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CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS.
Justicia.

Justina y Bartolomé pensaron en alargar un poco más su estadía, pero comenzaron a salir cabos sueltos que no les dejaron más opción que actuar.

El primero en descubrirlos fue Jásper, Bartolomé no dudo ni un segundo y le disparo. Luego vino Rosarito Guevara de Dios que no pudo creer la astucia que tenían para conseguir evadir la cárcel. La tercera fue Felicitas la cual intentó convencer a su prima para que se enterara y por último y la que resultó más inteligente fue la bolida de Malvina. Descubrió que el viejo era su hermano y le recriminó entre lágrimas el dolor que sufrió al creerlo muerto.

El loft era pequeño y se les estaba comenzando a llenar de rehenes y la mansión era grande pero pronto comenzarían a darse cuenta de que faltaba gente así que no les quedaba más opción más que actuar.

El plan era claro, iban a matar o morir. El conflicto que tenían debía ser resuelto al fin.

Y como no, iban a empezar con quien inició todo. Ángeles Inchausti, alias, Cielo Mágico.

Se armaron, cada uno con una pistola y asaltaron la mansión.

Les vino de la mir maravilla que quien les recibiera fuera Clara.

— ¿quieres algo? — preguntó con su horriblemente encantadora sonrisa. La pareja se miró, sonrieron y asintieron.

— a vos — dijeron al unísono, mostrando las pistolas que llevaban escondidas.

— ¿ustedes? — dijo cayendo en que sus nuevos vecinos eran en realidad Bartolomé y Justina.

— nosotros — afirmaron sacándose por fin las pelucas que tanto calor les hacían pasar.

Tomaron a Clara como rehén y apunta de pistola la llevaron por toda la mansión buscando a su presa.

— Cielo — nombró, con la voz temblorosa Clara cuando la vio parada en la cocina.

La circense se dio vuelta encontrándose con la imagen más inesperada.

— no vinieron a por ella.

— no por supuesto que no — negó Bartolomé divertido — vinimos a por ti.

— entonces sueltenla, déjenla ir y llevenme a mi — pidió intentando acercarse a su hermana, pero Bartolomé se lo prohibió.

— un paso más y el alma de tu hermanita abandona su cuerpo — advirtió, Cielo retrocedió, insistiendo en que ya la tenían y que Clara no les hacía falta — todo sirve Cielin, pero tienes razón, a vos ya te tenemos. Llevatela Tini.

Justina agarro a Clara por el brazo y se la llevó, mientras que Bartolomé se quedó junto a Cielo.

— todo va a estar bien linda, no tengas miedo — gritó Cielo antes de que Clara desapareciera de su alcance visual.

Justina fue reuniendo a cada uno de los chicos que había en la mansión y los reunió a todos juntos en el centro del salón.

— ¿donde está Luz?

— no te cansaste de hacerla sufrir.  ¿sabías que te lloró? y me dijo que si vos te entregabas ella seria capaz de perdonarte. Hacelo por ella Justina.

— no la escuches Justin — interrumpió Bartolomé.

— escuchame Justina — insistió Clara.

— ¡callate! — gritó Justina — cállate si no querés terminar sepultada bajo tierra — amenaza apuntándola a la pistola.

Justina salió en busca de su hija y Bartolomé los ato a todos juntos y los hizo pasar por la puerta que había bajo la escalera, encerrandolos ahí.

Clara Casi AngelesWhere stories live. Discover now