Capítulo 30: Los hermanos demonios (Parte II)

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Después de dejar a Tomioka con la Oiran del Tokitoya, yo Uzui Tengen me dirigí a buscar algo de entretenimiento, estuve yendo de aquí a allá para distraerme un poco en lo que mi amigo obtenía la experiencia necesaria. ¿Quién sabe? Tal vez encuentre a una tercera candidata.

Al paso de unas cuantas horas de diversión, cuando estaba regresando al Tokitoya, una sensación desagradable se hizo presente, claramente se trataba de un demonio. Por la sensación deduje de que se trataba de uno grande, quizás una luna superior.

Me fui guiando por el sonido del combate, ya que estaba seguro de que el extravagante Tomioka no caería sin luchar, me apresuré lo más que pude para apoyar a mi amigo, pero un sonido particular llamó mi atención.

Debajo de mi se alcanzaba a escuchar unos pequeños sollozos y también algo que se arrastraba como si fuera una serpiente. Este sonido es idéntico al que emiten los demonios por lo que tomé mis espadas para perforar el suelo con una fuerte explosión.

- Respiración del sonido. Primera postura: Rugido.

Cuando mis espadas tocaron el suelo, este se abrió debido al impacto. Después de que el polvo me dejara ver, me percaté de que había un gran cráter enfrente de mí. Sin pensarlo mucho me lancé al vacío para averiguar de que se trataba ese sonido.

Al llegar al fondo, me di cuenta de que había muchos pedazos de tela, pero lo que más me llamo la atención fue ver a muchas mujeres dentro de esos pedazos, me acerqué a una de ellas y descubrí que aún seguían con vida.

- No se preocupen, pronto las liberaré.

- ¡No lo harás!

Una especie de faja con ojos y boca intentó atacarme, pero con un salto hacia atrás y un pequeño giro en el aire, terminé por cortar esa faja en dos y la clavé al suelo con dos kunais. Ahora que esa cosa no se está moviendo fui a liberar a aquellas mujeres.

Mientras cortaba las telas, estas se movían solas y se alejaban de este lugar entrando por los túneles que son demasiados pequeños para que pueda seguirlas.

Al liberar a las mujeres me estaba debatiendo si dejarlas aquí o subirlas una por una y dejarlas en la calle, pero al parecer el ruido de la explosión atrajo a mucha gente, porque las cabezas de varias personas se estaban asomando por el cráter.

- ¡Oigan! – Les grité – Ayúdenme a subir a estas mujeres.

- ¿Están bien? – Alguien me preguntó.

- Están inconscientes y necesito ayuda para subirlas.

Poco a poco varios hombres empezaron a bajar y otros más empezaron a arrojar cuerdas. Yo tomé a dos mujeres y a una tercera la coloqué en mi espalda, di un fuerte brinco para salir de ahí y se las entregué a otras mujeres que estaban como espectadoras.

- Si pueden llevarlas con un médico sería lo mejor.

- ¡Si!

Estas mujeres me respondieron de inmediato mientras un sonrojo se mostraba en sus mejillas, realmente soy extravagante. Dejé que los ciudadanos de este lugar atendieras a aquellas damas que fueron secuestradas y me dirigí al campo de batalla.

Al estar cerca de donde se está llevando el combate, pude escuchar varios quejidos de dolor y uno que otro grito de agonía, varias personas están corriendo opuestamente a donde me dirijo, claramente están huyendo de ese lugar.

- ¡Sigan corriendo, aléjense de aquí!

Fue lo único que les grité antes de saltar hacia los tejados. Al estar arriba pude ver varios cuerpos sin vida, fue una imagen de lo más desagradable, pero lo que trajo más mi atención fue ver a dos demonios, uno arriba del otro, deteniendo su ataque.

Después de la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora