Capítulo 13

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Mikhail


Miro el calendario; martes. Suspiro agotado; queda demasiada semana aún por delante. Sólo pienso en llegar al domingo y ver a Adán; lo de revisar las fotos es tan secundario que hasta me olvido de ellas.

Suspiro, lo que no sé si es de cansancio o porque no puedo dejar de pensar en Adán. «¿Por qué? No lo conoces. Es imposible que sientas algo por nadie sin más», me digo para convencerme de que lo que tengo es la crisis de los cuarenta.

El teléfono me saca de mi mundo. Es el terminal personal, así que pocas personas pueden ser. Normalmente, como ahora, es Mama Rose.

—¿Qué estará maquinando? —suspiro resignado

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—¿Qué estará maquinando? —suspiro resignado.

Sé que no hay nada que hacer con Mama Rose; cuando se le mete algo en la cabeza... Pero si pretende que esto acabe en boda o algo así, dudo mucho que vaya a pasar; Adán, por más que me vea a mí antes que a mí trabajo, dudo que acepte estar con alguien como yo, y menos si está aún de luto.

Pienso en escribirle, pero... «Me apetece escuchar su voz», pienso como un idiota, y le llamo.

—«¿Sí?» —dice tras haber descolgado rápido.

—Ho-hola —tartamudeo, sintiéndome aún más estúpido—. Soy yo, Mi...

—«Oh, perdona, Mikhail, que no he mirado la pantalla antes de responder. Dime: ¿es por lo de las fotos?».

—Más o menos.

—«¿Ocurre algo?» —Parece extrañado, quizá preocupado.

—Nada, bueno... Es que alguien me ha pedido que hable contigo por un trabajo; una vieja amiga, que quiere publicidad nueva para su local.

—«Mm... ¿No será un trabajo extraño?».

—¿Extraño? —Se me escapa una risa sutil y llena de vergüenza—. Siento mucho lo de nuestra sesión, de verdad. Nunca te hubiera pedido...

—«No importa» —interrumpe amable—. «No te sientas mal, por favor. Fue un trabajo curioso, pero no me molestó hacerlo».

Me gustaría decirle algo, no sé, agradecerle su comprensión y su esfuerzo, porque sé que lo pasó mal... Pero no me sale nada.

—Bu-bueno, lo de este trabajo... Te aseguro que será normal —logro decirle.

—«¿De qué se trataría? A ver si no me estás engañando» —bromea divertido.

—Mi amiga tiene un local de espectáculos y quiere fotos para carteles de publicidad y, como la conozco bien, seguro que quiere retratar a la «familia», que cada año hace una foto con todos los trabajadores.

—«Vale, parece algo normal» —apunta aún con tono burlón—. «Cuándo tiene pensado hacerlas?».

—Si te digo la verdad, ni idea —«Debería haber concretado las cosas con ella antes»—. Pero te puedo dar la dirección y vas a verla, así también ves el local.

La tentación de AdánWhere stories live. Discover now