12.- Objetivos.

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Dylan seguía a Samantha por los túneles, ella saludaba a quienes encontraban en el camino con toda la naturalidad del mundo.

— ¿Hace cuánto tiempo que estás aquí?― preguntó él.

—Un poco más que tú.

— ¿Cuánto tiempo es eso?

La chica lo miró con ojos divertidos e hizo una mueca parecida a una sonrisa.

Dylan se dio cuenta de que ella casi siempre sonreía. Tenía una actitud algo agradable y más o menos positiva, pero algo le decía que ella tenía mucha de la información que él necesitaba y que no sería fácil extraerla, ya que todas sus respuestas eran evasivas. Además, durante el altercado en su celda, se dio cuenta de que Sander tampoco confiaba por completo en Samantha, y no lo culpaba, no puedes confiar en una persona que sabe lo que estás pensando, pero que es un libro en blanco para ti, además todas sus acciones parecían ser impredecibles.

Él se enorgullecía de juzgar bien a las personas, sabia con quienes debía involucrarse y con quienes no, ese era su instinto natural, su sexto sentido o como quisieran llamarlo. Sin embargo, con Samantha no sabía qué hacer, cómo comportarse para extraer información. Dylan había aprendido a bloquear los ataques mentales, tenía el conocimiento de como levantar escudos en su mente para evitar que los de categoría dos entraran en ella, al crecer con Cheslay fue algo que tuvo que aprender.

Ahora Samantha debía estar frustrada porque no podía leer su mente, pero ella no parecía afectada, caminaba felizmente por los túneles con las manos en los bolsillos mientras tarareaba una canción, e ignoraba la pregunta de Dylan.

Frunció el ceño y decidió observar los túneles, a pesar de que aprendió de memoria algunos de los caminos. Sabía que si doblaba a la derecha en el siguiente espacio, saldría directo al panal, pero si iba a la izquierda, descendería hasta llegar a una parte de la zona decadente de la ciudadela, también que si iba derecho y al final iba a la izquierda, saldría a donde estaba Dexter, el siete de las computadoras. Sonrió un poco al recordar su encuentro. Su especialidad era sacar de quicio a las personas, podía deshacerse de su frustración con él si quisiera, ir y hacerlo enojar únicamente para divertirse un poco...

Solo que ahora no, en ese momento debía prepararse para lo que pudiera encontrar, ya fuera Cheslay, la que se interpuso entre él y Amanda, o a la que era un pequeño cachorro asustado que seguía a Sander a todas partes.

Tragó saliva al darse cuenta de que lo que encontrara podía romperlo para siempre, pero necesitaba verla, saber que seguía presente, porque si no lo estaba, entonces nada valía la pena, el mundo podía irse al demonio.

Dylan trastabilló unos pasos cuando Sam lo tomó del brazo para obligarlo a ocultarse en la oscuridad de uno de los túneles. Él no supo que sucedía, estaba a punto de preguntar, cuando ella se llevó un dedo a los labios, pidiéndole que guardara silencio, luego apuntó hacia el pasillo iluminado. Unos segundos después, Dylan escuchó las voces, no reconocía la mayoría de ellas, solo la de Sander y la de Andy.

Un pequeño grupo pasaba. Dylan no conocía a la mayoría, pero siguió observando desde las sombras.

—... no solo estuvieron cerca, los cazadores entraron, y hay otros que merodean, pienso que buscan algo— hablaba Andy.

—Lo sé. Haremos lo posible para que no se sigan acercando. Esperaremos a tomar represalias cuando los heridos del último campamento se recuperen, no podemos darnos el lujo de perder más gente— decía uno de ellos.

—Basta los dos— gruñó Sander—. Nadie va a atacar a los cazadores, y tampoco van a morir más personas. Olivia y Regina se ocuparán de los heridos y nosotros buscaremos una manera de alejarlos. Si lo que los impulsa es el deber y no la venganza aún tenemos oportunidad...

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora