9.- Debilidades:

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Sander consideraba que sabía muchas cosas, pero había otras que ignoraba, estaba consciente de que aún faltaba mucho por saber, aunque eso no le importaba ahora, no podía tener toda la información del mundo, lo único que tenía importancia en ese momento, era el motivo por el que decidió ir a la resistencia, no fue por encontrar a sus amigos, tampoco por todas las comodidades que ofrecían, él quería información, pero no estaba dispuesto a confiar en los líderes de ese lugar, y sus amigos ya tenían sus propios problemas como para involucrarlos en los suyos.

Dio vuelta en uno de los pasillos, donde vio un grupo de personas, todas vestidas iguales, con esas cosas que parecían pijamas de color gris y botas negras, con una placa colgada al cuello, igual a la de él.

Los catalogaban, sin embargo convivían entre todos sin discriminar a los evolucionados, sin temer a los mentalistas. Las personas echaban una mirada a su placa y seguían caminando, ocupadas en sus cosas, al parecer los nuevos eran los únicos que no tenían una tarea específica. Subió un último tramo de escaleras, cuando un sujeto se detuvo frente a él, Sander leyó su placa, solo tenía el nombre de pila: Josué, no era un evolucionado.

—Necesito ir arriba—dijo y trató de evadir al sujeto, pero este le gruñó y lo empujó para que retrocediera.

—No hay nada arriba que te interese—espetó.

— ¿Entonces por qué está asegurado?− contestó tratando de escabullirse, y él volvió a cerrarle el paso.

—Lárgate—ordenó el sujeto empujándolo por el hombro.

Sander levantó las manos en señal de defensa, se dio la vuelta solo para darse cuenta de que estaban solos en las alturas de ese lugar. Sonrió para sí mismo y giró para encarar al hombre.

—Vamos, amigo—dijo mientras le ponía una mano en el hombro.

Josué no tuvo tiempo de responder, de la mano de Sander se desprendió una ligera carga eléctrica que lo hizo desmayarse. No era la primera vez que el tres hacia algo como eso, solía desmayar a las personas de esa forma todo el tiempo. No dejó que el soldado cayera, lo tomó por debajo de los brazos y lo arrastró abajo de las escaleras de manera que solo sobresalían sus pies.

Sander se encogió de hombros al ver su obra terminada y corrió escaleras arriba, sin molestarse en usar su velocidad, estaba buscando a alguien y no quería pasarla por alto. Las escaleras terminaron, y él caminó hacia la única puerta, pasando su placa por la pantalla, pero esta le negó el acceso. Frunció el ceño sin volver a intentarlo ¿Por qué ocultar algo en este lugar? Se pasó la mano por la barbilla y miró hacia arriba, una gran sonrisa se extendió por su rostro cuando se dio cuenta de las vigas y las tuberías. El techo no estaba sellado.

Sander tomó impulso, haciendo uso de la velocidad logró trepar una de las paredes y atrapar un tubo con ambas manos, siguió trepando hasta llegar a la última parte de las tuberías, donde sus pies tocaron una viga, caminó sobre ella con mucho cuidado, no quería caer y tener una muerte tonta o una dolorosa recuperación. Pudo mirar hacia abajo; los médicos, personal de laboratorio y científicos se paseaban por ese lugar al que tenía el acceso restringido.

Se preocuparía por eso después, ya que había encontrado a quien estaba buscando.

Ella estaba sentada sobre la viga, con uno de sus pies colgando hacia el vacío y el otro doblado para servirle de apoyo, la chica movía sus dedos frente a ella, en lo que Sander dedujo era una pantalla portátil que proyectaba un holograma. Luisa estaba pálida, tal y como la recordaba, un gorro de muchos colores le cubría el cabello y unas gafas de mucho aumento miraban hacia la pantalla.

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora