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CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO.
Ordoñez.

Hacia algo más de dos meses que no se sabía nada de Bartolomé y Justina. Los chicos incluso se habían olvidado de su existencia y habían comenzado a hacer una vida normal. La vida con la que tanto habían soñado.

Lo que nadie sabía era que la pareja de ancianos italianos que había alquilado el Loft, eran ellos disfrazados y que habían planeado volver para vengarse de todos los que los habían llevado a la ruina. Pero una vez ahí, con sus pelucas llenas de mechones blancos y encorbados por el supuesto paso del tiempo no fueron capaces.

Estaban volviendo a tener relación cada uno con su hijo. Barto veía como Thiago que tanto le había dicho que lo odiaba ahora le sonreía, lo ayudaba y conversaba con él durante sus desayunos en el bar. Y Justina volvía a tener relación con su hija que la miraba con dulzura y a la cual podía volver a abrazar. No poder hacerlo era lo que más le había dolido de estas profuga.

Sintieron culpa, una opresión en el pecho.

Así que durante semanas decidieron seguir actuando y disfrutar un poco de todo aquello que les daba esconderse tras la vejez.

Clara vio como la anciana iba hacia el loft con dos bolsas que parecían bastante pesadas. Así Así decidió acercarse para proponerle ayudarla.

— no è necessario. Yo puedo.

— bueno esta bien — dijo viendo cómo la anciana volvía a ponerse en marcha — perdone — volvió a parar — ya que esta acá quería agradecerle.

— ¿perche?

— bueno, Luz lleva unas semanas mal y desde que la conoció ya no está tan triste. Ella me habló de vos y me dijo que le gustaba pasar el rato con vos.

La anciana miró al suelo emocionada por las palabras que estaba oyendo. Justina sentía felicidad al saber que su hija disfrutaba de su compañía, aunque fuera disfrazada.

Rama llegó en ese mismo momento e interrumpió la conversación, le dijo a Clara que necesitaba que fuera con el.

Clara miró a la anciana frente a ella y se despidió para luego seguir los pasos de Rama.

— ¿y esto? — pregunta Clara viendo el antiguo taller, mucho antes habitacion de Luz. Rama había decorado el sótano de tal manera que ya no tenía nada que ver con aquel lugar en el que trabajaban.

Estaba lleno de una luz tenue, por las velas, había un caminito lleno de flores y en el centro un ramo.

— un lugar especial para vos y para mi.

— ¿y el lugar especial lo hiciste solo? — pregunta viendo como un grupo de niños escondidos en la puerta, veían la escena con emoción.

— no — niega — he tenido una pequeña ayuda, les hace señales para que los chicos para que se dejarán ver.

— ¿así que vos también has ayudado? — pregunta divertida mirando a su pequeña hermana.

— si, Rama es muy lindo, me gusta para vos — susurra en la oreja de la de ojos celestes, para salir corriendo, tras ella salieron Monito, Cristóbal y Alelí, esta última antes de irse le guiño un ojo a su hermano.

— ¿qué te dijo? — pregunta rodeando la cintura de Clara. Mostrando una gran sonrisa.

— nada, cosas de hermanas.

— así que cosas de hermanas eh - afirma divertido — bueno, entonces hagamos nosotros otras cosas.

— no te zarpes — lo reta la de ojos celestes dejando un suave golpe en su hombro. Y cruzando sus brazos como si se hubiera ofendido.

Clara Casi AngelesWhere stories live. Discover now