarjeta del bolsillo y se la tiendo a Mama Rose—. Mi teléfono; tendré las fotos listas pronto, así que te llamaré y...

—Tranquilo, bombón —interrumpe ella, mostrándome una sonrisa que me ha recordado a la de mi difunta madre—. Prisa no tengo, así que disfruta del viaje, pese a que sea por trabajo.

Nos despedimos y salimos del local. Siento el aire fresco, que me hace estremecer.

—Vamos al coche rápido, o cogerás frío.

Mikhail me pasa el brazo por la espalda y me acompaña hasta el aparcamiento. Me siento tan bien junto a él, pero aún me pregunto si aceptará lo que le he propuesto, no sólo la amistad, también mi tiempo, mi amor, mi cuerpo...

La tentación de AdánWhere stories live. Discover now