9.-Almas pérdidas:

1K 138 64
                                    

Magnus pensaba en todas esas cosas que le pidieron hiciera en el laboratorio: dar muestras de sangre, de cabello y otras cosas más vergonzosas que eso. Se abrochó la camisa para salir de aquella sala de color blanco en la que le habían inyectado la última dosis de aquel tratamiento al que se sometió. Según el doctor Farmigan, esa cosa los ayudaría a desarrollar inmunidad al virus que disminuyó drásticamente la población en El Cairo años atrás, también era aquello con lo que bombardearon Brasil.

En fin, ellos decían que era simplemente una vacuna, pero Raphael tuvo su última dosis semanas atrás y no dejó de tener fiebre en todo ese tiempo, hasta que un día se levantó como nuevo, manejando sus nuevos implantes robóticos a la perfección, eso le parecía extraño. Claro que su amigo tenía una inteligencia privilegiada, también por esa razón es que podía controlar los exo-trajes, aunque eso le costó gran parte del brazo y la columna. Pero ahora estaba bien ¿Qué demonios le habían hecho?

Y de Nefertari, no podía creerlo, ella estaba... bien, ni siquiera hicieron falta implantes robóticos.

A pesar de que Magnus estaba más que contento con la recuperación de sus amigos, no podía sacarse de la cabeza la idea de que algo estaba mal.

Habló con sus amigos sobre Camila y sus planes. Le aterraba confiar en alguien además de ellos. Aunque no tenían opción si querían rescatar a Charlotte.

Respiró profundo y dejó la historieta sobre la cama. Raphael estaba dando vueltas en una silla de ruedas, disfrutando del movimiento que no podía efectuar antes de su operación. Y Nefertari miraba por la ventana, esperando que llegara el médico que los daría de alta. La verdad era, que Magnus también estaba ansioso por salir de ese hospital.

― ¿Han visitado a Albert?― preguntó Raphael de pronto, dejando caer la silla al suelo.

Nef apartó la vista de la ventana, miró a sus amigos y negó un par de veces.

―No, lo siento. Estuve ocupada con mi tratamiento, además... Albert no quiso ayuda.

― ¿Por qué?― preguntó Raphael extrañado―. Sus nuevas piernas no sólo serían mejores, también le permitirían tener acceso a esta misión.

―Ese es el punto Raphael― dijo ella―. No creo que él quiera estar en otra misión. Isaac dice que está muy deprimido y que por lo mismo, los cambios que intentaron hacer con su genética no funcionan. No como en nosotros.

―Todo esto me parece muy raro― comentó Magnus después de un momento.

―Es porque lo es― respondió el doctor Farmigan desde la entrada, tenía una pantalla táctil en las manos―. Lo que robaron de ese laboratorio no solamente era un virus diseñado para atacar al enemigo. Gracias a él pudimos crear una vacuna, pero...

―Suficiente información, doctor― interrumpió Camila, quien entraba, empujando una silla de ruedas, donde un Albert mal humorado estaba sentado.

Raphael se levantó apresurado de su propia silla, como si el hecho de estar sentado en ella sin necesitarla fuera una falta de respeto para Albert, quien perdió perdido ambas piernas.

― ¿Ustedes se conocen?― preguntó Magnus.

―Tengo años trabajando con Croacia― contestó Albert con amargura.

― ¿Con Croacia o con Camila?― preguntó Nefertari con complicidad.

― ¿De verdad este es el equipo al que le estamos confiando una misión tan importante?― preguntó otra enfermera. Magnus no había reparado en ella hasta que habló.

Raphael le sonrió y sin dejar de mirarla quiso sentarse sobre la cama y resbaló, cayendo fuerte en el suelo, pero levantándose rápido, su cara tornándose roja por la vergüenza.

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora