Capítulo 38: La trampa

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- ¿Realmente no gustaría quedarse, Urokodaki san?

- No, muchas gracias por su hospitalidad Tsutako.

El señor Urokodaki se estaba despidiendo de nosotros, yo Tsutako, por más que le insistía de que se quedara, puesto que ya era de noche, él se negaba gentilmente a mi propuesta.

- Abuelito ¿Te volveré a ver?

Mi hija le hacía un puchero al señor Urokodaki mientras le preguntaba y este solo se reía mientras le revolvía el cabello a mi hija.

- Por supuesto, mi querida nieta. Regresaré y te traeré muchos más regalos.

- ¡Te quiero mucho abuelito!

Mi hija fue y le abrazó con fuerzas al señor Urokodaki, él solo le regresa el gesto acariciando su cabeza ¿Por qué será que todos los usuarios de la respiración del agua consienten a mi hija?

- Regrese pronto – Mi esposo también se despide de él.

Urokodaki solo afirmaba con su cabeza y empezó a retirarse, lo vimos caminar por la calle principal y cuando lo perdimos de vista, los tres ingresamos a la casa.

Yo me fui directo a la cocina para terminar la cena del día de hoy y mi hija se acercó para ayudarme. Mi esposo se fue a nuestra habitación para acomodar nuestros futones.

Mi hija tarareaba una canción mientras sacaba un pan de trigo de la alacena.

- ¿Qué te pareció tu abuelo? – Le pregunté a mi hija.

- Es muy gentil y amable.

- Me alegra saberlo, ya que me preocupé al principio.

- ¿Por?

- Porque al verlo te dio miedo y te escondiste detrás de mí.

Me reí suavemente al recordar eso.

- Es que su mascara daba miedo.

- Si, es para espantar a los demonios, pero en cuanto se la quitó te acercaste a él sin dudarlo.

- Si, tiene un rostro muy gentil.

Y sí que lo tiene, diría que su rostro no coincide para nada con la profesión que manejaba.

El tiempo transcurría y los tres termínanos de cenar, le pedí a mi hija que lavara los platos mientras yo iba a extender su futón, pero mi esposo me pidió que descansara y que él lo haría.

Realmente mi esposo exagera, aun no estoy en una posición en la que deba cuidarme de más, ya que solo tengo unos pocos meses de embarazo, mi vientre aún no se ve abultado.

*Toc, toc*

El sonido de la puerta principal siendo tocada desde afuera me sacó de mis pensamientos.

- Qué raro ¿Quién podría ser tan tarde? – Me pregunté.

- ¡Quizás sea mi abuelito!

- Espera Tsunami, no corras.

Pero mi hija no me hizo caso, salió corriendo hacia la puerta para atender a la persona que la haya tocado, pero ¿En verdad será el señor Urokodaki? Se le escuchaba muy seguro en irse hace unos momentos.

Comencé a levantarme lentamente de mi asiento, hasta que...

- ¡AHH!

El grito de mi hija hizo que me levantara de golpe y saliera corriendo para ver que le había sucedido. Al llegar al jardín delantero, vi a mi hija sentada en el suelo observando a un hombre misterioso.

Después de la tormentaWhere stories live. Discover now