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CAPÍTULO DOCE.
La fiesta de Mar.

Una gran fiesta se estaba por celebrar en la mansión, Tefi había cumplido años hace semanas atrás, pero su madre, tras regalarle un viaje con sus amigas, no le dejó celebrarlo, y Barto se propuso a hacerlo él, cuando la flacucha le explicó con pena porque no tendría fiesta de cumpleaños.

El salón en pocos minutos se llenó de los amigos de Tefi, todos bien vestidos, con trajes y vestidos elegantes, y en una esquina, los chicos observando desde lejos la fiesta.

Tefi los miró casi con asco — de verdad los invitaste a ellos estaría bueno que se bañen si van a estar en mi fiesta, ¿no? — dijo burlándose de los chicos y se alejó, para saludar a Dolo y Delfu que acababan de entrar.

Nacho se acercó con una gran sonrisa al grupo de chicos, pero su atención estaba especialmente en dos — ¿sweety? — paso su brazo por los hombros de Clara — ¿gitanita? — hizo lo mismo con Jazmín — están preparadas para el mejor baile de sus vidas.

— yo voy a festejar con Mar — negó Jazmín apartando el brazo del cacheton de ella.

— yo también — dijo Clara imitando la acción de Jazmín con una sonrisa agradable, que dejó babeando al cacheton.

— ¿porqué  no hacemos nuestro propio festejo? — propuso Rama intentando animar a la morocha que miraba la fiesta casi con deseo.

— si Mar es tu cumpleaños, tenes que disfrutar — insistió Jazmín ante la negativa de Mar.

— no — niega — mirala y mirame a mi — señala a Tefi, La flacucha llevaba un hermoso vestido y Mar... Mar simplemente llevaba su ropa de siempre, envejecida y rota — me quiero ir de acá — los chicos le negaron el paso, impidiendo que cruzara el pasillo que la llevaría directa a su sector.

— Mar es tu cumpleaños — dijo Clara intentando convencerla para que no se fuera.

De golpe Jazmín tuvo una idea para que Mar también festejar su cumpleaños, con una sonrisa llena de orgullo les hizo señales a las dos chicas para que la siguieran. Las tres juntas cruzaron al otro lado de la fiesta para ir hacia el ala de servicio llegando hasta la planta alta, y de ahí se escabulleron a la habitación de Malvina.

— ¿pero le voy a robar un vestido a Malbicha? — preguntó Mar escandalizada cuando la gitana abrió el vestidor de Malvina.

— robar no, tomar prestado — corrigió aún con el orgullo dibujado en su rostro.

— este es muy lindo — dijo Clara mostrando un vestido como de princesa, tal cual lo había descrito ella en su cabeza cuando lo vio

— es perfecto para Mar — dijo Jazmín tomando el vestido en sus manos.

— ¿no es un poco mucho? — dudó Mar, recibiendo la negación de las dos que reafirmaban una y otra vez que aquel era el vestido perfecto para la ocasión.

Clara y Jazmín ayudaron a cambiarse de ropa a Mar que cuando se vio en el espejo, no pudo creer lo que sus amigas habían hecho con ella, no se reconoció, vio a una chica hermosa que ella jamás imaginó que podría ser. La acompañaron hasta la fiesta, y juntas descendieron de la gran escalera, el bullicio cesó, y todos quedaron perplejos al ver bajar a Mar, tenía un vestido blanco, sencillo y sensual, su pelo estaba lacio y sedoso, y en su rostro había una sonrisa que nadie había visto jamás.

Rama quiso ir hacia Mar para recibirla pero Thiago se adelantó y fue hasta la base de la escalera para recibirla, la tomó con una mano y la condujo al centro de la pista. Cuando el DJ vio bajar a Mar, creyó que era la cumpleañera y como un autómata puso el vals de la misma manera que lo hacía en cada cumpleaños de quince.

Tefi se entristeció y enfureció cuando vio que Thiago y Mar comenzaron a bailar el vals. Clara comenzó a sentir los elefantes en su estómago, y esta vez estaban acompañados de un dolor en el pecho al ver como Rama obervaba el vals con tristeza. Clara decidió retirarse, evitándose el sufrimiento, volviendo a su cuarto aislandose de aquella imagen que le había dejado tan mal cuerpo.

Aquella noche fue una noche llena de lágrimas para Clara. El sonido de la lluvia repiqueteando en el techo de chapa del patio cubierto se fundía con el bullicio de la fiesta que aún continuaba en la sala. Clara se encontraba sentada en el piso, apoyada contra la puerta que separaba la habitación de los varones de la de las chicas, llorando, intentando aliviar el dolor que sentía en el pecho.

Rama se habías retirado de la fiesta después de haber presenciado el beso de Thiago y Mar, pensando que ahí ya no tenía nada que hacer, al llegar al cuarto se preocupó al oír aquel llanto que creyó reconocer, y se acerco intentando abrir la puerta que se encontraba cerrada.

— ¿Clara? — preguntó con preocupación Rama del otro lado, Clara enmudecio, él era la última persona que ella quería ver. O más bien que él, la viera. ¿Cómo le explicaría el porqué de su tristeza sin confesarle su amor?

Al no recibir repuesta Rama se dirigió a la puerta que daba al patio cubierto, ella se secó rápido las lagrimas pero no alcanzó a borrar la expresión de tristeza.

— ¿por qué lloras? — preguntó con suavidad sentandose junto a ella.

Clara se estremeció ante el contacto de las manos de Rama limpiándole las lagrimas que aún seguían cayendo por sus mejillas.

Sus ojos claros, estaban fijos en ella, Clara podía ver la misma profundidad que vio la primera vez que lo miró a los ojos. Ese sentimiento de nuevo la invadió, en ese momento todo había desaparecido, solo estaban ellos y el cosquilleo en su panza. Nuevamente estaba pasando. Allí solos se encontraban ella, Rama, y todo lo que él provocaba en ella.

En ese momento, y teniéndolo allá, Clara tomó aire, intentando colmarse de valentía para decirle la verdad, contarle que lo amaba, que estaba enamorada de él y de aquello que provocaba en ella con tan solo su presencia.

Pero cuando Clara estaba dispuesta a explicarle el porqué de sus lágrimas la atención de Rama fue hacia el patio cubierto, ahí Mar golpeaba con rabia uno de los pupitres que había.

Rama dudo, miró a Mar, y luego volvió a mira a Clara allá sentada a su lado con sus ojos puestos en el, cristalizados por las lagrimas que aún no habían caído. Las dos chicas estaba ahí, ambas tan diferentes la una de la otra. Y no solo físicamente. Una morocha de ojos cafe, y la otra rubia de ojos celetes, una parecía tan ruda y la otra tan frágil. Mar capaz de boxearte, y Clara a quien siquiera había oído gritar. Eran el sol y la luna, el agua y fuego.

— anda con ella — dijo Clara limpiándose el restante de sus lágrimas, y evitando que el tuviera que lidiar con sus dudas.

Pero cuando Rama estaba caminando hacia Mar, Thiago llegó. La morocha ni siquiera  noto la presencia del rubio, que retrocedió volviendo junto a Clara, dándose cuenta de que ella ya no estaba ahí. Se había ido, sin hacer ruido, sin que él lo pudiera notar sin darle tiempo a reaccionar.

Clara lloro durante varios minutos esa noche, y siguió llorando interiormente durante un par de semanas, convenciendose aún más de que ya no había otra opción más que olvidarse de Rama. Intentando aceptar que él estaba enamorado de Mar. ¿Qué otra razón necesitaba para sacárselo de la cabeza?

Clara Casi AngelesWhere stories live. Discover now