25.- Comprensión:

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Eran pocas las ocasiones en las que ella recordaba haber visto a su hermano furioso. Esta era una de esas veces.

Day caminaba por la plataforma, cuando sintió que la tomaron de uno de los brazos y la arrastraron hasta los cuartos de control. Hizo falta solamente una mirada de Dom para que el siete a cargo saliera despavorido.

— ¿Qué demonios te pasa?― inquirió ella, sacando su brazo del agarre de su hermano.

Dom cerró la puerta y la enfrentó. Day se dio cuenta de que su hermano no se había cambiado, acababa de llegar de una misión y llevaba puesto un uniforme negro que estaba mojado y lleno de tierra. Olía a sangre y lluvia.

— ¿Yo? ¿Qué demonios pasa contigo, Day? Desde que el tres llegó a la resistencia, no eres la misma persona—reclamó su gemelo. Ella pudo ver en sus ojos algo más que preocupación.

— ¡Yo nunca dije nada cuando estabas con Vanesa! No le di la golpiza que se merecía, en cambio, estuve contigo para reunir cada pedazo de ti que esa perra destruyó.

— ¡No es lo mismo! Yo no robé cosas para ella.

Day abrió los ojos con sorpresa, no esperaba que Sander la delatara.

—Él no te delató. Espero que eso te haga sentir mejor.

—Estás leyendo mi mente—espetó enfadada y dio dos pasos atrás, chocando contra los controles.

—Tengo que recurrir a esto si tu no me dices las cosas. Hasta hace poco no necesitaba usar mi habilidad contigo.

—No robé nada del laboratorio.

— ¿Entonces por qué le diste esas cosas al tres? Vi muy claro en su mente como le entregabas ese paquete.

— ¡Porque es su sangre! Tiene derecho a saber que hacen con ella y como avanza la cura.

— ¿Y la luz cegadora? ¿Qué me dices de ella?

Day alzó los ojos para encontrarse con los de su hermano. Las facciones afiladas, la mirada enfadada y el cabello castaño oscuro, casi negro. A veces, cuando él estaba enojado y lo miraba fijamente como ahora, creía que estaba viendo su propio reflejo. Pero donde ella era la furia y la tempestad, Dom era calma y tranquilidad.

—Yo no le di ninguna luz—sentenció y era verdad. Ella no había puesto ninguna luz cegadora en el paquete, solo robó tres jeringas con sangre.

Y supo que su hermano le creyó. Él le dio la espalda, no antes de que Day pudiera ver todas las dudas y sospechas en su mirada.

—Tenemos que volver a confiar, Day.

—Yo confío en ti—dijo y avanzó a su lado—. Pero tú no confías en mí.

—Confiaba en la Day de antes.

—Soy la misma persona.

Dominique se detuvo antes de abrir la puerta y la miró por encima del hombro.

—Sander tiene a alguien más. Es mejor que lo aceptes ahora, antes de que yo tenga que recoger todos tus pedazos. Vanesa me dejó para avanzar en su carrera política con Shepard. He entrado en la mente del tres y no te verá como algo más que una amiga.

—Puedo serlo, puedo ser su amiga.

Su gemelo soltó una suave risa.

—Ambos sabemos que no puedes serlo— dijo y salió del lugar.

Dayriannys no quería dejar la conversación así, no podía hacerlo. Dejar ganar a otros no estaba en su naturaleza.

— ¿Y qué me dices de ti? Crees que no podemos confiar en nadie más, que solo nos tenemos a nosotros. Pero fuiste tú― exclamó apuntándolo con un dedo—. Quien invitó al herbívoro.

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora