3.- Regulaciones:

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IKE.-

Todo en lo que puedo pensar es en las personas de las zonas bajas. Los detectores aquí son lo que están más dañados, casi desaparecidos. Pero parece que los de la zona alta se conservan. Si esto tan sólo es el aviso de un ataque aéreo por parte de la alianza insatisfecha con la ciudadela, me asusta lo que pueda pasar después. No me extrañaría algo así, que traten de tomar venganza después del atentado.

―Ayúdame a evacuar a las personas― digo a Velika―. Que todos vayan al palacio.

― ¿Me has visto cara de evolucionada?― gruñe un tanto histérica―. Porque te aseguro que uno de mis muchos encantos no consiste en clonarme.

―Esa habilidad ni siquiera existe― interviene Ian con el ceño fruncido―. Lo que se puede hacer es insertar una idea, pero no sé si los guardias los dejen entrar una vez que lleguen a las puertas del palacio...

― ¿Puedes hacer eso?― pregunto con precaución.

―Nunca lo he intentado― acepta con un encogimiento de hombros―. Pero no parece complicado.

Hay un palpitar en mi cabeza, casi creo que todo el dolor está volviendo, pero al recordar que Martin me lo quitó, simplemente respiro profundo. Cierro los ojos, puedo sentir como Velika me toma del brazo, y muy lejos de ahí escucho su voz, gritando mí nombre. Aprieto más fuerte los ojos y las opciones aparecen frente a mí. Tengo que evacuar a las personas, sacarlos de la zona decadente y llevarlos al palacio ¿Por qué Ulises mencionó el reactor nuclear? ¿Qué quieren los radicales con él? Sea lo que sea, no puedo permitir que lo hagan, no porque sea la base de la energía en la ciudadela, sino porque es peligroso tratar con esas cosas. También está el hecho de que los detectores ya no funcionan. Si dejan de funcionar también en la zona alta, muchas cosas se perderán.

― ¡Ike!― me llaman.

Abro los ojos, justo a tiempo para que Velika nos arroje a las casas de la zona decadente, quedamos ocultos por las delgadas paredes. Ella toma una de las armas en su cinturón y revisa cuantas balas le quedan, cierra el arma con una maldición y me mira.

― ¿Terminaste de pensar?― inquiere molesta, puedo ver un matiz de esperanza en sus ojos.

―El golpe no será aéreo― digo, pensando lo más rápido que puedo―. Ulises mencionó el reactor nuclear. Hay que hacer que todas las personas evacuen las zonas bajas y que sean recibidas en el palacio. Envía un mensaje a Amanda, deben preparar el palacio para la llegada de todas estas personas. Ian...

El chico mueve el cuello un par de veces, subiendo y bajando los hombros, tratando de relajarse.

―Necesito un lugar alto― dice y mira el techo de la casa―. Voy a llegar ahí. Si ellos aceptan la idea, comenzarán a correr en dirección al palacio en vez de estar en las calles.― Sus últimas palabras se pierden entre los gritos de los ciudadanos y los alaridos de las aves amarillas.

Ian comienza a trepar, sin darme tiempo de decirle cualquier cosa.

― ¿Estás seguro de que el ataque no es aéreo?― pregunta Velika, mirando al cielo―. Porque estoy segura de que esas líneas blancas sólo pueden ser dejadas atrás por deslizadores.

―Tengo que activar los sistemas de defensa― digo, mirando el chip en mi mano. Mi padre me advirtió, que ese era el último recurso, que solamente debía ser utilizado en momentos de vida o muerte―. Puedo hacerlo desde alguna estación de la zona alta... yo...

Velika abre la boca para decir algo, pero un ruido emerge de uno de sus bolsillos, ella saca su intercomunicador y mira la pantalla unos segundos. Lo guarda de nuevo y me mira.

―Es Dominique. Él y Day vienen hacía acá, me pidió no perder de vista a Ian... ¡Me va a arrancar la cabeza!― exclama y muerde su labio, después respira profundo―. Bien... dice que los deslizadores están bloqueando la entrada aérea a la ciudadela y que llevan el emblema de la primera alianza.

―Saben que he estado trabajando con la resistencia, entonces.

―Tengo que abrirles camino, sin ellos aquí no tenemos oportunidad. Dom es un buen mentalista y puede ayudar a Ian y Day... ella puede cambiar de formas...― titubea y alza la cabeza para mirarme.

Con ella sabes que puede tomar impulso por dos posibles razones, una es que me va a golpear y la otra es que dirá algo ofensivo. Espero el golpe, para hacerme reaccionar o lo que sea. Cierro los ojos, cualquiera de las dos alternativas va a doler, pero no estoy preparado para sentir sus labios sobre los míos.

De acuerdo, será por tres posibles razones entonces, aunque la tercera me es la más agradable. Me relajo por completo y coloco mis manos a cada lado de su cara, mientras ella me abraza por el cuello. Algo dentro de mí se enciende, algo que tenía muchos años apagado, desde la muerte de Greta. Y es aquí donde me doy cuenta de que el viejo Ike sigue viviendo, sólo que estaba dormido y ahora está despierto, esperando hacer alguna locura o algo muy valiente, quizás ambas cosas. Está de vuelta por una llama de vida, por una chispa llamada Velika.

Ella se retira y veo como aprieta los labios antes de soltarme.

―Por favor no mueras― pide en un susurro y después corre, perdiéndose entre las personas que ya no corren de un lugar a otro, ahora parecen seguir un orden.

Me doy cuenta de que Ian ya está trabajando, haciendo lo que sea que puede para que todos se dirijan al palacio en total orden. Ahora me queda cumplir con mi parte, y esa es llegar a la zona alta para activar los sistemas de seguridad. Estoy a punto de correr, cuando una mano se posa en mi hombro. Me la sacudo y giro para encarar lo que sea.

Es un muchacho. No cualquiera, es aquel que tiene implantes robóticos y mirada perdida. Sus facciones afiladas y se contraen antes de que hable.

―Señor Rosendelf― dice con voz autómata―. He sido enviado para escoltarlo. La mayor lo está esperando.

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora