13.- Insubordinación:

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Había muchas cosas que Dom sabia sobre los nuevos, y una de ellas era que no tenían la paciencia necesaria para este tipo de misión, quizá si la fuerza pero no la entereza. En ellos solo había odio, sed de venganza, ira y rencor. Eso los alimentaba y alentaba a pelear. Con él las cosas no funcionaban así, con él y Day todo era medido, calculado. No pensaban en las demás personas como herramientas, pero tampoco como estorbos.

Day le decía todo el tiempo que antes existieron los dinosaurios, y que si esas criaturas tan grandes pudieron extinguirse por un meteorito, eso... ¿En qué parte dejaba a los humanos? Siendo criaturas débiles y autodestructivas. Su hermana decía que el virus fue el meteorito de la humanidad, en el que solo los más fuertes sobrevivieron, que el siguiente paso en la evolución eran ellos, los humanos se habían convertido en los dinosaurios muertos durante el choque del meteoro. Eso pensaba Day, por eso llamaba a Ian herbívoro, porque le recodaba a un dinosaurio de los que no peleaban. Su hermana solía comparar a todo con esas criaturas, tenía una especie de obsesión con ellos. Ella veía las cosas de ese modo. Él no.

Dominique era diferente en muchos aspectos. Físicamente sus rostros se parecían, pero sus mentes no podían ser más distintas, pues donde ella buscaba guerra, él buscaba paz y tranquilidad, aunque eso no significaba que dejaría morir a su hermana en las peleas que ella provocaba. Había pocas cosas que molestaban a Dom, y una de ellas era ver a Day en peligro o en una situación fuera de su control.

Dom bajó del deslizador al aterrizar en la colonia por segunda vez, el paisaje era desalentador, no era uno de sus lugares favoritos, ni siquiera cuando estaba habitado y en buenas condiciones le gustaba ir ahí, demasiadas personas y poco orden. No iba con él, le gustaba estar solo.

Marco piloteaba el otro deslizador, era para brindar apoyo, para llevar a más personas hacia la resistencia. Esa idea lo ponía nervioso, ya que el lugar estaría a reventar mientras levantaban otra colonia. La idea de un lugar concurrido lo fastidiaba.

Al tocar tierra, pudo percibir más fuerte a la presencia de antes, esta jugaba con las mentes de sus compañeros, incluso con la del uno. Dom se dirigió hacia donde la esencia del mentalista se hacía más fuerte, hasta que llegó a donde Dylan dormía. El uno se removía sobre la tierra, murmurando cosas en sueños.

El gemelo solo lo observó durante unos momentos, tratando de leer aquello que pasaba en su mente, aquello que lo atormentaba mientras dormía, y de pronto, la esencia del otro mentalista se disolvió, justo cuando un hilillo de sangre corría por el labio de Dylan.

Este se sentó sobre la fría tierra, respirando agitadamente y mirando al frente, hasta que se calmó lo suficiente para percatarse de Dominique.

— ¿Qué quieres?― le espetó a Dom.

Él se encogió de hombros y se señaló los labios para que el uno se diera cuenta de que había sangre ahí. Una inteligente jugada por parte de ambos, ya que el mentalista que lo manipulaba recurrió a sus sueños, porque en forma consciente no podía hacerse con su mente. Y a Dylan le reconocería el hecho de que se provocó dolor para escapar.

Dom le dedicó una sonrisa que mostraba todos sus dientes cundo Dylan no dejó de mirarlo como si fuera un bicho raro. Tal vez tenía razón, Dominique era el tipo de persona que le encontraba lo divertido incluso a la situación más desalentadora. Por lo menos pudo conservar eso después de tantos años de horrores vividos.

Le dio la espalda al uno, justo para percibir el tiroteo. Pensó las cosas en segundos, aun había refugiados abordando los deslizadores con ayuda de Velika y el resto del equipo. El intercambio de disparos hizo que las personas de dispersaran, muchos huyeron hacia los escombros de los edificios, los demás se empujaban unos a otros para entrar en las naves.

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora