18.- Caminos peligrosos.

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El movimiento del camión hace que me dé mucho sueño, pero de vez en cuando brinca por algún bache y me despierta. Así que decido dejar de tratar de dormir, además de que las pesadillas acuden en cuanto cierro los ojos.
― ¿Cómo consiguen combustible?― Pregunta Amanda.
―Lo robamos―. Contesta Sam orgullosa―. Es nuestro ahora, al igual que el camión. Un grupo de seis quería unirse a nosotros y trajeron el camión como muestra de paz para con Chandra.
Pasamos por otro bache y mi cabeza se estrella contra la pared del camión. Hago un sonido parecido a un lloriqueo.
Los tres interrumpen en lo que están y me miran.
― ¿Acaba de…?― Pregunta Andy.
―Ella acaba de decir ouch― . Responde Sam con una radiante sonrisa.
—Ya era hora—. Sonríe Amanda.
Frunzo el ceño, no es como si hablara, solo me he quejado, pero supongo que por algo se inicia.
Andy empieza a tararear una de las canciones de Dexter y pronto Amanda y Sam lo siguen, es un agradable sonido que hace el viaje más placentero. No puedo evitar preguntarme como habría sido en aquel tiempo, como las cosas que Dexter me muestra, las personas reuniéndose en un enorme lugar para ver a los creadores de melodías reunidos, debía ser fantástico.
El camión se detiene abruptamente, y con él la melodía de Andy.
Sam mira asustada hacia la cabina, está muy pálida.
―Los detuvieron, están pidiendo ver el interior del camión, estamos a unos kilómetros del Detector exterior de la Ciudadela. Nos ha encontrado uno de los Guardias—. Explica con voz entrecortada.
Aprieto los puños, y es en este momento es que me doy cuenta de que no llevo puestos los guantes, no sé en dónde están. Ese pensamiento me hace sentir nerviosa, no puedo tocar a nadie a mi alrededor o le haré daño. Escondo las manos entre las piernas y me separo un poco más de mis amigos.
—Sander está tratando de controlar la situación—. Continua Sam—. El Guardia no le cree, dice que está mintiendo, lo apunta con el arma…. ¡Ocúltense!― Exclama de pronto.
Los cuatro nos movemos muy rápido. Estoy detrás de un costal de harina. Sam está a mi lado, recargada sobre las botellas de agua. Amanda esta sobre la ropa que llevamos para los habitantes, la mayor parte de su cuerpo está oculto a excepción de su cabello corto. Andy también lo nota, ya que rápido se quita la camiseta y la lanza a la cabeza de Amanda para cubrirla. Él se está escondiendo entre los enlatados, me doy cuenta de que tiene una posición fácil para saltar y que todos sus músculos están tensos. Quiere atacar a la primera señal.
La puerta se abre y nos ilumina la luz del exterior, la de los Detectores.
― ¿Lo ve?― Escucho a Sander—. Aquí no hay nada más que víveres para las personas de las Colonias, solo queremos ayudar.
El Guardia gruñe algo que no logro comprender.
Sander no se oye nervioso. Me pregunto si la habilidad de Dany sigue funcionando y hace que ellos se vean como otras personas, como adultos en realidad. Parece que sí, de lo contrario ya nos habrían disparado.
Algo se mueve entre mis pies, al principio creo que es Sam, pero al mirar hacia abajo puedo ver una gran rata negra que me mira y enseña los dientes. Samantha también la ve y retrocede un paso inconscientemente, pisa algo que hace ruido al romperse. Son las bolsas con comida dentro.
El Guardia se percata de esto y apunta su arma y su linterna hacia el fondo del camión. Esto provoca que la rata corra en otra dirección.
― ¿Lo ve?― Gruñe Sander―. Son ratas, ahora déjeme seguir mi camino.
Me inclino un poco más hacia adelante y puedo ver la escena.
El hombre se da la vuelta y apunta su fusil hacia Sander, que no parece Sander. Más bien es un hombre que parece estar entre los treinta y cuarenta años, su cara tiene muchas marcas de acné y sus ojos son pequeños. Es un hombre muy feo, pero su voz suena como la de Sander. Es Dany, quien usa su habilidad para que se vea diferente.
Nuestro líder levanta las manos.
―No quiero problemas―. Le dice al Guardia.
― ¿Por qué no quieres que revise el camión? A mí me parece que tienes un problema de ratas.
—Hay Cazadores—. Me susurra Sam―. Puedo escuchar los pensamientos de Dany—. Mi amiga traga saliva, está muy asustada, casi puedo palpar su nerviosismo—. Él me está diciendo que hay Cazadores que acompañan al Guardia. No sabía que trabajaban juntos.
Asiento hacia ella y le doy un apretón en el hombro, con la tela de su camiseta de por medio. Todo va a estar bien.
Capto un movimiento en la parte de atrás y giro la cabeza para poder ver. Es Amanda, la rata se está paseando por encima de ella, puedo ver sus ojos llenos de pánico y su cuerpo temblando. Ella les tiene miedo, eso casi la mata en una ocasión, cuando tomó oxígeno de más de las máscaras. No lo soporta más y se levanta, su cuerpo temblando de la cabeza a los pies, y grita, son chillidos de miedo y dolor.
Todo sucede muy rápido. Amanda aún no termina de gritar, cuando el hombre se lleva una mano al cinturón y aprieta un botón. Puedo escuchar como las puertas de un auto se abren y cierran en muy poco tiempo, y después muchos pasos.
―Los Cazadores―. Dice Sam. Hay miedo puro en su mirada.
Andy salta de su escondite y atrapa al hombre bajo su peso, el cráneo del Guardia hace un sonido raro cuando se revienta contra el suelo del camión, gracias a la súper fuerza de mi amigo.
Sander reúne energía en sus manos, y tan veloz que no puedo verlo, se mueve y aparece detrás de dos Cazadores. Junta sus manos y de ellas se desprende una energía que hace que todo se sienta muy caluroso, esa cosa es roja y parece muy inestable, pero los Cazadores quedan calcinados en segundos.
Hay más de ellos, puedo contar a siete.
Sander ya se ve como él, ya no tiene puesto su disfraz hecho por Dany. A propósito ¿Dónde está Dany?
Amanda corre a donde estamos Sam y yo, y cubre a la niña contra el suelo. Me hace señas para que me una a ellas, pero en vez de eso me dirijo al otro lado, hacia la salida del camión, donde Sander y Andy pelean contra esos sujetos.
Uno de los Cazadores saca algo de su bolsillo, es un pequeño cuadrado que tiene luces de colores. Presiona un botón y una Luz Cegadora sale de esa cosa.
Le hace daño a mis ojos, me llevo las manos a la cara para cubrirme, pero no parece suficiente, esa cosa puede entrar por mi piel, por cada uno de mis poros y me quema, me hace sentir débil. La cabeza va a estallarme y puedo sentir algo goteando de mi nariz: Es sangre. Puedo escuchar los gritos de dolor de mis amigos, pero siento que no puedo hacer nada al respecto.
"Luz cegadora" Me dice Cheslay. Ha decidido aparecer de nuevo.
Logro abrir los ojos cuando apagan esa cosa. Miro hacia al frente, Andy está completamente desmayado, mientras que Sander está en el suelo, sobre la carretera, su cuerpo tiembla y esta tenso. Salen jadeos de sus labios, como si sintiera mucho dolor.
Puedo escuchar como Sam llora en la parte de atrás, y veo que Amanda esta desmayada sobre ella, sangre saliendo de su nariz.
Me planteo el hecho de quedarme recostada hasta que se vayan, pero sé que saben que no estamos muertos si no aturdidos. Veo que esposan a Andy y se lo echan al hombro.
Me apoyo contra mis brazos y me levanto lentamente mientras busco recargarme en la pared del camión, se siente fría y eso me ayuda a darme cuenta de algo: Mis manos están desnudas, he perdido mis guantes.
―¿Sabes?― Me dice uno de los Cazadores―. Esta cosa afecta de los tres hacia abajo, a los dos simplemente los atrofia un momento. Tendré una jugosa recompensa por ti en el Campamento más cercano.
Lleva puesta una máscara de color negro, y su voz suena amortiguada y feroz desde dentro de esa cosa.
Niego con la cabeza. No, no lo harán. No me llevaran al Campamento y sobre todo, no lastimaran más a mis amigos. Pienso en Sayuri, si pude derrotarla a ella, puedo contra ellos que no son más que simples personas con armas.
Lo miro fijamente y algo en mis ojos lo obliga a apuntarme con su ridícula arma, que ahora parece sumamente pequeña. He visto en mis sueños como lo hace Cheslay, y después de todo, somos la misma persona.
Corro muy rápido, aunque mis piernas parezcan de gelatina, me obligo a que sean sólidas, solamente son siete personas armadas y únicamente necesito un poco de fuerza en mi cuerpo para acabar con ellos. Mi mente quiere estallar, siento el hormigueo en cada parte de mi ser, la comezón en las palmas de las manos. Cada célula de mi cuerpo quiere dejar salir ese poder que he reprimido durante tanto tiempo.
El cazador más cercano dispara, pero me muevo hacia un lado y la bala se estrella contra el camión. No aparto la mirada del sujeto y sigo corriendo. Me estrello con la esquina del camión y golpeo al cazador en la cara con la punta de mi bota, no le ha pasado nada, pero la máscara se rompe. Lo tomo por la mochila que cuelga a su espalda y coloco su cuello en la orilla del camión, para luego cerrar la puerta con todas las fuerzas de mis brazos, lo hago cuatro veces seguidas, hasta que el hombre deja de respirar. La cierro una quinta vez para evitar que las balas de sus compañeros me alcancen.
Respiro profundo y miro al final del camión. Sam me regresa la mirada, me llevo un dedo a los labios para indicarle que guarde silencio. Ella asiente, luce tan pequeña…
Abro la puerta cuando los disparos cesan. Afuera solo se ve humo, debido a las detonaciones. Hay seis de ellos ahora, y todos están bajando sus armas, creen que estoy muerta.
Tomo impulso y bajo del armatoste. Uno de ellos escucha el ruido de mis pisadas, corro hacia donde está y coloco mi mano desnuda contra su nuca, el único lugar desprotegido.
Cierro los ojos y puedo ver sus pensamientos, logro ver a todos y cada uno de los niños que ha entregado al Gobierno, comenzando por su propio hijo. Hace que me den náuseas y gusto de acabar con su miserable vida. Hago que el hilo que me conecta con su mente se haga más y más grueso, hasta que puedo ver como el Cazador acata mis órdenes. Su cuerpo cubre el mío de la vista de sus compañeros. Veo a través de sus ojos. Lleva puestos una especie de lentes, que le dicen la hora. Son las siete treinta de la tarde. También le dice la temperatura del medio ambiente. Estamos a ocho grados centígrados. Hay más cosas que no comprendo, como el hecho de que hay fotos de Amanda, Sander y Sam y junto a ellos hay un número como el mío: 930430. Odio ese número.
El Cazador es completamente mío ahora.
Hago que gire un poco, se coloca en posición y abre fuego contra sus compañeros, apuntando a la nuca, justo donde sé que están desprotegidos. Veo como caen, de uno por uno. Los tres que quedan abren fuego contra el de mente débil que ahora controlo. Una bala pasa junto a mi brazo, haciendo que sienta dolor y rompa la conexión. No sin que antes dispare una última vez y darle a otro, justo entre los ojos. Ese no llevaba mascara.
Aún quedan dos. Hago lo que Cheslay me mostró como hacer, levanto el dedo medio de mi mano y se los enseño. No sé qué significa, pero se enfadan y corren a enfrentarme.
"Muévete a la derecha. ¡Salta! Ahora izquierda" Me instruye y acato todo a la perfección, de esa manera logro esquivar sus balas.
Hasta que los dos presionan los gatillos al mismo tiempo y nada sale de ellas. Se quedaron sin municiones. Saben que ya no tienen oportunidad.
Veo como uno de ellos se lleva la mano a la cintura y saca un arma más pequeña, no sé qué es.
"¡Una granada!" Grita Cheslay alarmada.
Me muevo rápido, pero sé que no seré lo suficientemente veloz, así que me detengo a unos pasos de él y lo miro fijamente. Siento como el poder tira de mí, como si fuese su títere, dejo que haga lo que quiera conmigo, ahora no seré yo quien lo domine. Cierro los ojos y veo que se extiende, es como un hilo muy grueso, que conforme se estira se va haciendo más y más delgado, hasta que llega a donde está el Cazador.
Escucho como Cheslay gruñe por el esfuerzo en mi mente. Hemos hecho esto juntas, yo moviendo el cuerpo y ella controlando a una bestia poderosa. Pero ¿Qué importa lo que haga cada una? Somos dos conciencias distintas en un solo cuerpo.
Parece que todo sucede en cámara lenta.
El Cazador suelta la granada sobre el suelo, ésta no se activa. El hombre se quita la máscara y en sus ojos hay miedo puro. Sangre comienza a salir de sus oídos, ojos, nariz y boca. Hasta que cae al suelo. Hemos freído su cerebro.
Miramos al otro sujeto. Está temblando de la cabeza a los pies ¡Lo hicimos temblar! Nos sentimos victoriosas.
Caminamos lento hacia donde está y colocamos las manos, una a cada lado de su cara. Cheslay y yo tomamos impulso y giramos nuestros brazos, hasta que el cuello del Cazador truena con un “crack”.
Dejamos caer el cuerpo al suelo. Y es cuando nos damos cuenta de que Sander ha despertado. No sabemos cuánto tiempo ha estado así, observando, tampoco sabemos que partes fueron las que vio, pero nos mira de esa forma, en la que tanto temíamos que nos mirara.
Sacudo la cabeza cuando me doy cuenta de que estoy pensando el plural, eso no está bien.
Sander me mira, pero no me ve como si fuera Azul, él me mira como lo que soy: Una dos, un monstruo.

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