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CAPÍTULO OCHO.
El Rockland.

Thiago emocionado les informo a los chicos y a su viejo de que les había conseguido una beca para estudiar en su mismo colegio. Bartolomé palidecio al oírlo, la voz parecía no poderle salir de la garganta, pero poco pudo decir por la presencia de Nico y Cielo así que no le quedó más opción que agradecer a su hijo por el gesto, Justina abrió los ojos sorprendida, no podía creer que Bartolomé había aceptado dejar que los chicos fueran a la escuela.

El lunes siguiente el cielo amaneció teñido de una densa oscuridad, enormes nubarrones negros lo cubrían por completo, todos en la mansión amanecieron muy temprano, con el nerviosismo del primer día de clases, el único que no empezaría las clases era Monito, porque no habían tenido tiempo de anotarlo por su recién llegada, el miraba a todos correr de un lado a otro, mientras comía sin parar vainillas mojadas en leche.

El fin de semana habia transcurrido entre la constante evocación de los minutos gloriosos que había durado el festival y el sonido incesante de la máquina de coser con la que Cielo arregló los uniformes para los chicos, aparte de ocuparse de los útiles, forro cada cuaderno y carpeta comprados para los chicos, saco punta a los lápices y lleno de caramelos la cartucheras, con la ayuda de Clara, que mientras la ayudaba imaginaba sus días en la escuela, siendo escuchada con emoción por Cielo. Nunca había ido al colegio, su abuelita le había enseñado a leer y a escribir prometiendole que cuando tuvieran suficiente dinero la llevaría a una escuela. Pero lamentablemente no pudo pasar. Y ahora la emocionaba saber que por fin podría ir.

- abuelita estoy cumpliendo nuestro sueño, mañana comienzo el colegio - susurró con orgullo mirando su foto entre sus manos.

Entre los chicos se extendía una mezcla de alegría y nerviosismo, todos estaban entusiasmados por empezar el colegio, pero les angustiaba un poco ir a uno repletos de chetos, que sin duda los mirarían como a bichos raros.

Aunque el último día de la dulce espera había sido algo amargo para Clara, si bien Rama era uno de los que más le había emocionada la idea de ir al colegio, durante todo ese último día parecía apagado algo que había preocupado a Clara.

- ¿estas bien? - preguntó.

- estoy un poco cansado - respondió el alejándose. Clara podía jurar que los ojos de Rama estaban llenos de lágrimas que el evitaba que ella pudiera ver. Y tenía razón.

Aquel lunes por la mañana bien temprano todo era nerviosismo y gritos en la mansión, los chicos se ducharon y se vistieron con sus flamantes uniformes, encontrarse a desayunar vestidos de esa forma les dio un ataque de risa, una risa que escondía una gran emoción, la sonrisa de Clara despareció al ver que Rama no participaba en la fiesta.

Cuando estaban por salir rumbo al colegio, Bartolomé los retuvo con un discurso que se extendió durante varios minutos, repasó la historia de la fundación BB, desde sus comienza hasta ese día, y celebró el logro, agradeciendo a su hijo y a Nico por la gran oportunidad para sus purretes, omitió Cielo en los agradecimientos aunque Nico se lo hacía notar una y otra vez, les pidió a los chicos que se comportaran como era debido y que enoblecieran el buen nombre de la fundación BB. Mientras los despedía a todos con lagrimas en los ojos su doble plan ya estaba en marcha.

La estridente alarma contra incendios comenzó a sonar, e intempestivamente las puertas del Rockland se abrieron, en medio de un espeso, abundante y oscuro humo, cientos de chicos comenzaron a evacuar el edificio.

- ¿que pasó? - pregunta Cielo desesperada, mientras los chicos recuperban el aire tosiendo - ¿que pasó?

Comprendió que algo grave, además del incendio, había ocurrido, cuando vio que todos miraban con cierto recelo a Rama que finalmente comenzó a llorar impotente y suplicando perdón.

Clara Casi AngelesWhere stories live. Discover now