12.- La Colonia:

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—No envíes a Cheslay a esta misión—pidió Dylan.

Entró en la oficina de Lousen justo detrás del líder de la resistencia, ni siquiera le dio tiempo de reaccionar.

— ¿Qué estás haciendo aquí? Deben partir en un momento, ve con tu equipo.

—No quiero que envíes a Cheslay a esto. Dame un arma y un piloto y te traeré la cabeza de quien hizo esto.

Lanhart soltó un resoplido que era mitad risa. Dylan lo ignoró. Raphael Lousen se rasco la barbilla y respiró profundo.

—No se salte la cadena de mando, soldado. Usted pertenece a un equipo, si necesita algo, hágamelo saber a través de su sargento. Eso es todo, fuera.

— ¿Qué?

—Usted y el soldado Aksana pidieron pertenecer a este equipo. No son especiales en este lugar, son milicia a mi disposición. Y sus órdenes son claras: Ofrecer ayuda a los refugiados. Ahora fuera, cualquier cosa que desee tratar hágalo con su oficial al mando.

Dylan se quedó unos segundos de pie. Sabía que Lousen estaba enfadado, eran muy pocas las ocasiones que lo había visto así. Captó la mirada de Lanhart, en ella encontró una pisca de burla, pero también precaución y enfado. Dylan se dio cuenta de que era la primera vez que lo veía sobrio desde que llegaron a la resistencia.

El uno les dio la espalda y salió de la oficina, sintiéndose más intranquilo que enfadado. Sabía que lo ocurrido en la colonia era algo grave, que el ataque desataba algo, aún no estaba seguro del que. También estaba el hecho de lo ocurrido en ese laboratorio y porque Lanhart parecía estar a cargo ¿Qué hicieron con Sander y cuál era la razón por la que el tres no recordaba nada? Dylan sabía que Cheslay tenía la sospecha de que había un mentalista involucrado en todo esto, tendría que averiguarlo después, antes necesitaba encontrar a Velika. Ni en sus sueños la iba a llamar sargento.

Corrió por la plataforma principal, dirigiéndose a los escalones. Su mano robótica raspando contra la barandilla cuando tomó impulso para saltar, esquivando a todas las personas que chocaban con él y le impedían el paso. Algunos lo miraron, pero la mayoría estaba ocupado cumpliendo órdenes. Nadie se quedaba sin hacer nada ya que la destrucción de la colonia era como un ataque directo a ellos.

Cuando cayó en cuclillas sobre la siguiente plataforma corrió hacia su habitación, donde se colocó un uniforme de color negro que estaba sobre su cama. No era muy diferente del atuendo de un cazador, excepto que este era más ligero y se adhería a él como una segunda piel. Atarse las agujetas de las botas fue muy fácil con su nueva mano, le sorprendía la facilidad con la que pudo adaptarse a ella, aunque al inicio pensaba que sería más un estorbo. Se puso la chaqueta de color negro por encima del uniforme y la placa al cuello.

Salió de la habitación y corrió hacia el hangar de despegue, donde sabía que su nuevo equipo lo estaría esperando.

Cheslay estaba ahí, con un uniforme similar al suyo, las botas, la chaqueta y la resistente tela de color negro. Tenía el cabello castaño atado en una fuerte trenza, tan apretada que sus grandes ojos se estiraban. Sus manos estaban cubiertas por un par de guantes, excepto los dedos, estos debían quedar expuestos por si necesitaba utilizar su habilidad, aunque Dylan sabía que ella solo necesitaba tocar la piel de sus atacantes cuando ya estaba en un punto de quiebre, débil, sin marcha atrás. Esperaba no tener que llegar a eso. Esperaba lograr que Velika lo escuchara.

—Te ves bien—dijo a la mentalista a modo de saludo.

—Tú pareces un cazador—. El tono de ella fue en broma.

No había más reproches, y por eso Dylan pudo sonreír.

—Y no me viste en mi mejor época—contestó mientras se acercaba y abrochaba la chaqueta de Cheslay—. Había mucho alcohol, drogas y...

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora