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CAPÍTULO CUATRO.
Valeria.

La noche ya había caído y en una de las mesas vacías del Bar Teen Ángeles, estaban sentados Tacho y Rama, Clara se acerco a ellos para avisarles de que su turno había comenzado cuando vio cómo Rama se inquietaba hablando con uno de los clientes.

— ese lugar es horrible, yo lo conozco porque estuvo mi amigo, no se que habrá echo esa chica, pero no la pueden mandar ahí.

— esa chica es una delincuente — dijo el hombre juntando unas carpetas — si tenes alguna queja habla con el juez de menores — concluyó, y se retiró.

Tacho y Clara se acercaron a él, Rama les explicó que había visto el legajo de una tal Valeria Gutiérrez, un juez había decidido enviarla al Escorial.

— vos sabes lo que es ese lugar, Tacho, nadie debería ir allí.

Nadie dijo nada más, Rama se fue con el nombre de esa chica metido en la cabeza y Clara aún parada en el mismo lugar no le saco ojo, con una sonrisa de orgullo y una mirada de enamorada.

— seguís loquita por él, eh — advirtió Tacho, Clara lo miró y asintió.

Sabía que había cometido un error al terminar su relación con él pero también sabía que era algo que en ese momento ella necesitaba.

— ¿vos pensas que se va a olvidar del tema? — le preguntó Clara al ruloso aún a su lado. Tacho negó sabiendo tan bien como ella que Rama era demasiado compasivo como para saber que alguien la estaba pasando mal y dejarlo abandonado a su suerte.

Y así fue, Rama no logró conciliar el sueño esa noche, seguía pensando en aquella desconocida que al día siguiente a primera hora sería trasladada al Escorial.

Él había alcanzado a leer que Valeria Gutiérrez estaba en un instituto que quedaba a unas veinte cuadras de allí  y en un impulso se levantó de la cama y fue hasta el lugar donde se suponía que estaría la muchacha.

Cuando llegó se encontró con que Valeria estaba escapando de la institución desde la ventana.

Pero antes de fugarse quiso dejarle un recuerdo a la autoridad máxima, por eso había hecho estallar su auto, satisfecha con su venganza empezó a alejarse, Rama, aún atónito por lo ocurrido, la siguió, pero fueron sorprendidos por los guardias de seguridad, aunque intentaron correr los apresaron y en pocos minutos fueron trasladados a la seccional de policía más cercana.

Esa mañana hubo una revolución de la casa. Sono el despertador, Nico se las ingenio para que los trece chicos se levantaran a horario, se ducharan, se cambiaran, desayunaran y llegaran puntuales al colegio. Hubo una guerra de talco en el baño, mientras Nico gritaba una y otra vez; — ¡bastaaaaa! — También hubo un desayuno multitudinario y una nueva guerra de panes que allí se desató y por último Nico pasó revista ante todos los chicos cambiados con el uniforme, numerándolos para poder controlar mejor que ninguno hubiera quedado rezagado. Aquello se iba a convertir en su nuevo día a día.

Antes de salir del hogar Clara paso por el antiguo cuarto de Thiago, ahora renovado para Alelí y Luz. Ahí vio como las dos chicas peleaban por una muñeca. Clara las separa y le pidió a Alelí que la dejara a solas con su hermanita.

— ¿qué pasa?

— la mochilita también es mía, siempre quiere agarrar mis cosas — refunfuña cruzandose de brazos.

— Luz, que dijimos de esto.

— ya se que tenemos que compartir pero no le puedo compartir todo, ella me tiene envidia porqué esta es mi casa.

Clara Casi AngelesWhere stories live. Discover now