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CAPÍTULO VEINTIUNO.
La Lluvia.

Tras la cancelación del primer compromiso, Malvina y Nico nuevamente se volvían a comprometer.

Cielo estaba sentada en la cocina mirando a la nada junto a Clara que también tenía la mirada perdida, en silecio las dos chicas pensaban inmersas en si sus decisiones había sido las correctas.

Cielo había permitido que el compromiso de Malvina y Nicolás Bauer siguiera su camino, aún sabiendo que la hermana de Bartolomé fingía una depresión para casarse con el arqueólogo. Ella había aceptado quedarse callada con la condición de que Alelí volviera a la fundación, junto a su hermano de quien nunca se tendría que haber separado.

A Bartolomé no le quedó más opción, su hermana le estaba obligando a aceptar, si no lo hacía Nico conocería su mentira por lo que había aceptado nuevamente comprometerse. Malvina le juro a su hermano que si no se casaba con Nicolás no se casaría con nadie. Y perdería la herencia que recibiría por casarse.

Clara había aceptado ayudar a Rama a preparar algo lindo para Mar, la morocha le habia confesado que al creer que nunca más volviera a verle le habian saltado los fusibles, en otras palabras, se había dado cuenta de que sentía algo por él.

— quiero prepararle algo lindo, algo que le guste mucho, creo que es mi momento Clara — le confesó con una sonrisa inmensa que dejaba ver su emoción lo que hizo que el corazón de Clara se rompiera en pedazos. Y aún así fingió una sonrisa y asintió, aceptando ser su cómplice en su plan para enamorar a Mar.

— ¿estas segura de lo que vas a hacer? — le preguntó Cielo.

— ¿y vos? — repregunto Clara alzando la cabeza para encontrarse con los ojos de la circense. Que apenas podían esconder la tristeza.

— yo no tengo otra opción, pero vos si.

— es mejor así, cuanto antes lo acepte mejor — dijo intentando sonar conforme con su decisión pero sus ojos no mentian y Cielo los sabía leer a la perfección.

— no tenes porque hacer eso conmigo — Clara frunció el ceño sin entender a lo que se estaba refiriendo la circense — digo que no tenes por qué evitar llorar si tenes ganas, no conmigo — apoyó su mano con sutileza en su rostro y acarició su mejilla con dulzura — conmigo no hace falta que te guardes las ganas de llorar, ¿de acuerdo? — Clara solo asintió con una sonrisa de agradecimiento.

— vos tampoco.

— ya se — miró hacia la puerta al oír la música comenzar a sonar — tengo que ir a servir — informó acomodando su ropa de mucama, dejó un beso en el cachete de Clara y con una triste sonrisa se fue hacia el salón.

Si no había sificiente maldad en Barto obligando a Cielo a que fuera al compromiso, encima lo tenía que hacer sirviendo a los invitados. Clara le había propuesto hacerlo en su lugar pero Cielo negó de una manera tan rotunda que ni siquiera le preguntó por qué.

Clara había acompañado a Rama al loft que se encontraba frente a la mansión. Nico le había dejado las llaves para que pudiera prepararle allá la sorpresa a Mar.

— mi idea son, velas, comida y música — propuso mirando a Clara, que solo asintió disimulando el dolor que le provocaba estar ahí con él.

Fue acomodando las velas en completo silencio, oyendo como Rama hablaba con emoción de cómo le pediria a Mar ser su novia, por cada palabra que oía una lagrima caía de sus ojos, Rama no la estaba viendo, Clara le estaba dando la espalda y solo podía asentir a cada cosa que decía.

— sabes que... me imagino junto a ella, en una casita en la playa, en Eudamon a lo mejor, con nuestros hijos dando vueltas por ahí, es muy loco lo se.

Clara paro en seco con la garganta adolorida por el nudo que cada vez crecía más y más. Lo verdaderamente loco era que ella soñaba eso mismo con él y él lo soñaba con otra. Sus palabras fueron como si alguien le tirara encima un balde de agua helada.

De golpe un fuerte estruendo se oyó, y al segundo la lluvia comenzó a caer con fuerza, como si el cielo se fuera a caer en ese mismo instante, como si el cielo estuviera enojado o triste. Rama se acercó al balcón para cerrar las ventanas que estaban comenzando a apagar las velas más cerca y en ese momento vio algo bajo aquel trombo de agua que caía que lo lleno de tristeza.

Clara noto como Rama se tensaba de golpe, limpio su rostro y con preocupación se acerco a él, viendo lo que había provocado su reacción.

Junto a la fuente y bajo la lluvia Mar y Thiago se basaban. Clara no supo que decir, le dolía ver la desilusión en el rostro de Rama pero también le dolía saber que era por lo que el sentía por Mar. Y sin darse cuenta nuevamente las lagrimas caían por su mejilla.

Rama alzó la cabeza y miró a la chica de su lado, estaba llorando, al principio no lo entendió pero luego se dio cuenta. Entendió por qué aquella vez vio en sus ojos un brillo especial al mirarlo, entendió porque era tan atenta con él, entendió su apoyo incondicional en todo momento y entendió las lagrimas que caían ahora por sus ojos.

— ¿Clara vos.... vos estas enamorada de mi? — preguntó queriendo confirmar sus dudas.

Clara abrió sus ojos con sorpresa, limpio nuevamente su rostro y con miedo se dio vuelta para irse pero Rama no la dejo irse.  Rama quería una repuesta, quería saber si él era el motivo de que sus ojos fueran capaz de iluminar el país entero — mentira — pensó — Clara podría iluminar el mundo entero si quisiera —. Rama quería saber si él era el motivo de las lagrimas que cubrían sus ojos. Rama quería saber aquello mismo que le daba miedo a Clara, quería saber si ella sentía algo por él y Clara temía que su repuesta le hiciera sentir que sentir algo por él fuera malo, porque sabía que se encontraría una repuesta negativa, se encontraría la repuesta que ella ya sabía y es que él no sentía nada por ella y tal vez era lo mejor para ponerle fin a sus fantasías pero no quería... no podía oírla.

Rama cayo en que si realmente ella estaba enamorada de él, él le había pedido que lo ayudará a conquistar a Mar le había dicho que soñaba en una familia con ella, la había estado lastimando. Y volvió a insistir en su pregunta.

Clara no dijo nada, no pudo, Rama la miraba con sus ojos penetrante a los suyos como si quisiera leer sus pensamientos y de golpe tras oír el fuerte estruendo de un relámpago caer la soltó y ella sin decir nada se fue, con pasos rápidos, casi corriendo y salió del loft.

Rama se quedó ahí viendo por la ventana como el cielo lloraba justamente como antes lo estaba haciendo Clara frente a él. Pensar en aquello le provocó un pinchazo en la panza. Como si aquel rayo hubiera caído justo en el centro de su estómago.

Rama lleno de dudas buscó consejo en su mejor amigo, Tacho. Le hablo sobre Mar, el cosquilleo en su vientre cuando estaba con ella, las ganas de buscarla a todas horas y lo bien que se sentía junto a ella y luego para la sorpresa del ruloso le hablo de Clara, la punzada en su vientre cuando la vio llorar, las ganas de perderse por siempre en sus ojos y la paz que sentía junto a ella.

— te gustan las dos — dijo con emoción Tacho, felicitandolo por tener dos opciones — alguna tiene que caer.

— no — negó Rama ofendido.

Él no estaba enamorado de las dos, ¿era posible enamorarse de dos chicas tan diferentes?. Rama había aceptado lo que sentía por Mar pero nunca había pensado en Clara.

Y en aquel mismo momento en el altillo Clara lloraba lamentando no haber podido tener la valentía suficiente para confesar sus sentimientos cuando todo se había dado para ello.

— últimamente solo veo nubes — dijo viendo como la lluvia comenzaba a cesar.

— sabes, hoy, alguien me dijo que más allá de la nubes el cielo es siempre azul y creo que tiene razón — dijo Cielo con los ojos rojos de haber estado llorando, mirando también el cielo.

Clara Casi AngelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora