Cuarenta y cuatro - Venecia

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Alex me pidió que lo esperara en el estacionamiento a la salida. Seguíamos sin mostrarnos en la empresa, no quería a extraños hablando a mis espaldas.

Mientras me encontraba apoyada en la camioneta de mi novio vi salir a Minerva, enfundada con un bonito vestido azul que resaltaba aún más su cabello rojo. De pronto mi teléfono vibró y lo saque antes de llamar su atención. Era ella en el grupo que teníamos con mis amigas; era la foto de una carpeta negra con letras doradas que decía "Foley Cosmetics".

Levante la mirada para llamarla cuando otro mensaje apareció en la pantalla:

Minerva:

Lo conseguí. Mi primer contrato con Foley para preparar una de mis fragancias.

─ ¡¿Qué?! ─ grité haciendo que mi amiga se detuviera asustada.

─ ¿Necia? ─ preguntó sorprendida.

No dije una sola palabra, corrí hasta chocar con su cuerpo y abrazarla tan fuerte que creí caeríamos las dos al suelo.

─ ¡Te felicito! ─ murmuré sin soltarla.

─ Esto es gracias a ti ─ dijo emocionada, podía sentir el temblor de su pecho contra el mío.

Me aleje de ella y la mire a los ojos.

─ Mimi, yo no tengo nada que ver. Eres increíble en esto, no le des los laureles a nadie más ¿De acuerdo?

Mi amiga asintió llorando y levantó la carpeta.

─ Lo logré.

─ ¿Adiós a la florería?

Mimi me miró pensativa y negó la cabeza.

─ No, no podría dejarla sin más. Pero ya no tendré que dormir pensando en que pasará el próximo mes si no vendo lo suficiente.

─ Estoy tan orgullosa Minerva, pero ¿Qué haces aquí? ─ pregunté al darme cuenta que no tendría sentido que Mimi estuviera en el estacionamiento, ella no manejaba.

─ Viene conmigo ─ me asusté cuando la voz de Ezra sonó a mis espaldas.

Lo vi acercarse, tomar la cintura de mi amiga y estampar un caliente, muy caliente beso en sus labios.

─ Esta noche ─ dijo cuando abandonó los labios de mi mejor amiga que estaba colorada como un tomate ─ Festejamos el contrato.

Asentí en silencio, mientras él tiraba de mi amiga para llevarla a su auto.

─ ¡Prometo contarte todo luego! ─ gritó divertida, supongo por mi cara de asombro.

«Mas te vale» pensé para mis adentros.

─ ¿Lista?

Alex se acercó por detrás haciéndome saltar del susto.

─ ¡Pero Mierda! ─ Grité ─ ¿Por qué todo el mundo quiere asustarme?

VeneciaWhere stories live. Discover now