Cincuenta y dos - Venecia

29 3 0
                                    

La mañana era más cálida de lo normal, los de la zona decían que llovería y lo que a los turistas les parecía el peor pronóstico a mi me resultaba encantador

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

La mañana era más cálida de lo normal, los de la zona decían que llovería y lo que a los turistas les parecía el peor pronóstico a mi me resultaba encantador. Un trueno resonó a los lejos y sonreí cuando tostada, el pequeño cachorro que adopté después de encontrarlo en una gasolinera cerca de Tamaulipas, se acurrucó entre mis piernas. Tostada era un cachorro dulce y que no tenía más de tres meses por lo que aún era un poco asustadizo, pero se había adaptado muy bien a la vida en la pequeña camioneta.

─ ¿Quieres hacer pipi? ─ pregunté acariciando la bola de pelos, que de la nada se había dormido.

Cuando desvié la mirada choqué con ese diario que había estado llevando desde que salí de casa. Bueno, no era un diario. Nunca fui una persona constante, pero lo usaba para anotar mis pensamientos cuando llenaban tanto mi cabeza que no me dejaban dormir, dejé a tostada durmiendo acurrucado en los pies de mi cama y me asomé hasta que mis piernas quedaron colgando en la parte trasera de la van. Tomé aire profundamente llenando mis pulmones de aire salado y cálido.

Acaricié la tapa del cuaderno, no era nada glamoroso. Un simple cuaderno que compré en una parada de las tantas que hice. Lo abrí y busqué la carta que le escribí a Alex la primera vez que amanecí en Paa Mul.

"Siempre fui la chica ruda de mis amigas. Todas creían que yo era la más fría, pero se equivocaban, yo era enamoradiza. No en la forma en la que uno está acostumbrado, yo no me enamoraba de cualquiera, pero si quería enamorarme. Siempre lo había querido,

Rápido, intenso y mucho, así fue lo nuestro. Del otro lado era confuso, todo estaba bien. Pero intenté ser leal, hice una promesa y soy una persona de palabra. Fue mi error y lo siento.

Siempre fui un poco pesimista con lo nuestro, tal vez para no ilusionarme o tal vez porque yo necesitaba más, yo siempre necesité un poco más. Porque cuando amo, amo mucho. Yo te amé mucho.

Estaba tan insegura. Una inseguridad tan típica de cuando estás tan enamorado y sabes que no eres suficiente y que, tal vez, no estás ni estarás nunca a la altura. Inseguridades que hoy, mi yo masoquista extraña porque tenerlas implicaría estar contigo. Estar a tu lado.

Al principio intente entender que estabas en un momento complicado, difícil, rearmándote. Pensé que al encontrarte en un rol que sentías no te pertenecía o te era extraño, cómo el ser papá, en algún momento volverías a verme a los ojos y verías en mi eso que muchas noches mientras me besas haciéndome el amor me decías «Tu locura es mi paz».

Me cuesta entender que hoy yo no sea tu sitio de paz o tu ancla a la tierra, porque yo creía que el amor lo podía todo. Pero contigo tuve que rebuscar entre mis herramientas y hacer uso de esas cosas que quería que funcionaran para mí, tuve que rebuscar en esos tontos libros de autoayuda esa frase "No todos somos iguales, no todos amamos igual" Nico y yo somos mellizas y no somos iguales. Tu y yo tampoco lo somos, por mucho que lo pareciéramos, no somos iguales y hasta ahora no pude darme cuenta. Porque cuando amo, amo tanto que me ciego.

Hace unos días, en un bar de playa una anciana me dijo que tenía que entender que lo que para mí es causa consecuencia para otros, para ti, tal vez no lo es y que no por eso sientes menos ¿Me amas Alexander? ¿Todavía me amas? Tal vez si. Tal vez solo estés muy, pero muy, enojado. O tal vez me amas, pero no como yo quiero ¿Será suficiente? No lo sé. Nunca lo sabremos.

Me cuesta cada día un poco menos, pero cuesta. Te metiste tan profundo en mi alma que sacarte sería tan doloroso como arrancar una parte de mí. Una parte que no reconocía, que afloro contigo y que me agrada demasiado.

Sí debo confesar algo mas que no sepas, es que entró a tu Instagram casi a diario con una cuenta falsa porque ¿A quien quiero engañar? No soy fuerte, ni valiente. Soy solo una chica que hizo la locura más grande que se le ocurrió buscando olvidarte y me enoja que no funcione.

En tu Instagram vi una foto de un atardecer que se me hizo familiar, tu perfil perfecto estaba iluminado por el rojo intenso del sol antes de desaparecer en el horizonte y unas palabras dolían en la descripción: «Quizás no era nuestro momento». Esas palabras dolieron tanto como si alguien hubiera golpeado mi pecho intentando arrancar mi corazón de un solo golpe.

¿Eran para mi? Por un lado quería creer que sí, que esa frase era nuestra. Que habíamos sentido lo mismo aunque sea en una milésima de segundo. Pero a los pocos segundos la duda y la desesperación se instalaron en mi, matando las mariposas que revoloteaban en mi estomago ¿Y si eran para ella? ¿Acaso eran para Sara? ¿Cómo saberlo?

La Venecia de antes tenía más curiosidad que dignidad, por lo que hasta, quizás, hubiera exigido una explicación.

Pero algo cambie en este viaje, no mucho, pero tengo un amigo nuevo se llama Tostada y está tan perdido en el mundo como yo y encontrarlo de casualidad me hizo entender que las almas viajan y cuando tiene que ser simplemente se reencuentran.

La antigua Venecia se hubiera reído de esas palabras. Pero ya no queda mucho de ella. Lo poco que queda es lo que temo que desaparezca, que es la parte que te amó con locura. Pero tengo que dejarla ir Alex, porque los dos merecemos reencontrarnos, quizás en el momento correcto.

Con amor.

Venecia"

Teclee la carta que en su momento había escrito y el húmedo hocico de Tostada se apoyó en mi pierna y me observó con la ternura instalada en sus dulces ojos, como si el supiera cómo y cuanto duele.

─ Tal vez va siendo hora de volver a la ruta amigo ¿Qué opinas?

Ladró juguetón y sonreí.

VeneciaWhere stories live. Discover now