Capítulo 27

76 16 0
                                    

Mikhail


Sigo sobre el cuerpo de Adán sin poder moverme; no sólo es que esté cansado, es que, al relajarme, empiezo a ser consciente del dolor. También es cierto que me encanta estar así con él.

—Mm... Pesas —dice cuando he dejado de sostenerme con el brazo.

—Perdona. —Saco fuerzas de flaqueza y me aparto, quedando a su lado bocarriba—. ¡Joder! —exclamo por el dolor.

—¿Estás bien? —pregunta tremendamente inquieto, incorporándose de golpe.

Alzo la mano y le acaricio la mejilla. Tiene una expresión triste. Lamento tanto que se sienta así por mi culpa... Se me hace un nudo en el estómago.

—Lo siento —susurro, perdido en el pesar de su mirada.

—¿Qué...? No, tú no...

—No quiero hacerte sentir así.

—¿Cómo?

—Yo... —Aprieto los dedos dulcemente en su piel—. No volveré a preocuparte nunca más. Sólo quiero hacerte feliz.

Se tensa; no se esperaba esas palabras. Suspira al relajarse. Sonríe. Posa su mano sobre la mía, y se la lleva a los labios, besándome la palma, luego la pone de nuevo en la mejilla, inclina la cabeza y cierra los ojos; es tan hermosa su expresión, que siento el nudo de mi estómago apretar con más fuerza.

—Gra-gracias —susurra con voz trémula.

Unas lágrimas recorren su tez, dejándome descolocado. Adán se agacha y se esconde en mi pecho, respirando hondo para controlarse.

—¿Qué pasa? —pregunto preocupado, acariciándole los cabellos.

—Lo siento —logra decir—, es que... ¡Dios! Soy tan idiota...

—¿Por qué? No te estoy entendiendo.

—Es que hacía mucho que no me sentía así, pero... —Aprieta los dedos en mi camiseta.

—Te asusta un poco, ¿no?

—Más que asustarme... —Se incorpora y me mira—. Me siento ansioso, y es por estar enfadado con Borja; no quiero... no quiero que esto sea por despecho.

—¿Entonces...? —Callo temeroso de preguntar.

—Es que tengo tantas dudas...

—¿Dudas? Pero si tú eras el que quería esto. —Lo miro con desconcierto.

—Sí, tengo dudas; después de esto, ¿qué somos?, ¿querrías formar parte de mi vida o sería algo «secreto»?, ¿podré... hacerte feliz?; porque me dijiste que trabajando y estando conmigo te sentirías fatal. —Baja la cara y tiembla sutil—. Ni siquiera me había parado a pensar si estaba preparado para estar con alguien; Borja me jodió tanto... Pero me siento tan bien estando contigo...

—Adán, mírame —pido con cariño; sin duda, es un hombre como pocos.

—Lo siento, ahora que estás así no debería...

—Leches, mírame —insisto paciente. Traga con fuerza y alza el rostro—. Cuando vuelvas, ¿qué tal si tenemos nuestra primera cita como novios?

Me aterra entregar mi corazón, pero Adán se lo ha llevado sin preguntar; lo ha sacado de esa caja cerrada con cadenas donde lo metí para dejar de sufrir. Es pronto para saber si le quiero, pero deseo averiguar hasta qué punto puedo llegar a enamorarme de él.

—Ahora no sé si quiero irme —dice risueño, parece que más feliz y tranquilo.

—Claro que vas a ir —sentencio, regañándole con la mirada—. Además, yo necesito unas semanitas de descanso; si te quedas, poco voy a reposar.

La tentación de AdánWhere stories live. Discover now