Catorce - Venecia

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Finalmente golpeé la puerta del despacho de Daniel, esperando que me regañara por haber arruinado la noche de su amigo.

─ ¿Sigues aquí? ─ Preguntó sorprendido cuando me vio en la puerta ─ Pensé que te habías ido hace un rato.

Mis labios se fundieron en una línea delgada y solté el aire por la nariz caminando directamente a la silla frente a su escritorio.

─ Creo que la cagué y lo siento ─ confesé conteniendo las ganas de llorar por vergüenza y también por la posibilidad de joder mi acuerdo con él.

Daniel levantó la vista de su teléfono y me miró confundido ─ ¿De qué hablas? ¿Te metiste en problemas? Sabes que puedes contármelo Venecia...

─ ¿Qué? ─ Ahora la confundida era yo ─ No, me refiero a tu amigo...

─ ¿Qué hay con él? ─ sonrió y abrió su cajón sacando un sobre. Luego dejó un puñado de billetes de cien por encima ─ Tu paga de esta noche. Como acordamos, y gracias por cubrirme, está la paga completa y esto es de mi amigo ─ Una pícara sonrisa apareció en sus labios ─ se olvidó de dejar una propina, no sé qué hiciste ahí dentro, pero deberías replantearte los límites de tu trabajo.

Tomé el sobre y el dinero que estaba por encima, no necesitaba contar lo que había en el sobre, confiaba en Daniel, nunca me había faltado ni un centavo en sus pagos, pero si me sorprendía la cantidad de dinero que había dejado sobre la mesa, ahí habría, por lo menos, mil dólares.

─ Entonces ¿No hice nada mal? ─ La furia comenzó a subir por mi garganta.

─ ¿Mal? ─ Daniel rio soltando el aire por su nariz y volvió a prestarme atención ─ Vini, creo que hiciste todo demasiado bien ─ volvió a señalar el dinero.

Tomé el sobre y lo metí en mi bolso. Me puse de pie dejando el otro dinero en el escritorio.

─ ¡Dile a tu amigo que se meta la propina en el trasero! ─ Cerré mi bolso y miré a mi jefe ─ Me hizo sentir que hice todo mal ─ la voz me tembló pero me negué a dejar salir la angustia ─ me sentí insegura y como una idiota, es un imbécil y no cuentes conmigo para que vuelva a atenderlo ─ miré fijamente a Daniel que me observaba sorprendido por mi reacción, nunca le había hablado así ─ Es un... ¡Dile que es idiota! ─ Caminé hasta la puerta y me gire antes de abrirla ─ Nos vemos el sábado, recuerda que el viernes no puedo venir y... Gracias por todo Daniel.

Salí de Luxure furiosa ¿Quién mierda se creía que era? ¿Por qué baile? Era mi regla principal, nunca bailaría. Pero ahí estaba este tipo guapo, alto, sensual y exigente.

¡Dios! Era una idiota de pies a cabeza, llevaba casi un año trabajando con Daniel y nunca me había sentido así de atraída por ningún idiota que pisara un lugar como Luxure, pero el me hizo sentir tan confiada, tan sexy y atractiva ¡Mierda! Su sola mirada desde que entré al privado, sentí que me comía con los ojos. Nunca fui una mujer que se sintiera intimidada por un hombre, pero este tipo... ¡Era un idiota! Más me valía no olvidar eso y recordar lo que era; un idiota.

VeneciaWhere stories live. Discover now