18.- Promesas

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Hola!

Espero que estén muy bien. Voy a subir el libro. No está del todo editado, solo arreglé algunos detalles. Espero que les guste, no olviden que sus comentarios me ayudan a mejorar.

Muchas gracias por seguir aquí. 

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Cicatrices. Marcas permanentes, golpes eternos. Ella se sentía identificada con esa palabra, con la mirada que las personas le daban cada vez que la veían, cuando se encontraba con alguien nuevo que no estaba acostumbrado a ver su rostro marcado. No odiaba que la miraran, Olivia sabía que era inevitable, tanto que hasta ella misma lo había convertido en un gesto de su personalidad, cada vez que estaba nerviosa, asustada, o con alguna emoción demasiado fuerte; su mano iba en automático a su cara, a la parte de la cicatriz, aquella quemadura que jamás desaparecería, porque incluso la iba a acompañar en la muerte.

Olivia rodeó la camilla en la que Dylan estaba dormitando. Había sido una verdadera osadía el obligarlo a dormir, ya que gritaba y peleaba como si fueran su adverso. No pudo evitar preguntarse si él aun creía que eran sus enemigos, que tenía que defenderse, aun estando medio muerto no bajaba la guardia. Liv se lavó las manos y se dirigió a donde estaba Dylan. Sander y Hugo le habían ayudado a quitarle la ropa mojada, hasta que solo quedó cubierto por mantas en el lugar más cálido que pudieron encontrar: El cuarto de sanación.

Dylan ahora tenía un color normal y no el azul que indicaba congelamiento; incluso su pie derecho, aquel del que había perdido la bota, estaba de un color natural ahora, aunque no se podía decir lo mismo de los dedos de su mano izquierda, que a pesar de todos sus intentos por curarlos, seguían siendo de un tono morado. Debía decidir pronto sobre ellos sino quería que perdiera toda la mano. Olivia bajó una de las mantas y comenzó a pasear sus manos por encima de la herida que Dylan tenía debajo de la costilla, había sido un trabajo muy cansado en sacar la bala, ya que el chico no dejaba de moverse, aun con los sedantes él seguía peleando. Su pecho, espalda, brazos y piernas estaban llenos de marcas, de cicatrices. Cada parte de él las tenía, y no parecían algo externo, más bien era algo con lo que parecía haber aprendido a vivir, como si cada marca contara una historia, cada cicatriz gritaba: ¡Mírame! ¡Estoy vivo! No lograron matarme.

Dylan parecía esa clase de persona, de las que nunca se daban por vencidos y por encima de todo, aquellos que nunca rompían una promesa. Por eso ella no quería curarlo con su energía, porque rompería una promesa hecha a él, y no lo haría, no podía romper promesas, no de nuevo...

Colocó su mano a manera de evaluar la herida, de sentir lo que estaba mal dentro del cuerpo del chico y después repararlo. Olivia cerró los ojos y se dejó llevar por esa bruma que venía cada vez que tenía que curar a alguien, cada vez que el mal que padecía esa persona pasaba a ella en una mínima cantidad, pero con el paso de los años, esos males se iban acumulando. Ella era como la caja de Pandora, aquella que guardaba todos los males, pero que muy en el fondo aun tenia esperanza.

Sintió como algo detuvo su mano y rápidamente abrió los ojos de par en par. La mano de Dylan se cerraba en torno a su muñeca, y a pesar de su debilidad y de sus dedos enfermos, su agarre era de acero.

—Lo prometiste— susurró él.

Olivia soltó una respiración profunda. Dylan había despertado, después de dos días de inconciencia, por fin despertaba y parecía cuerdo, como si el frio y las heridas no lo hubieran afectado mentalmente.

—No iba a curarte—respondió y Dylan la soltó, para luego dejar caer la mano a un costado de la camilla—. Iba a revisar la herida, he cambiado en vendaje más de cinco veces. Deberías dejarme...

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora