"No juzgues un libro por su portada" Esa frase parecía funcionar bien para todo; menos para Venecia.
Todo el mundo la veía como un desastre y cuando terminó volviendo a la casa de sus padres y a vivir bajo la sombra de sus perfectos hermanos, todos...
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─ ¿Estás lista? ─ Mi padre apagó el motor del auto en la entrada de la universidad.
─ Eso espero ─ suspiré sin un gramo de convicción.
El día de mis exámenes había llegado, siempre pensé que sería Alex el que me acompañara. Habíamos hablado de tomar el viaje como unas mini vacaciones y luego festejar juntos. Pero no volví a verlo, ni siquiera en la empresa.
No renuncie a Foley, no podía hacerlo, necesitaba ese empleo. Al menos hasta que tuviera mi título y pudiera buscar algo más. Por lo que había ahorrado todo lo que pude, porque no pensaba seguir en esa empresa, no podía. Mi ánimo no se había recuperado ni un poco, mamma insistía en que había perdido peso y aunque intentaba disimularlo con la ropa cada vez más holgada, a una madre no se la engaña. Pero mi relación con ella había mejorado. Finalmente habíamos podido tener una charla madura y habíamos aceptado los errores que cometíamos.
─ Suerte hija ─ me gritó papá desde el vehículo mientras caminaba a paso lento hacia el edificio principal.
