CAPÍTULO 20 - Confident

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A la mañana siguiente nos levantamos temprano.

Hoy vamos a salir a visitar Nueva York, puesto que es mi deber como neoyorquina enseñarle la ciudad a Nathan antes de irnos. Yo soy algo así como su guía turística, y ya tengo prácticamente todo el itinerario preparado, solo espero que nos de tiempo de hacer todo lo que quiero.

Cuando bajamos a la cocina a desayunar, no puedo evitar mirar a mi alrededor para ver si está mi madre cerca y, afortunadamente, no la veo por ningún lado. Desde lo que pasó anoche no he vuelto a hablar con ella del tema - ni de nada dado que no he salido de mi habitación desde entonces -, pero tampoco tengo intenciones de hacerlo.

Ella siempre ha sido una persona que usa todo a su favor. Absolutamente todo. Ya debía haberme extrañado que hubiera invitado a Nathan a quedarse en nuestra casa sin tener una razón detrás para hacerlo. Y claro, no se le ocurre otra cosa para hacer sentir a Nathan cómodo con nosotras y darle una cálida bienvenida a la casa que pedirle que me convenza para hacer un discurso en el funeral de mi padre.

Muy buena idea por su parte, la verdad.

Desde que me fui del comedor a mi habitación anoche, no hice otra cosa que ponerme el pijama y acostarme en mi cama. No quería hablar con nadie, y mucho menos con mi madre. Hablar del tema de mi padre siempre removía cosas dentro de mí, cosas que no quería recordar. Mi padre no fue mal hombre al principio, pero al pasar los años... La relación conmigo digamos que cambió un poco. No solo porque no estuviera nunca en casa, igual que mi madre, sino porque durante ese último año, todo cambió.

Recuerdo escuchar a Nathan entrar anoche a la habitación en completo silencio un buen rato después de yo haber subido, intentando no hacer mucho ruido al verme acostada en la cama cubierta con la colcha; supongo que pensaría que estaba durmiendo, pero lo prefería así, no me apetecía para nada hablar.

Se lavó los dientes intentando ser lo más silencioso posible y, un rato después, lo escuché quitarse la ropa y juro que en el momento en el que oí el sonido de su bragueta bajar, me entraron unas ganas inmensas de levantarme de la cama de un salto para ir a su encuentro y ayudarlo yo misma. Me daba igual que supiera que no estaba durmiendo y luego tuviera que hablar con él de lo que sea que seguramente le convenció mi madre, pero desde que escuché el sonido de una llamada de su teléfono, decidí quedarme acostada.

Percibí cómo dio algunos pasos en mi dirección y se acercó hacia mí unos segundos en los que se quedó en completo silencio. Supuse que era para comprobar si estaba dormida o no, aunque sinceramente no entiendo por qué.

Quizás era una conversación privada, quizás estaba hablando sobre una sorpresa para mí, quizás estaba invadiendo su espacio, quizás no debería haber estado allí, pero no me levanté de la cama y fingí que estaba dormida para escuchar la conversación. No sé por qué lo hice, a lo mejor fue por simple instinto, pero mi conciencia me aconsejó que me quedara acostada y respirara con total normalidad.

Hice eso mismo, fingir que estaba en un profundo sueño como hacía de pequeña para luego ir y asustar a Nana, y Nathan, seguro de que no lo estaba escuchando porque estaba dormida, se llevó el teléfono a la oreja y empezó a hablar.

- Hey, ¿qué pasa? Ahora no puedo hablar, estoy... No es el mejor momento - susurró nada más atender la llamada -. Sí, por supuesto, aprovecharé esta semana para hacerlo - le oí decir al teléfono, en voz baja supongo que para no despertarme -. Claro, claro, en cuanto tenga la oportunidad, lo miraré... - continuó tras una pausa en la que la persona al otro lado de la línea le decía algo -. Sí, no te preocupes, Lucas, yo te aviso si hay novedades de cualquier cosa.

¿Lucas? ¿Ese no era el nombre de su hermano?

- Sí, tranquilo, todo está controlado - contestó en un tono hastiado y molesto -. Adiós.

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