"No juzgues un libro por su portada" Esa frase parecía funcionar bien para todo; menos para Venecia.
Todo el mundo la veía como un desastre y cuando terminó volviendo a la casa de sus padres y a vivir bajo la sombra de sus perfectos hermanos, todos...
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Mi nuevo empleo en Foley me tenía agotada, no era gran cosa la que hacía, pero si era un cambio de ritmo importante, sobre todo ahora que ya todos en la planta sabían de mi existencia y al parecer todos querían beber café y mis fotocopias eran de mejor calidad, por lo que me pasaba el día sirviendo café y repartiendo copias de un lado a otro.
Mi teléfono sonó a las diez de la noche, mientras salía de la ducha lista para meterme en la cama. Cerré los ojos y suspiré cuando vi quien me llamaba.
─ Daniel...─ respondí agotada saliendo del baño que alguna vez compartí con mi hermana.
─ Venecia te necesito...─ Exclamó distraído justo antes de gritar una orden a alguien más ─ Tengo todas las mesas reservadas y poco personal...
─ Pero es miércoles ¿Quién va a un lugar así en miércoles? ─ Lo cuestioné.
Escuché al hombre suspirar, no entendía porqué era tan paciente conmigo o tal vez sí lo sabía, creo que era la única persona que no sentía pánico en su presencia.
Daniel era un tipo grande, guapo y con el suficiente poder como para manejar varios negocios en la ciudad, entre los que contaba Luxure un bar exclusivo de caballeros - en realidad era un bar de desnudistas- El se hombre codeaba con personas poderosas y sabía sucios secretos de ellos, secretos que solo hacían aumentar su poder en la ciudad.
Daniel era el tipico hombre con el que no querrías meterte, pero a mí no me daba miedo. Será porque siempre se había comportado como un caballero o porque me había ayudado sin conocerme, pero no conseguía, en mí, el efecto de pánico que lograba en los demás.
─ Se que nuestro acuerdo es por los fines de semana y Jasper me dijo que habías conseguido un empleo nuevo, pero no te lo pediría si no fuera necesario...─ suspiró mientras gritaba una orden a alguien mas con esa voz gruesa que tenía ─ Piénsalo como un paso más cerca a saldar tu deuda.
─ Eres de lo peor...─ suspiré y escuché una fuerte carcajada al otro lado ─ Puedo estar allí en una hora, tengo que inventarme una excusa para salir de casa...
─ ¿Seguro que tienes veinticuatro?
Puse los ojos en blanco aprovechando que no me veía, harta de que las personas me juzgaran por vivir en casa de mis padres.
─ En una hora...─ insistí mientras colgaba el teléfono y rebusqué en los contactos de mi celular mientras tomaba la mochila para colocar la ropa de trabajo.
─ Neci ¿Estas bien? ─ La voz de Mimi siempre sonaba preocupada cuando la llamaba en lugar de enviarle algún mensaje.
─ ¿Me cubres? ─ pregunté ─ Daniel acaba de llamarme y estoy segura que puedo negociar un buen número de noches si me presento esta noche, al menos podría descontar dos o tres noches de trabajo...
