CapítuloTres|Golpes|

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Faltaba poco menos de una hora para que su turno terminara, así que había pensado recoger sus cosas e irse lo más rápido que pudiera, pero necesitaba la paga de ese mes. Fue donde su jefa y le dio una excusa para que la dejara ir, y ésta, aceptó dándole su paga del mes.

Salió de la oficina y fue directo a los vestidores, en donde se cambió y tomó sus cosas rápidamente. Se detuvo en la puerta, que tenía un espacio de vidrio en la parte superior y miró a través de éste. Detalló a los clientes que se encontraban bebiendo en la barra: Unos felices, otros borrachos y tristes, mientras que otros, parecían estar muertos en vida.

Su vista voló hasta el segundo piso, en donde tendría que estar ella. Ahí, mirando cada diez segundos hacia abajo como si estuviera buscando algo, estaba el hombre que la había hecho sentir nerviosa mientras llevaba y pedía copas en la barra.

Sentía un escalofrío al recordar su seria mirada en ella. Iba vestido de un distinguido traje gris. De lejos se notaba que no era un trabajador cualquiera, al igual que todos los de su grupo que parecían disfrutar de la compañía de sus compañeras y otras mujeres.

Le parecía sumamente extraño que él no estuviera con alguna mujer. Estaba solo y parecía disgustado.
Entre el grupo, había otro hombre que había llamado su atención, era extraño, y sentía como si ya lo hubiera conocido antes. Había algo demasiado familiar en él. Colgó el bolso en su hombro y se dio ánimos a sí misma. Salió por la puerta trasera del Club. Desde allí podría salir sin ser vista por un callejón que estaba a un lado. Sonrió mientras corría hacia la salida. Podía sentir la libertad que siempre deseó. Además de que ya no tendría que tener miedo a represalias por sus actos.

¿Qué haría ahora? Tendría que buscar un nuevo trabajo, eso era obvio. Algo totalmente diferente y en un lugar muy alejado de allí, preferiblemente la ciudad. Tenía que estar lo más lejos de ésta zona, porque sabía que Marcus la buscaría. Pero sobre todo, necesitaba trabajar en su confianza, y aprender a defenderse. De ninguna manera dejaría que otra persona volvería a herirla.

Fue entonces cuando su cuerpo se estampó contra la pared. Una mano se envolvió en su cuello y comenzó a apretarla. Abrió los ojos siendo presa del pánico que comenzaba a correr por su sangre nuevamente.

No...

—Sabía que intentarías algo, maldita...—Apretó con más fuerza su cuello haciendo a Kara soltar un chillido—¿Creíste que huir de mí sería tan fácil? ¡Pues no!

—Suéltame...—Logró articular. La presión en su cuello cada vez era más fuerte y sus ojos comenzaron a arder.

—Ohh, ¿te estás quedando sin aire? Qué pena, querida.—Utilizó su mano libre para golpearla en el estómago. Ella gimió del dolor. Él sonrió—. Te dije que si te atrevías a hacer algo te arrepentirías—Disminuyó la presión de su cuello y volvió a golpearla.

Soltó todo el aire de sus pulmones ante ése golpe y en un arranque de desesperación golpeó con su codo el ojo de Marcus, sintiendo al instante una especie de Déjà vu. Marcus la soltó y cayó al suelo golpeando sus rodillas. Intentó levantarse y correr, pero al parecer para él lo más importante no era su propio dolor, sino no dejarla huir de él.

Se levantó rápidamente y volvió a acorralarla contra la pared. Una de sus manos comenzó a estrangularla nuevamente, pero esta vez con mucha más fuerza, mientras que con su otra mano presionaba sus doloridas costillas. Kara forcejeó todo lo que pudo, pero su fuerza no se comparaba a la de él en lo más mínimo. Comenzó a perder fuerza, era su fin. Casi no podía respirar y el dolor de sus costillas se hacía cada vez más inaguantable. Al menos, si moría, ya no tendría que volver a sufrir más. No volvería a soportar los abusos de Marcus, ni de nadie nunca más. Aunque se lamentó que el último rostro que vería sería el del hombre que tanto daño le hizo.

Corazón Principiante✔️Where stories live. Discover now