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— ¡Maestro, maestro! Taehyung mató a un ave — gritaba la pequeña niña en la hora del receso mientras se dirigía dónde su profesor.

Taehyung estaba parado con una de sus manos ocupada con una honda hecha a mano, sin expresión alguna en su rostro y realmente no parecía angustiado ni mucho menos arrepentido.

— Taehyung. ¿Qué has hecho? — pregunta con preocupación el profesor.

— Nada.

El hombre masajea el puente de su nariz y suelta un suspiro cansado, no sabe cómo hacer para que su alumno deje de lastimar a seres indefensos. Lo toma de la mano y con pesar lo lleva hasta la oficina del director. Ya son tres veces en lo que va de la semana.

— ¿Otra vez? — pregunta el hombre de 68 años con sorpresa. — ¿Qué sucedió ahora Tae?.

El niño no deja de mirarlo, cómo si no le interesara en absoluto lo que esté pasando dentro de aquella habitación.

— Tae, tu comportamiento no está siendo el adecuado. Niño, ¿Por qué eres tan diferente a tu hermano? Seokjin es un niño amable, nunca se mete en problemas, siempre tiene una sonrisa en su rostro, es imposible que él sea tu hermano. ¿Por qué te portas así? —  hablaba el hombre suplicante, intentando encontrar una respuesta. El niño solo lo miró sin ganas de responder.

Desde que era un niño pequeño siempre estuvo a la sombra de su hermano. Eran tan distintos entre si. Y odiaba eso. Odiaba ser comparado. Odiaba ver la felicidad en el rostro de Jin. Pero en el fondo, quería ser como Seokjin, quería que lo vieran a él con admiración, quería que lo miraran con cariño. ¿Acaso no podían entender que aún siendo hermanos, podrían ser diferentes?.

Todo era Seokjin, Seokjin, Seokjin. Con su maldita sonrisa, su fastidiosa forma de ser y de actuar, patético. Aunque haya sido siempre tan alegre, a los ojos del pequeño Tae, Jin era un cobarde, un débil, un frágil. Lloraba cuando se caía en el parque, tenía miedo de montar en bicicleta, hasta que un día encontró su peor miedo: las cucarachas.

Nunca lo quiso hacer a propósito. Taehyung estaba jugando y husmeando en el parque fuera de los juegos donde los otros niños se divertían entre si. El pequeño tomó una varita de madera y comenzó a jugar en la tierra, dibujando formas en ella. Caminó un poco más y encontró un tronco que parecía podrido, y movido por la curiosidad, lo golpeó suavemente con la varita y aquel tronco se quebró haciendo que cientos de insectos de todos los tamaños. Sus ojitos se abrieron brillantes y tomó unos cuantos insectos y los llevó entre sus manitas y feliz de haber encontrado semejante tesoro de la naturaleza le mostró a su hermano mayor. El niño curioso se acercó a su hermano y en el momento justo cuando abrió sus pequeñas manos, aquellas cucarachas salieron volado pegándose en el pecho de Jin.

El niño se paralizó, soltó un grito ahogado y se desmayó. Taehyung no sabía lo que pasaba. Pensando que era una broma se echó a reír la creer que se trataba de una exageración, pero Soon, al ver que el niño no despertó, lo llevó corriendo a casa.

— ¿Qué hiciste Tae? — gritaba el padre del niño tomándolo de los hombros y sacudiendo su pequeño cuerpo. — ¿No sabías que Jin tiene fobia a los insectos?.

Taehyung lloraba desconsolado. Su madre lo miraba con angustia. ¿Cómo podría saber un niño tan pequeño de fobias que a duras penas los adultos podrían entender?.

La mujer lo tomó en sus brazos y lo arrulló en su pecho. Taehyung sollozaba bajito mientras la mujer lo acariciaba con delicadeza.

— Mi pequeño niño, mi pequeño Tae Tae — susurraba la mujer. — No pasa nada, mi amor. No pasa nada.

Aquella paz fue interrumpida por el hombre que entró a la habitación casi azotando la puerta.

— ¡Debes de dejar de solapar todo lo que hace! ¿No te das cuenta que nuestro hijo pudo haber muerto? — gritaba el hombre.

La mujer llevó al niño pequeño fuera de la habitación e intentó calmar a su esposo.

Tenía razón. Tenía que enseñarle a asumir las consecuencias de sus actos, pero en el fondo la mujer llevada por la pena, prefirió seguir consintiendo al niño para evitar que no se sintiera rechazado. Ya sus padres biológicos lo habían hecho. No podría. No tenía derecho.

Pero a medida que Taehyung iba creciendo, se convenció de que no iba a dejar que nadie más lo siguiera comparando con su hermano. Mientras los demás lo miraban con desdén, él se iba a encargar de dejar marca en cada persona que lo conociera. Él quería demostrar que era mejor que Jin.

Sin importar lo que tuviera que hacer, sin importar a cuántas personas podría dañar en el camino.

Taehyung nunca más se iba a sentir como la última rueda del coche. Se iba a encargar de ser reconocido, sin importar el costo.

Chico Del Museo ~ NamJinWhere stories live. Discover now