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CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE.
Las declaraciones.

Los chicos, sin entender, fueron con Justina al patio cubierto, Nico salió con Cielo, y el fiscal quedó allí, perplejo. Apenas entraron en el patio cubierto, Justina saco un celular, hizo un llamado, y lo puso en altavoz.

— ¿comisario Azúcar, me escucha? — dijo ella, con una voz sensual.

— la escucho, mi esfinge de ébano, acá estoy con este trozo de madera.

Azúcar se indignó al ver a Rama junto a su hija, cuando hablo con Bartolomé este le pidió que además de ajusticiarlo como más le gustara, lo retuviera en su comisaría, Rama estaba bastante golpeado, y asustado. Justina miró a los chicos que la miraban sin entender.

— el comisario Azúcar está muy enojado con Ramita por que lo encontró con su hijita — miró divertida a Clara — ni se imaginan lo que es el comisario Azúcar enojado, ¿o no, Ramita?
— dijo al teléfono — ¿lo tiene ahí, Azúcar?

— claro, habla... — se lo oyó decir en el teléfono — ¡habla te digo!

— ¿qué quiere que diga? — se oyó la voz llorosa y asustada de Rama. Todos los chicos quedaron impactados.

Justina prosiguió — como buen comisario que es, el comisario Azucar lo puede dejar adentro inventándole algo, ¿no?

— sí, cualquier cosa — concordó Azúcar — lo puedo dejar un buen tiempo adentro, y acá, realmente, se lo pasa muy mal... no creo que este chico lo pueda resistir — entonces Justina cortó y les explicó claramente a los chicos lo que esperaba de ellos a cambio de que Rama no se pudriera en la cárcel para siempre.

Mientras los chicos esperaban a ser llamados para declarar, cada uno a solas en el despacho de Bartolomé. Cielo y Nicolás intentaban tranquilizarles, explicándoles que lo único que tenían que hacer era decir la verdad, asegurándoles que no tenían que tener miedo. Ellos estaban completamente ajenos a la amenaza así que no sabían que la verdad no era una opción para ellos.

— Clara — llamó el fiscal después de que saliera Jazmín del despacho de Bartolomé.

— todo va a estar bien — le aseguró Cielo dándole un abrazo alentador.

El fiscal quedó demudado cuando todos los chicos comenzaron a declarar, ciertamente, no era lo que esperaba escuchar.

— no sé por qué Nico le hace esto a don Barto — dijo Lleca, casi llorando — él es bueno... y Nico es... un desastré, con él casi nos cierran la Fundación

— es mentira, don Barto jamás nos pegó — declaró Jazmín.

— no, Barto no es violento, Nico sí, una vez me pegó, nos amenaza, nos grita... — dijo Tacho al borde de las lágrimas.

— Barto nos cuida, nos da amor — logro decir Clara antes de romper en llanto.

— no lo podemos cubrir más — dijo Mar — acá el malo de la película es Nico, no Barto.

— mi papá es una buena persona — concluyó Thiago, con un profundo odio en el alma.

Cuando Cielo y Nico llegaron al patio techado y vieron a todos los chicos echos bola, cabizbajos u siendo incapaces de mirarlos supieron que algo había pasado.

No llegaron a hacer la primera pregunta, cuando Bartolomé, junto a Justina llegaron, estaban acompañados del fiscal y algunos oficiales.

— chicos, ¿qué pasó? — preguntó Cielo, pero nadie respondió, todos bajaron aún más sus cabezas, el único que no lo hizo fue Lleca , que miró a Nico, llorando.

Clara Casi AngelesWhere stories live. Discover now