⚠️Parte 59 (Oliver) ⚠️

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La lleve por el camino de rosas que nos llevaban a mi habitación, habíamos bailado por un rato y con distintas canciones, además habíamos brindado solo una vez, en mi habitación había un pequeño pastel con en el número 21 en velas pequeñas y estas eran rodeadas por fresas pequeñas, además en el suelo estaba formado un pequeño camino con veladoras, había dejado puesta una película y un tazón de palomitas para tener una mini pijamada de pareja.
Aitana: hiciste demasiado.- me sonrió.- pero muchas gracias por haberme dado uno de los mejores cumpleaños de mi vida, estoy disfrutando tanto que no quiero que se termine.
Oliver: me da gusto, cariño.- puse un mechón de su cabello detrás de su oreja.- he elegido una película de romance, no soy mucho de verlas pero si es contigo las cosas cambian, también he comprado un pastel cómo puedes ver y tengo algo más que quiero que veas.- ella me miró con curiosidad y se giró para verme fijamente. Tomé la pequeña caja que se encontraba a un costado de mi cama y se la entregué, esta venía envuelta con papel dorado y un moño de color blanco, se sentó sobre el sofá que estaba frente a mi cama y comenzó a quitarle la envoltura con delicadeza, luego abrió la caja de la misma manera y abrió sus labios con sorpresa.
Aitana: la esfera...- asentí, hace un tiempo habíamos ido a un festival y ella había mirado con ilusión a una pareja que compraba una esfera de estas, aunque en ese momento el hombre que las vendía se encargaba de meter una foto de la pareja dentro de la esfera y después la agitaba para que cayera nieve sobre la fotografía.- muchas gracias, amor.- se levantó del sofá y me abrazó con fuerza, yo hice lo mismo.- sabías cuánto la quería y aprecio mucho que lo hayas recordado, eres increíble.
Oliver: no, Aitana, tú eres increíble, haces que quiera ser una mejor persona cada día.- me separé de ella para poder mirarla.- y me esforzaré para ser el hombre que tú mereces, para darte el mundo entero si es necesario y que no tengas que pasar por tiempos difíciles, te adoro, muñequita.
Aitana: ¿es muy pronto para decirte que te amo, Oliver?- le sonreí sintiendo cómo mi corazón palpitaba cómo un completo estúpido desenfrenado, acaricié su mejilla para besarla y demostrarte que nunca es demasiado pronto para nada, ella se aferró a mi camisa con sus pequeñas manos mientras seguía con el beso.- demonios...¿me puedes hacer el amor cómo regalo final?- a veces me sorprendía lo directa que podía llegar a ser, sus ojos se parecían a los del gato con botas y sus labios aclamaban que yo me los comiera.
Oliver: eso no tienes que pedirlo, preciosa.- nuevamente la besé, con amor, con pasión y deseo, la lleve a la cama, ella se sentó en el borde de esta sin dejarme de besar y comenzó a desabotonar mi camisa hasta quitarla por completo, solo entonces dejó de besarme, sus manos acariciaron mis brazos, luego mis pectorales y finalmente mi abdomen, dejaba besos pequeños y fríos por encima de mi ombligo mientras desabrochaba mi cinturón, podía sentir cómo mi cuerpo comenzaba a reaccionar con más desesperación ante sus caricias, mi piel se erizaba y sus gemidos comenzaban a sonar en mis oídos aún cuándo ella no estaba gimiendo, mi imaginación me traicionaba haciéndome sentir más excitado y desesperado por estar dentro de ella, enredé mi mano en su cabello haciéndole una coleta con mis dedos de liga, entonces sentí su lengua jugar con la punta de mi pene, mil escalofríos aparecían en mi cuerpo haciéndome estremecer, entré a su boca hasta dónde ella me lo permitió, sus ojos veían hacia arriba provocándome un millón de sensaciones que no podía evitar, penetre su boca unas cuantas veces más y después la besé sintiéndome desesperado, ella se puso de pie y me tiró en la cama, ahora yo estaba sentado en el borde de esta mirando lo que ella hacía. Me dió la espalda y comenzó a mover sus caderas de un lado a otro, mientras lo hacía, bajó la cremallera de su vestido y lo hizo caer al suelo mostrándome su cuerpo decorando a ese conjunto de ropa interior que ahora me parecía inoportuno, se giró nuevamente y me sonrió provocativa, sus manos acariciaron sus muslos, después pasaron cerca de su entrepierna y subieron a sus senos. Caminó hacia mí colocándose entre mis piernas, se sentó sobre ellas y me hizo recostar en la cama, yo la veía cómo un tonto hipnotizado, quedó recostada sobre mi pecho y aproveché para desabrochar su sostén de encaje, ella se lo quitó y lo lanzó a un rincón de la habitación.
Comenzó a mover sus caderas sobre mi, estaba desnudo y podía sentirlo más, ella sonreía juguetona mientras me torturaba, sostenía mis manos impidiendo que yo pudiera tocarla y hacerla a mi modo, sus mejillas rápidamente se tornaron rosadas, mordió su labio inferior y comenzó a gemir suavemente.
Oliver: me toca.- aproveché que su agarre estaba liviano y cambiamos la posición, ahora ella estaba debajo de mí y yo entre sus piernas. Me bajé de la cama poniéndome de rodillas en el suelo, tomé sus caderas y la deslice hasta el borde la cama, besé sus muslos y les dí pequeñas mordidas sin intenciones de lastimarla, después le besé por encima de la ropa interior, sus manos se colocaron sobre las mías haciendo un poco de presión y gimió entre risas. Le hice a un lado aquella prenda estorbosa y hundí mi lengua en ella, comenzó a gemir aferrándose a las sábanas, su espalda se elevó y cerró sus ojos con fuerza disfrutando de lo que sentía, eso me gustaba, metí dos de mis dedos en ella y comencé a penetrarla con lentitud mientras succionaba su clítoris y le daba masajes circulares con la lengua, sus dedos se enredaron en mi cabello mientras sus piernas descansaban sobre mis hombros, comenzó a temblar y me llevó a sus labios obligandome a recostarme sobre sus senos, froté mi miembro en su entrepierna acelerando su respiración, fingí entrar en ella pero al final no lo hacía, así la engañé un par de veces hasta que se aferró a mi cintura enredando sus piernas y presionandome para que entrará en ella, cuándo lo hice, sonrió soltando un suspiro y me besó metiendo su lengua en mi boca.
Oliver: me encantas, lo sabes ¿verdad?- asintió gimiendo mientras la velocidad de las penetraciones aumentaba, sus senos se movían al ritmo del movimiento haciéndome ser más excitado, metí uno de ellos a mi boca y comencé a saborearlo mientras me deleitaba con sus gemidos melodiosos.
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Habíamos cambiado de posiciones unas cuantas veces, ahora ella estaba recostada y yo estaba detrás con mi antebrazo colocado sobre sus senos y mi mano entrelazada con la suya, nuestros cuerpos ya habían comenzado a sudar y se escuchaba cuándo mi piel chocaba con la de ella.
Aitana: mierda, Oliver.- jadeó mientras sus piernas comenzaban a temblar y se presionaba más contra mi cuerpo, mis embestidas subieron de intensidad al sentir que llegaría al orgasmo y que ella no tardaba mucho en lograrlo. Pasaron unos segundos con gemidos de ambos, se mezclaban y llenaban la habitación al unisono.
Nuestras respiraciones aceleradas se encontraron cuándo ella se giró para mirarme, me rodeó con su brazo y me dió un beso suave que enseguida respondí.
Oliver: ¿tienes frío?- asintió, me levanté un poco para poder meterme debajo de las cobijas y que ella hiciera lo mismo, apoyo su cabeza en mi pecho desnudo y suspiró agotada.- disfruto mucho estar contigo, algunas veces escuché a Axel decir que su lugar seguro era estar con mi prima...lo dijo en broma, pero ahora yo digo que tú eres mi lugar seguro.- besé su frente y después recargue mi cara en su cabeza.
Aitana: y tú eres el mío.- suspiró mientras deslizaba sus dedos suavemente por mis tatuajes.- gracias por todo, amor, lo disfruté cómo no tienes idea, no quiero que la noche termine.
Oliver: bueno...aún está puesta la película ¿quieres verla?- asintió acomodándose mejor sobre mi pecho y cubriéndose hasta los hombros con la sábana. Tomé el control remoto que se encontraba en el mueble de noche y presioné un botón para que comenzará a reproducirse.
Me sentía tranquilo, cómodo y demasiado contento, había pasado muchísimo tiempo desde la última vez que me sentí así, correspondido con sinceridad.
Pasaron unos minutos y sentí cómo su respiración se relajó, su mano se deslizó débilmente por mi costilla y se quedó quieta ahí, se había dormido, cubrí mejor su espalda y le dí un beso en la frente con suavidad para que no se despertara.

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