Capítulo 42: El demonio de las emociones

1.5K 113 343
                                    

La batalla era cruel y sin cuartel, yo Murata, junto a los cazadores de menor rango, estamos aguantando como podíamos este combate.

Muchos de mis compañeros han caído, al igual que varios demonios. Es muy difícil decir quien está ganando en esta batalla. Los demonios inferiores no son tan difíciles de derrotar, el verdadero problema son los demonios con técnicas de sangre.

- ¡Esto no tiene fin, son demasiados! – Un compañero me dijo.

- Aun así, debemos seguir luchando.

- Tch, esto es...

Inesperadamente, la cabeza de mi compañero explotó salpicando todo de sangre a mi alrededor. Yo estaba impactado, no sabía que fue lo que le había sucedido.

- Ja ja ja.

La risa de una mujer me hizo girarme hacia atrás y apenas pude ver como una especie de pelota temari se acercaba a mi cabeza, por el miedo di un paso hacia atrás y pisé una piedra que me hizo perder el equilibrio y caí al suelo.

Para mi fortuna, al haber caído, la pelota temari me pasó de largo y no me dio, pero pude ver como esa pelota se detenía en el aire y cambió de dirección para dirigirse hacia mí.

- ¡¿Qué?!

Era imposible que una pelota pueda hacer un giro de esa magnitud, pero al ver que había pasado y que se acercaba a mí, solo me giré en el suelo para poder esquivarla. La pelota golpeó una vez el suelo y se alejó de mí.

- Ja ja ja ¿Viste eso Yahaba? ¡Patético, ese sujeto es patético!

- Lo vi, lo vi Susamaru.

Frente a mi estaban parados dos demonios muy diferente a los demás. Una chica de tez pálida con unos ojos de color anaranjado claro y unas pupilas parecida a la de los gatos, se estaba burlando de mí.

Esta chica posee un cabello corto de color negro y al termino de este es de un color anaranjado claro, las puntas de su cabello pueden recordar mucho a las puntas de un pincel. Usa unos aretes largos de plata y un kimono de color naranja que combina con su cabello

A su lado había un hombre con los ojos cerrados y con el cabello corto, usa un yukata amarillento y encima de esta, lleva un haori oscuro. Tiene puesto sobre su cuello unas cuencas estilo budista y lo más llamativo de este demonio, es que tiene un ojo en cada una de sus palmas de sus manos.

Me coloqué de pie y me puse en guardia frente a estos demonios, con solo verlos sé que son los demonios más fuertes a los que me he enfrentado en mi vida.

- Míralo Susamaru, el pobre está temblando.

- Ja ja ja, es natural que nos tema, ya que pronto seremos parte de las doce lunas demoniacas.

¿Pronto serán parte de las lunas? Esto es peor de lo que me imaginé, en verdad estos sujetos deben ser muy fuertes. Mi espada comenzó a resonar, la razón era muy simple, mis manos, no, todo mi cuerpo estaba temblando.

Ambos demonios se reían de mí y yo no podía hacer nada para callarlos, mi cuerpo no me obedecía, por alguna razón todo el valor que había en mi al empezar la batalla, se ha esfumado.

Me empezaba a faltar el aire, puedo sentir como estoy hiperventilando y todo porque estos dos demonios no me quitaban la vista de encima, hasta que...

- Murata san ¿Se encuentra bien?

Las voces de varios de mis compañeros hicieron que mirara hacia mi costado, y varios de ellos se colocaron junto a mí.

- Después del sermón que nos diste ¿Acaso pensabas en desmayarte?

Después de la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora