Treinta y tres - Venecia

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─ ¡¿Qué?!─ exclamó mi hermana sorprendida.

Nos habíamos encerrado en el baño, apenas volví de mi recorrido con Alex por el laboratorio, no podía esperar para contarle la noticia.

─ Voy a trabajar en el laboratorio ─ repetí con los ojos llenos de lágrimas.

Mi hermana no dijo nada, me observó y a los pocos segundos la tenía abrazándome y repitiendo una y otra vez un mantra contra mi oído:

─ Lo sabía, sabia que te verían Necia...

Me aleje para mirarla a la cara, estaba emocionada y feliz, sonreía como pocas veces lo hace.

─ Sabía que si conseguías este empleo no tardarían en notar lo inteligente que eres ─ acomodo un mechón de mi cabello y sonrió ─ Estoy muy orgullosa de ti Necia.

─ Gracias Nico... No es que este teniendo un trabajo muy diferente, por lo que entendí hare casi lo mismo, salvo por el café y que no tendrás que verme tan seguido.

─ No seas tonta ─ susurró mi hermana tomando ambas manos ─ Eres increíble y no importa que hagas, demostraras tu valía muy pronto.

Abrace a mi hermana en uno de esos momentos que solíamos tener muy de vez en cuando, pero que sentía hermosos. De pronto las palabras de mamá resonaron en mi cabeza y me aleje dispuesta a preguntar eso que daba vueltas por mi cabeza, pero el teléfono de mi hermana sonó.

─ Es Alexander ─ dijo mirando su pantalla.

En ese momento lo vi claro, la mirada estaba iluminada, la forma en la que sonreía a la pantalla mientras tecleaba una respuesta y ¿se había sonrojado?

─ Tengo que irme, me necesita.

Beso mi mejilla y salió del baño dejándome perpleja y asustada.

A mi hermana le interesaba Alex, estaba segura. La conocía demasiado y de pronto Ezra volvió a mi cabeza de algo me había perdido ¿Habría pasado algo entre mi hermana y Ezra?

Salí del baño, cruce todo el piso y sin anunciarme -como ya era costumbre en mi- entré al despacho de mi amigo.

─ ¿Qué haces aquí?

Pregunté cuando me encontré frente al despacho de Ezra la melena roja de mi mejor amiga.

─ Hola Necia ─ sonrió y sus mejillas se tiñeron de un color bordo intenso.

Camine lentamente.

─ ¿Alguna vez tocaras la puerta antes de entrar? ─ Preguntó Ezra, no sonaba molesto mas bien divertido.

Negue en silencio mientras me acercaba al escritorio. Mimí se puso de pie y me abrazo.

─ Ezra me pidió que viniera ─ Dijo ella mientras mantenía la mirada fija en mi amigo ─ Alex le hablo de mis perfumes, supongo que habrás tenido que ver en eso...

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