37.- Mente Maestra.

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Hola!

Espero que estén muy bien, lamento la tardanza.

Recuerden que sus comentarios y votos me ayudan a mejorar, y no olviden que los quiero mucho.

¡Cada vez estamos mas cerca del final!!

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Se alejó del grupo de robots que vigilaban la entrada de la prisión en el sótano del laboratorio.

Cheslay revisó su arma, podía acabar con uno o dos, pero ¿Qué haría con los otros trece? Mantuvo su cuerpo oculto por las delgadas paredes, mientras no se percataran de su presencia, todo estaría bien, pero necesitaba una distracción para alejarlos de esa maldita puerta, un hilo tiraba de su mente en esa dirección, Azul se encontraba ahí.

La herida en su pierna la molestaba por el cristal que se había clavado en ella cuando las puertas de vidrio se rompieron, sin embargo, era capaz de enviar el dolor físico a un segundo plano, donde se convertía en una simple picazón y no en algo incapacitante.

Uno de los robots abandonó su lugar para explorar el pasillo, Cheslay maldijo y empujó una de las puertas que llevaban a las oficinas, cerró la puerta y entró de espaldas, sus piernas chocaron con una mesa, mientras la mentalista no dejaba de apuntar a la entrada, pasaron los minutos y el robot no la siguió.

—No están programados para venir aquí— dijo una voz a su espalda.

Cheslay giró, apuntando con su arma al doctor Isaac Farmigan. El hombre estaba sentado, revisando un par de cosas en una computadora, como si no estuvieran en una guerra.

Ella bajó el arma lentamente. Caminó hasta una de las sillas y se sentó, sin dejar de mirar a Isaac.

—¿Algo de beber?— preguntó el hombre—. Me temo que solo puedo ofrecerte agua embotellada. Hay café en la recepción, pero...

Así que estaba consciente de la masacre en el laboratorio, después de todo.

Cheslay asintió débilmente, el hombre se levantó, y arrastrando los pies llegó a un pequeño frigobar, de donde sacó una botella de agua, se tomó la molestia de destaparla con sus temblorosas manos y se la ofreció a la mentalista.

Ella la tomó con cuidado, sin querer tocar las manos del doctor. Bebió el fresco líquido, sintiendo un poco de alivio en su reseca garganta, el resto del agua lo vertió en la herida de su pierna.

Isaac observó el gesto con curiosidad, rompió un pedazo de su vieja bata y se acercó a ella para que el doctor hiciera el improvisado vendaje, Cheslay le permitió acercarse.

—Él sufrirá si algo malo te sucede— murmuró el hombre.

—¿Por qué sigues vivo? No pude encontrar tu mente en este laboratorio, no sabía que estabas aquí, hasta que hablaste.

Isaac terminó el vendaje y se sentó frente a Cheslay.

­—Reidar me habló de ti— explicó Isaac con la mirada perdida—. Cuando eras una niña, te encontraron abandonada en una zona de guerra...

—Conozco la historia— interrumpió Cheslay.

—¿Recuerdas algo antes de eso?

—No, era demasiado...

—¿Pequeña?— murmuró el hombre sonriendo, quizá era la primera vez que Cheslay lo escuchaba ser sarcástico, y a su pesar, no pudo negar el parecido con Dylan—. Tus recuerdos previos al laboratorio fueron extraídos.

A pesar de las palabras, Cheslay no perdió la compostura, no había nada que pudiera sorprenderla, viniendo de las personas que tanto daño hicieron a ese mundo.

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⏰ Última actualización: Apr 16 ⏰

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