CAPÍTULO 16 - The Monster

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- ¿Tienes tu disfraz listo?

- Sí, está colgado por fuera del armario para no olvidarme.

- Perfecto. - Cierro la puerta de mi taquilla tras dejar los libros de la última clase y me giro en su dirección para salir juntos del edificio; por fin acabaron ya las clases del día -. Para ser sincera, estoy bastante ilusionada por esta noche.

- Yo también, honey - me responde mi novio con una amplia sonrisa.

Últimamente le ha dado por ponerme ese apodo extraño, honey. En fin, británicos.

Yo sigo prefiriendo que nos digan enana...

Tú sola.

- ¿Te paso a recoger a las siete? - me pregunta cuando salimos por la puerta y encuentro a la morena esperando en la puerta, con las manos cruzadas sobre su pecho mientras me mira como si hubiera tardado tres años en salir.

- Okay, espero estar preparada. Bueno, más bien espero que Kayla esté preparada.

Le doy un largo beso en los labios para despedirme y me acerco a Kayla, que mira su reloj y rueda los ojos nada más llegar hasta ella. Parece más irritada que de costumbre; no solo porque vamos algo apuradas de tiempo, sino seguramente también por mi muestra de afección anterior con Nathan. Digamos que todavía no termina de gustarle la idea.

Estamos un poco apuradas porque antes de ir a la fiesta hemos quedado con el resto del grupo para decidir el nombre de la persona que pondremos en el email, pues todavía no lo hemos decidido. Y hoy se acaba la cuenta atrás.

Vamos a la cafetería, donde quedamos la última vez, y nos sentamos en unas sillas al fondo para esperar a que llegue el resto. Esta vez sí pedimos unos cafés para beber y, como tenemos tiempo suficiente hasta que llegue el resto, decidimos probar también algunos de los dulces que vi la otra vez en la vitrina. Es que madre mía, qué pinta tenían...

Y he de admitir que, tras probarlos, la pinta que tienen le hace completamente justicia a su sabor; están realmente deliciosos. Y al ver a Kayla incluso chuparse los dedos al terminar para no querer desperdiciar ni un poco del pequeño trozo de pastel, me hace saber que a ella también le gustó. Muchísimo.

De repente, escucho el sonido de la campanita de la puerta y nada más levantar la cabeza, veo que se trata de Dani. Tiene el mismo aspecto callado y desganado de siempre, pero desde que se sienta junto a Kayla y esta empieza a hablar con él animadamente, el chico parece alegrarse un poco más. Ese creo que es el superpoder innato de Kayla, que le sale tan natural y sin tener ni que forzarlo: animar a la gente y ponerla de buen humor con hablar con ella o simplemente con estar a su alrededor.

Mientras ellos dos hablan, decido observar más atentamente el local que nos rodea. De verdad que el ambiente hogareño y acogedor de esta cafetería me encanta, pues no estoy nada acostumbrada a estar en lugares así, sino en lugares más fríos y sin vida hechos para personas demasiado robóticas e inexpresivas. Mis padres siempre me llevaban a lugares en los que no podías ni oler ese aroma a galletas recién hechas, café y comida, no podías sentir ese calor que te invade nada más entrar...

Además, los suelos y mesas de madera y las luces tenues de las lámparas que cuelgan de los techos, con algunas macetas y plantas colgadas de las paredes, le dan un toque más especial al lugar. Parece el rincón perfecto.

A continuación, la campanita vuelve a sonar y otra persona más entra por la puerta de la cafetería. Levanto la cabeza y veo de quien se trata, que no podía ser nada más y nada menos que Tyler. ¿No podría haber llegado tarde hoy? Así tendría que verlo menos tiempo...

Desde que entra al local, conecta su mirada con la mía, como si fueran dos imanes que se pudieran encontrar en cualquier lugar, que se llamaran el uno al otro. No se me escapa el detalle de que ruede los ojos y resople levemente cuando me ve, pero realmente no me importa pues es exactamente lo mismo que hago yo cada vez que entro a la cancha y lo veo tirando a canasta.

5 días [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora