29.- Virus:

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— ¿Vienes a despedirte?―preguntó la chica. Estaba recargada en el marco de la puerta con los brazos cruzados. Una ligera sonrisa amenazaba con formarse en sus labios.

Noah se había dado cuenta, en su poco tiempo dentro de ese lugar, que Amanda casi nunca sonreía abiertamente o con otra cosa que no fuera amargura. Él se fue de la resistencia y ella no lo despidió, así que simplemente se marchó con Ike, ahora tuvo la oportunidad de regresar, ni siquiera acompañó a su amigo hasta la biblioteca para que hablara con Farmigan.

Compuso la mejor de sus sonrisas, aquella que solo alzaba una parte de sus labios.

—Vine a saludar—respondió con un poco de arrogancia.

¿Quién creía ser y por qué lo ponía nervioso con tan solo unas palabras? Noah sabía la respuesta. Él casi nunca se sentía asustado por algo. Cuando eran niños, Ike solía ser el miedoso que no quería hacer nada por temor a ser descubierto, era Noah quien lo arrastraba a la mayor parte de sus aventuras. Quizá lo de Greta fue su culpa en primer lugar, ya que gracias a él se conocieron.

Recorrió a Amanda con la mirada, sin molestarse en ocultar las emociones que ella despertaba. Estaba vestida con una camiseta negra de manga larga que se adhería a cada parte de su abdomen, un pantalón de color verde oscuro y un par de botas negras. Su cabello había crecido desde que la conoció, ahora llegaba a la altura de sus hombros y ganó más peso, sus mejillas ya no se hundían, no estaban los prominentes pómulos ni los delgados brazos.

Amanda chasqueó la lengua y se alejó del marco de la puerta.

—Voy a entrenar ¿Vienes?

Noah sacudió ligeramente la cabeza ante su invitación y la siguió. Se sentía un poco incómodo, y eso lo molestaba, usualmente era él quien ponía incomodas a las personas y eso lo utilizaba a su favor después. Era bueno para persuadir y manipular. Esa era su función como el mejor amigo de Ike.

Caminaba al lado de Amanda, ella no lo miró de nuevo, paseaba sus ojos por las diferentes plataformas, tratando de encontrar un modo de ignorarlo más abiertamente. Noah conocía ese comportamiento, él lo utilizaba todo el tiempo con aquellas personas que quería evitar a toda costa.

—Antes eras más asertiva—comentó con cuidado.

—Y tu más directo ¿Vas a decirme lo que estás pensando o seguirás mirándome con ojos de cordero medio muerto?

Se detuvo unos segundos y reanudó la marcha cuando ella siguió su camino. Sorpresa, eso había sido una sorpresa. Sabía que la seguía por dos razones, una era que quería dejar de sentirse asustado de Amanda y la otra era que le representaba todo un reto.

—Si tuvieras una habilidad útil, podrías saber lo que pienso, pero solo eres una seis.

Ella gruñó, esa fue toda su respuesta.

Noah pensaba que era genial su habilidad, a pesar de que nunca la había visto en acción, pero nunca se lo diría en voz alta. Amanda pensaba que para él, todas las habilidades debajo de los mentalistas, no servían para nada. En especial la de Haru.

Amanda se detuvo, pasó su placa por una pantalla y juntos entraron en un lugar muy grande, parecía una bodega, un techo bastante alto, y paredes gruesas. En la parte de arriba había un cristal que lucía muy resistente, y ahí estaba Haru, al lado de Andy.

— ¿También vas a entrenar?―preguntó Amanda, frenándose de pronto y enfrentándolo.

— ¿Qué?―Noah estaba distraído con todo ese lugar.

—Si no eres un evolucionado, te sugiero que esperes en la cabina.

— ¿Sabías que cada vez que mencionas la palabra evolucionados lo haces como si me dijeras cavernícola?― De nuevo esa sonrisa—. No es muy agradable de hecho.

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora