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CAPÍTULO DIECIOCHO.
Zafar.

Rama completamente devastados e impotente por todo lo sucedido recientemente, comenzó a tomar mientras se lamentaba de la vida que le había tocado.

Clara que no podía dormir, por todo lo descubierto el día anterior oyó el sollozo de Rama, y sin dudarlo fue hacia el taller, donde el rubio lloraba encerrado.

— andate, dejame solo — pidió completamente borracho al ver la puerta abrirse.

Rama no era más que un nene llorando y pidiendo a gritos algo de amor.

Clara negándose a hacer lo que le pedía, se acercó a él, le saco de sus manos la botella y se sentó a su lado. Verlo de aquella manera, tan destruido, le rompía por dentro. Ligeramente borro una de sus lágrimas, con su dedo pulgar, acariciando su rostro. Se miraban fijamente, en silencio.

— ¿porque te haces esto? — lamento Clara.

— sabes, yo tenía sueños —confesó con nostalgia — soñaba con rajarme de acá, con la enana, estudiar, encontrar a mi vieja, a la isla de Eudamon, vivir feliz ahí, enamorarme — río como si fuera algo imposible, y tomó nuevamente la botella de las manos de Clara y dio un trago — todos esos sueños me hacían soportar todo esto, pero me doy cuenta de que de esta no zafamos.

— ¿qué decís? — negó volviendo a sacarle la botella — vas... vamos a zafar de don Barto, de esta casa... ya veras — le intento dar esperanzas algo de lo que agarrarse y no caer en la desperacion que le hacia creer que no había otro camino.

— hoy es don Barto — la interrumpió — hoy, ¿pero y mañana?, mañana es otro tipo, o la calle, ¿Clara a quien le importas?

— a Cielo, a... vos... — dijo bajando el tono de voz — a los chicos.

— no Clara, nosotros no importamos, no contamos, cuando toque cada uno va a hacer lo imposible para salvarse.

— ¿y Cielo?

— Cielo no puede hacer nada, esta casi como nosotros, Clara estamos solos — aseguró con tristeza. Había perdido la fe, la esperanza y eso para chicos como ellos era lo único que los hacía sobrevivir y sin esperanza solo quedaba el vacío de la vida.

Clara seguía con su postura esperanzada de que algo sucedería, haciéndole entender que ellos no merecían lo que estaban viviendo y por eso algún día todo terminaría, se lo merecían. Merecían ser felices por todo lo vivido — vamos a zafar — le dijo con toda la seguridad del mundo.

— ¿sabes lo que significa zafar? pasar el día, conseguir algo de comer, no enfermarse, ni terminar en un pozo o en la calle, eso es zafar Clara, pero eso no es vivir. Nosotros podremos zafar pero nunca vivir — lamento.

Clara negó, casi con decepción por lo que estaba viendo, lo que estaba oyendo. Clara nunca iba a aceptar todas esas cosas. Tenía muy claro que sí no había esperanza, no había nada — yo creía que conocía a otro Rama, alguien que la pelaba, que tenía esperanzas — dijo con tristeza, lamentando lo que estaba viendo de él — y si no querés terminar como vos dijiste, hace algo, lucha y no te quedes sentado aca tomando — le recriminó, parándose — A mi me abuelita me enseño a luchar por los sueños y no a quedarme sentada esperando a que ellos vinieran solos. Si querés vivir hace algo para vivir y no te conformes solo con zafar.

Rama se puso de pie, de manera torpe, tambaleando, casi cayendo al suelo, y se acercó a Clara.

— ¿querés que luche? — preguntó sintiendo como su impotencia se convertía en enojo — bueno voy a luchar — dijo pasando por el lado de Clara.

Con rápidos pasos y pegando gritos Rama cruzó el patio interno, luego el pasillo llegando al salón. Los chicos sobresaltados por los gritos de Rama, salieron de las habitaciones, y sin entender nada siguieron los pasos del rubio.

En el salón, Rama se cruzó con Thiago, los chicos se miraron y al darse cuenta del estado del rubio intentaron persuadirlo para llevarselo nuevamente a su sector, pero él insistía en quedarse. Alentado con todo lo que Clara le habia dicho quiso terminar con toda esa mentira en la que vivían.

Alertados por los gritos, y el vocerio de los chicos para que lo que Rama decía fuera inentendible, todos fueron llegando, Barto que se encontraba junto a Justina salieron de la cocina. Malvina asomó desde la planta de arriba, sobresaltada.

— silencio o al crematorio — gritó Justina, con todas sus fuerzas para hacerse oír ente el vocerio. Todos callaron al instante.

— ¿qué es lo que está pasando acá? — preguntó Barto y Rama sin achantarse dio un paso al frente.

— pasa que no aguanto más — gritó desesperado.

— la rata esta borracha mi señor — informó Justina acercandose a Rama para olerlo.

— ¿what, Rama, alcohol en la fundación? — dijo fingiendo incredulidad.

— ¿pero que fundación? pedazo de basura — gritó provocando el enojo de Thiago que se paró delante de él para defender a su viejo. Los chicos los separaron evitando a que terminarán a los golpes — vos no sabes nada de tu familia, tu viejo se hace el buenito...

— silencio entierrrrro — interrumpió Justina, mirándolo con los ojos bien abiertos.

— dejalo Justin, dejalo, que el chiquito hable, dejalo que diga lo que piensa de la persona que le salvo la vida — lo reto Bartolomé sin sacarle los ojos de encima — por qué si no fuera por mi — continuó antes de ser interrumpido por Rama.

— si no fuera por vos seriamos libres y estaríamos viviendo y no zafando — le recriminó con desesperación — decí la verdad, decí que sos un explotador — dijo mientras intentaba ser callado por los chicos, que veían como se estaba undiendo solo — basta de mentir — se acercó a Thiago — tu viejo nos manda a robar y a trabajar para él.

Thiago miró con temor a su viejo, esperando una repuesta, queriendo oír que aquello que Rama decia solo eran mentiras. Tras el silencio de Barto, que solo miraba fijamente a Rama, miró a los chicos, que también guardaban silencio. Comenzó a negar al no recibir repuesta, sin querer creerse que su viejo era un explotador pero nadie decía nada y la duda comenzaba a sembrarse en él.

— cualquiera Rama negó — estás borracho y estás mandando cualquiera — intentó excusar el silencio de todos, no era fácil ver la realidad cuando se admiraba a la persona — ¿porque se quedaron todos callados? — preguntó nervioso, buscando una repuesta — ¿Es verdad? — preguntó ahora mirando a su viejo, que controlando todo el enojo que le estaba provocando Rama, alzó los hombros, mirando a los chicos — hablen — insistió Thiago, pero nadie dijo nada.

— chicos déjenme solo con Rama por favor — pidió Barrolome, apuntó de perder los papeles, al ver las dudas que había despertado en su hijo.

— ¿que le va a hacer? — preguntó Clara en un hilo de voz.

— no es cosa tuya — dijo
Barto mirandola mal y sin casi poder aguantar su enojo, tomó del brazo a Rama y se lo llevó al despacho, bajo la mirada de todos.

Thiago siguió insistiendo en saber si lo que Rama había dicho era mentira, necesitaba oír aquello para su tranquilidad, pero ninguno dijo nada, solo siguieron las órdenes de Justina de volver a sus habitaciones. Dejando a Thiago con aquella duda que comenzaba a atormentarlo.

Pero al final todo siguió como siempre, de nada había servido la valentía de Rama, Thiago había sido convencido por Bartolomé de que él sólo era un pobre hombre que intentaba ayudar a unos chicos desagradecidos, y que ellos se lo pagaban con mentiras, provocaciones y arrebatos. Ramiro fue castigada por días en la celda, sin agua ni cómida, y como si no fuera suficiente para seguir torturandolo, y enseñarle a él y a todos los chicos de que el no sólo amenazaba, si no que aparte también hacia, dio en adopción a Alelí separando a los hermanos como varias veces lo había amenazado a Rama con que haría.

Clara Casi AngelesWhere stories live. Discover now