33.-Destino:

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Hola a todos! Espero que estén muy bien.

Dejo un nuevo capítulo, espero que les guste. Si encuentran algún error, recuerden que mi mano izquierda tiene vida propia.

Recuerden que sus comentarios me ayudan a mejorar.

Gracias por seguir aquí, los quiero mucho.

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No lograba distinguir el día de la noche, no cuando el humo cubría el cielo, las alarmas para advertir sobre los bombardeos se detuvieron, pero los ataques no.

Ejércitos de las alianzas entraron, no había nadie para detenerlos. Los hospitales y refugios colapsaron. Las personas con poder monetario y político se trasladaron a la nueva esperanza, a la ciudadela, dejando a los demás a su suerte, muriendo por la guerra, el virus o de hambre.

Los días se volvían difusos, mientras continuaban avanzando en medio de esa destrucción.

Raphael estaba cansado y no podía hacer nada para ayudarlos, ya que su prioridad era Velika, quien ahora cojeaba para seguirle el paso. Tanto él como Morello habían ofrecido llevarla, sin embargo, era terca y decidida como Katrina, así que se negó.

―Mientras mis pies aun funcionen, seguiré por mi cuenta― decía.

Lousen no sabía si sentirse orgulloso o desesperado, pero al ver como el brazo de su hija colgaba a su costado su corazón se rompía. Ella no hacía nada por moverlo o levantarlo, al parecer, ya se le antojaba como una tarea inútil. La pierna si parecía doler, en momentos Velika la arrastraba para seguir avanzando. Y el olor, ninguno de ellos lo decía, pero era como andar al lado de un cuerpo en descomposición.

Continuaron caminando, para sorpresa de Raphael, Morello resultó ser de mucha ayuda, ya que sabía dónde se encontraban los puestos de avanzada, así los evitaban, ya no sabían en quien confiar y Lousen no sería tan estúpido para volver a depositar su confianza en él, si, los ayudaba, pero ¿Hasta cuándo? ¿Hasta que se presentara una mejor oportunidad? No, Raphael no esperaría a eso. Él no bajaría la guardia.

Estaba bien que viajara con ellos, porque tenía información y podía moverse rápido a pesar de su herida, sin embargo, Lousen notaba como su forzado compañero de apocalipsis, se llevaba la mano a la zona lastimada de su cuerpo.

Vio a Velika alzar la cabeza para mirar al cielo y los tres se ocultaron entre los escombros. Su hija parecía una maquina al detectar deslizadores, su oído podía captarlos incluso antes de que cruzaran el cielo.

Aprendieron a confiar en los instintos de ella y comenzaron a ocultarse apenas Velika captaba algo.

― ¿Podemos descansar?― preguntó su hija, sus miembros colgaban sin fuerza―. A juzgar por la velocidad, no creo que desciendan en esta zona. Están en inspección de los alrededores, creo que están buscando a alguien.

Raphael asintió, a pesar de saber que debían continuar moviéndose, ni Velika ni Morello estaban en condiciones de seguir avanzando. No se molestó en decirles que tal vez ese alguien a quien buscaban, era él.

Frotó sus manos para entrar en calor, mientras sacaba de su mochila robada a los cadáveres una manta para cubrir a Velika.

―El frío nos matará antes que esos imbéciles― gruñó Morello.

Raphael no se molestó en responderle, pero pudo ver a su hija temblar debajo de la manta, así que soltó una respiración frustrada.

―Encenderé fuego― dijo en voz baja, sus manos seguían temblando―. Tenemos que tomar turnos para vigilar. Y hay que hacer algo respecto a tu herida.

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora