Capítulo 61

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Mikhail


No esperaba que le apeteciera calentarme a estas horas, y más después de la pesadilla, pero creo que le pasa igual que a mí, que se siente demasiado bien teniendo a alguien que disfruta de sus besos y caricias, ya sean malos o buenos momentos.

—¿Te gusta? —pregunta mientras acaricia mi erección y sigue pegado a mi oreja, susurrándome y besándome.

—Mm... ¿Tú qué crees?

—No sé... Será mejor que pare y me vaya a...

Se intenta levantar, obviamente está jugando. Lo agarro de la muñeca y tiro de él, que acaba sentado en el sofá de nuevo, riendo divertido.

—Tú no vas a ninguna parte —gruño antes de morderle en el cuello.

—Ah... Mm... —gime mientras sigo devorándolo—. ¿Pero no querías... ir a... dormir...?

—A buenas horas... —Tiro de la camisa con fuerza y hago saltar los botones, lo que le hace gruñir excitado.

Con él siempre he sido muy caballeroso hasta siendo rudo, pero, al ver esa reacción, me está apeteciendo ser un poco «malo», algo más dominante de lo habitual.

—Las manos —ordeno mientras me quito la corbata.

—¿Qué...? No, no, no. Para. Quita. —Me empuja y se aleja.

Me descoloca su reacción, luego, como un idiota, caigo.

—Lo siento, no pretendía recordarte aquello.

—No te preocupes —dice con un hilo de voz—. Es que no me esperaba que tú...

—Sólo quería hacer algo diferente, pero...

—Está bien, de verdad.

—No lo está si te hace sentir mal.

—Ha sido por la sorpresa, pero, si de alguien me fío para atarme durante el sexo, es de ti. —Vuelve a acercarse y me besa con fuerza—. Siento haber reaccionado así y haberte preocupado.

—Tú no tienes que disculparte.

—Ni tú, pero también lo haces. Así que, ya que los dos hacemos el tonto, ¿no sería mejor retomar las cosas más interesantes?

Lo miro inquieto, aunque su sonrisa es tranquila y está llena de amor, lo que me hace imposible negarme a lo que me pida.

—Está bien, pero dejamos los juegos para...

—De eso nada. Me ha gustado ese rollo más salvaje. Arrancándome la ropa y todo. —Se acerca a mis labios sin llegar a besarme—. Sé que, si eres tú, no hay motivos para temer, al contrario; sé que todo lo que me hagas me llevará al placer más absoluto.

Me muerde el labio inferior, tirando de él. Realmente sabe atraerme y atraparme.

—Entonces..., ¿te parece bien que...? —pregunto, necesitando estar seguro de que va a estar bien y tranquilo.

—Sí. Sólo quiero verte a ti, ahora y siempre; que me haya venido un mal recuerdo, no significa que me vaya a centrar en eso. No quiero perder de vista lo bueno que tengo en la vida.

Me da la corbata, sonriendo travieso y animado.

—Si en algún momento quieres parar...

—Lo diré, y sé que tú cumplirás.

Empujo a Adán con cierta brusquedad, para que caiga de espaldas en el sofá. Sigue con una sonrisa, así que deduzco que puedo continuar en ese plan más dominante.

La tentación de AdánWhere stories live. Discover now