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CAPÍTULO TREINTA Y SEIS.
El Bar.

Nico y Bartolomé salieron del despacho, Malvina y Justina intentaron disimular en vano, alejándose de la puerta a la que habían estado pegadas.

En ese momento entraba en la sala Cielo, seguida de Thiago, y desde las habitación venían Rama, Clara, Tacho, Mar y Jazmín, felices, abrazados por el regreso de Tacho.

Nico aprovechó la presencia de todos para hacer el gran anuncio.

— estuve hablando con Bartolomé, y como él realmente está necesitando un descanso, acordamos que yo me voy a hacer cargo de la dirección de la Fundación.

Un gran silencio se produjo en la sala, algunos quedaron boquiabiertos y otros, estupefactos.

— ¿en serio, Indi? ¿usted va a ser el director? — dijo festejando con Thiago.

— ah, bue... ah, bue, mire si... ah, bue, bue, ah.. — empezó a largar una onomatopeya tras otra Justina, sin poder articular palabra.

Nicky... It's a joke, ¿no? — comenzó Malvina — vos deberías estar pensando en que va a haber una boca más que alimentar, ¿trabajar acá? tipo que si estás buscar trabajo por el baby, este, lo que se dice trabajo no es, eh... — dijo refiriéndose al bebe que esperaba de él arqueólogo.

— nunca estuvo más en lo cierrrto la bólida, con todo rrrespeto — comentó Justina, fulminando a Bartolomé — el trabajo es menos rentable que casa velatoria de pueblo, solo don Bartolomé puede él se da, se brinda, se sacrifica...

— pero está cansado, no puede... y él mismo me ofreció ser el director de la Fundación — explicó Nico.

— interino, ¿no, Nicky? – aclaró Bartolomé.

— el tiempo que haga falta, Barto.

— ¿ustedes me están hablando en serio? — preguntó Cielo, sin poder creerlo.

— muy en serio, ¡y empezamos ya! quiero hacer algunos cambios... ¿dónde está el dinero de la Fundación?

— ¿el dinero? — preguntó Barto abatanado — eh... hay poco, poco... yo no empezaría gastando, Bauer...

— pero algunas inversiones hay que hacer, papá.. — dijo Thiago disfrutando de la situación.

— a nosotros nos faltan muchas cosas... —  aprovechó Rama.

— en el patio hay que poner una térmica, ni te digo la humedad que hay en las piezas... — agregó Mar.

— y podríamos cambiar las camas, son re incómodas — se unió Clara.

— ok... Barto, habilitame las cuentas, que vamos a empezar.

Nico salió seguido de todos los chicos y Cielo, Malvina y Justina giraron a mirar a Bartolomé, que estaba rojo de vergüenza, pues el haciéndose el ofendido le había propuesto estar en su lugar, después de que Nico vienesa a reprocharle lo que pasó Tacho, sin esperar a que Nico aceptará.

Nico comenzó destinando fondos para los arreglos más importantes, la pérdida de agua y las paredes con humedad, mandó a comprar ropa nueva, y pidió un presupuesto para pintar el patio cubierto y las habitaciones de los chicos.

Aquella noche Nico pidió comida a domicilio, y todos cenaron juntos, sentados en el piso del patio cubierto, los chicos estaban felices, y Cielo aún creía estar soñando.

Mientras comían y charlaban todos a la vez, ella los miraba, le sirvió a Mar, que no dejaba de mimarse con Thiago, a Tacho y a Jazmín, que se miraban más enamorados que nunca y a Rama que rodeaba con sus brazo a Clara mientras está apoyaba su cabeza en su hombro, mientras en el otro lado tenía tenía Alelí, apoyada en el también, vio cómo Luz escuchaba fascinada lo que le contaba Lleca, y vio cómo Monito comió hasta llenarse, y por primera vez desde que lo había conocido no se quedó con ganas de repetir, y miraba a Nico, a su don Indi, a aquel ángel que había logrado ese milagro.

Clara Casi AngelesWhere stories live. Discover now