10.- Expuestos:

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—Tienes un cerebro, deberías usarlo de vez en cuando—dijo Dylan.

—Me duele la cabeza—se quejó Sander al tiempo que se pasaba las manos por la cara.

—Quédate quieto—ordenó Cheslay.

Ella estaba de pie junto a la puerta de la habitación de hospital. Sander pensó que tal vez estaba alerta, tratando de controlar quien entraba y quien salía, mientras Dylan se encontraba en un estado poco favorable, aun sedado.

— ¿Quedarme quieto? Me hablas como si fuera un perro.

—Un perro muy imbécil—señaló Dylan.

—Tú también eres imbécil—se quejó Sander.

—Sí, pero yo lo soy por decisión.

El tres iba a replicar, pero un gruñido de Cheslay lo interrumpió, ella miraba por la ventanilla de la puerta.

—No me agradan la mayoría de las personas en este lugar.

—Ian y Amanda dijeron que vendrían después de que dieran de alta a Sam. No puedes pasarte todo el día en la puerta, vas a espantar a los demás—dijo Sander.

—Trato de alejar a visitantes no deseados y tú no te puedes largar de aquí, ya que si no permitieras que revolvieran tu mente, yo no tendría que estar en alerta.

Sander decidió que era mejor permanecer callado.

Dylan salió de su operación horas antes, Cheslay habló en su mente durante la noche, creyó que se estaba volviendo loco, hasta que logró calmarse lo suficiente para que ella se explicara. En cuanto cortó la comunicación, Sander corrió hacia el hospital para ver a su amigo, el cual, lo primero que hizo fue mostrarle el dedo medio de su mano robótica. Muy gracioso.

Aún seguía el enigma de por qué no recordaba muchas cosas, parecía que el día anterior había desaparecido completamente, borrado, como si fuera algo tan sencillo. La cabeza no dejó de dolerle y no podía conciliar el sueño. Trataba de recordar que fue lo último que hizo, quien fue la última persona con la que habló, pero nada llegaba y Cheslay no podía revisar su mente sin lastimarlo.

—Ahora eres como Darth Vader—dijo a Dylan para romper el silencio dentro de la habitación.

—No sé quién es Darth Vader—espetó el uno.

—Olvídalo.

Y el silencio cayó de nuevo sobre el lugar, siendo únicamente interrumpido por el sonido de las maquinas, de las respiraciones.

Cheslay se retiró de la puerta y se sentó al lado de Dylan en la camilla, donde él la recibió con una sonrisa algo perezosa. Sander se sintió un intruso al verlos en esa situación, así que muy lentamente se puso de pie para salir, estaba a unos pasos de la puerta cuando esta se abrió repentinamente, él retrocedió y les permitió el paso a las visitantes.

Chandra guiaba a Sam para evitar que cayera, ella llevaba unas gafas de color oscuro, para evitar lastimar sus ojos, o para evitar que los demás se sintieran incomodos con sus quemaduras, Sander no sabía la razón de usarlas, no era un secreto para ellos que Sam perdió la vista, pero sería difícil acostumbrarse a ello. Samantha sonrió.

—Si es difícil para ti, imagina como lo es para mí—comentó, leyendo sus pensamientos.

—Lo siento.

Ella hizo un gesto desdeñoso con la mano, invitándolo a callar. Luisa entró detrás de ellas, moviendo un par de cosas en una pantalla táctil, parecía muy complicado para esa chica estar lejos de la tecnología, supuso Sander. Algo sobre ella lo hacía sentir impaciente, como si un recuerdo picara dentro de su mente, pero eso era imposible, Sander no la había visto desde que les dejó aquel mensaje en la bodega.

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora