Parte 03

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Terminé de acomodar las charolas de los helados y dejé las vacías sobre el lavaplatos, había algunas parejas sentadas en las mesas de madera, disfrutaban de sus postres mientras reían y conversaban.
Todos en algún momento nos sentimos conmocionados cuándo miramos ese tipo de escenas, nos gustaría vivir eso cómo si estuviéramos seguros de que en sus vidas cómo parejas es un cuento de hadas.
Victoria: vamos, cariño, no te distraigas.- me sacó de mis pensamientos dándome una leve palmada en el hombro, asentí sacudiendo la cabeza y me dirigí a la caja para recibir a un cliente.
Acacia me había llamado hoy por la mañana, dijo que quería salir por la noche ya que teníamos muchas semanas sin salir, le dije muchas veces que no pero ella siguió insistiendo porque sabía cuál sería la respuesta final, ahora tenía que hablar con mis padres para pedirles permiso de llegar tarde.
Siempre me han preguntado cuál es mi meta o aspiración en la vida, yo nunca sé cuál es la respuesta y termino diciéndoles que quiero ser realmente feliz, desde pequeña me encantó ayudar a las personas y mi padre me convenció durante un tiempo de que mi carrera a elegir tenía que ser enfermería o medicina, después esa idea se me quitó de la mente y me quedé vacía.
Acacia quiere estudiar contaduría y Dylan quiere seguir siendo mecánico, me gusta tocar el piano, cuándo era pequeña tomé clases y estas duraron hasta que cumplí 15 años, incluso mi padre me compró un mini piano que me servía para seguir practicando y no perder el ritmo.
Miré el reloj de pared mientras mis dedos golpeaban el mostrador, la manecilla se movía lentamente hacia la hora que más esperaba, el sonido que hacían las manecillas hacían dupla con los golpeteos de mi corazón, ansiosos por salir corriendo de aquí.
Victoria: ¡Aitana, es tu hora de salida!- gritó desde el otro extremo de la heladería mientras colocaba una nueva promoción en el cristal, grité internamente y me quité el delantal, lo colgué en una de las paredes y me dirigí a mi casillero para sacar mi pequeña mochila y suéter.
Aitana: ¡Hasta mañana, jefa!- ella asintió mientras luchaba con la cinta adhesiva que se le pegaba entre los labios. Caminé sobre la vereda, entrecerrando los ojos por los rayos del sol que empezaba a ocultarse.
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Llegué a mi destino, le pagué al señor del taxi y me dirigí a mi casa, había un auto de color negro estacionado al otro extremo de la carretera, es extraño porque esa casa tiene tiempo deshabitada. Abrí la puerta y recibí el exquisito olor que provenía de la cocina, podía escuchar suaves canticos y el sonido del aceite chillando acompañado de los golpes de una cuchara, abrí la puerta de la cocina y miré a Priscila frente a la estufa con su delantal favorito y un moño en el cabello.
Aitana: huele delicioso.- coloqué mi barbilla sobre su hombro mirando el sartén.- uh, Nuggets, me encantan.
Priscila: lo sé, por eso decidí esto para comer hoy, ¿te gustaría ayudarme a preparar una ensalada?- asentí enseguida, me quité la mochila dejándola sobre un taburete y me dirigí al refrigerador para sacar lo necesario.
Una lechuga fresca, tomate, pepino, zanahoria y limón, coloque la tabla de picar sobre la encima y comencé a picar las cosas.
Aitana: ¿papá vendrá a comer?- ella asintió con una sonrisa.
Priscila: hoy llegó temprano, se citó con la persona que venderá el restaurante, al parecer estamos muy cerca de poder ser los dueños de ese lugar.- su tono parecía demostrar lo emocionada que estaba con eso.
Aitana: me da gusto, sé cuánto has deseado ser dueña de tu propio restaurante, espero que cuándo esté desempleada tú me des trabajo, aunque sea de guardia de seguridad.- reí y ella hizo lo mismo, se recargo sobre su antebrazo y después me señaló con la cuchara.
Priscila: cuándo yo sea por fin dueña de ese lugar, quiero que tú renuncies y seas mi mano derecha en el restaurante, necesitaré tu orientación en muchas cosas.
Aitana: de acuerdo, haré lo que tú me pidas.- sonrió con ilusión y regresó a lo que estaba haciendo, quizás este sea un buen momento para pedirle permiso para esta noche.- sabes...Acacia quiere salir esta noche.
Priscila: lo sé, pero dudo mucho que tu padre te deje salir hoy.- hizo una mueca de disgusto.- está un poco estresado por las ventas y porque tiene que hacer muchos movimientos para poder conseguir ese restaurante, además sabes lo estricto que es con esas cosas.
Aitana: tengo ganas de salir, mamá.- a ella le encantaba cuándo le llamaba así, su corazón se endulzaba y se volvía más accesible, aunque claro que no le llamaba así por conveniencia.- además Dylan pasará por mí y con él vendrá Acacia, no tienes que preocuparte, además no beberé.
Priscila: de acuerdo, termina de hacer la ensalada y sube a arreglarte, yo hablaré con tu padre si se molesta.- asentir, dejé el cuchillo a un lado y le dí un beso fuerte en la mejilla.- convenciera, te aprovechas de que tengo un corazón muy noble.
Aitana: claro que no, pero sé que cuento contigo.- asintió sonriendo. Ambas nos concentramos en terminar lo que estábamos haciendo, corte la verdura que me faltaba y la deposité en un tazón de cristal después de lavarla, la condimente y limpie lo que anteriormente había ensuciado. Mi celular comenzó a sonar, lo saqué de mi mochila y respondí.
Acacia: ya estoy lista, Dylan dijo que estaba cerca de mi casa y que de aquí pasaríamos por ti.- miré a Priscila quien al parecer había escuchado lo que mi mejor amiga me había dicho.
Aitana: aún ni siquiera me ducho.- escuché un suspiro del otro lado de la llamada.- me daré prisa, pero no lleguen tan rápido.- dicho esto, colgué.
Priscila: bueno, pequeña jovencita, es momento de que subas a ponerte más hermosa de lo normal.- asentí dejando mi celular sobre la barra de centro, tomé mi mochila y corrí escaleras arriba para entrar a mi habitación.
Abrí el armario sacando cada prenda que había dentro de él, lo que antes era un orden, ahora se convirtió en una zona de guerra, miré varios vestidos que no me gustaban para esta noche, los tiré a un lado y me quedé con los sobrantes esparcidos por la cama. 

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