CapítuloTreintaYOcho|Sorpresas|

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—¿Tú quién crees, Bastardita?—respondió Lola con sorna.

La expresión de Annie cambió al escuchar aquello. Su corazón comenzó a latir con fuerza y sus manos empezaron a temblar levemente. Retrocedió un poco, alejándose de ella. La mirada que ésa mujer le daba, no le gustaba en lo absoluto.

Mason se percató del nerviosismo de su hermana, por lo que se paró frente a ella, cubriéndola con su cuerpo.

—¿Quién es usted?

—Soy la que parió a esa niña que esta de pie detrás de ti.

Annie sabía quién era ella. No recordaba mucho de todo lo que había sucedido cuando era niña; pero siempre recordaría esa mirada de odio, y desprecio. Su expresión, era algo que había quedado guardado en su memoria. Algo que jamás olvidaría, fue la vez que Noah la protegió de esos hombres que entraron a su habitación. Aún sentía un nudo en la garganta al recordarlo en el suelo, desangrándose y llamándola a gritos.

Amaba a su hermano, y siempre lo haría pesar de que él ya no estuviera a su lado cuidándola como siempre lo hizo en el tiempo que estuvieron juntos.

Tomó aire y caminó hasta la tipa, porque no tenía otra manera de llamarla. Ella no era nada suyo. Quizá la llevó dentro de sí durante nueve meses, o menos; sin embargo, fue la peor persona del mundo tanto con ella, como con Noah. Por ella él murió, y no pensaba perdonárselo nunca.

Quería saber en dónde lo habían enterrado y visitarlo. Sentía que debía disculparse con él.

—¿En dónde está Noah? ¿En dónde lo enterraste?

La expresión vacilante y risueña de Esa mujer la enfureció por completo. ¿Cómo podía burlarse de eso?

—¿Por qué todos piensan que Basurita murió?

—¡No te atrevas a llamarlo así!—gritó empujándola con fuerza, haciéndola chocar contra la pared. Sus ojos enrojecieron y comenzaron a picar por las lágrimas comenzando a formarse—. No se te ocurra volver a llamarlo así.

—Ése es, y siempre será su apodo. ¡Tanto tú como él son unos malditos bastardos que jamás debieron haber nacido! Además, él no está muerto. Está vivo.

Annie abrió sus ojos. Su pulso se aceleró aún más y una lágrima bajó por su mejilla.

¿No estaba muerto?

Una pizca de alegría y esperanza se implantó en su pecho. Tenía que saber en dónde estaba, debía saberlo y encontrarlo.

—¿Dónde está mi hermano?—dijo firme, intentando mantener la fuerza en su voz—. ¡Dime!

—Pregúntale a Greta—Lola sonrió satisfecha. Y comenzó a caminar al rededor de su hija—. Te pareces mucho a mí cuando era joven—subió sus dedos a su cabello. Tomó un mechón y lo haló un poco.

—¿A qué has venido?—preguntó hostil, alejándose.

—Necesito dinero. Pero, por lo que veo, Noah será quien me dé.

—Él no te dará nada.

—Ya lo hizo una vez, lo volverá a hacer si no quiere que haga su vida un infierno.

—No te atrevas a dañarlo...

—¡A mí no me amenaces!—gritó—. Ustedes son mis hijos y no pueden hacer nada contra mí. Y, en cuanto a Basurita, podría destrozar su reputación en un abrir y cerrar de ojos con tan solo abrir mi hermosa boca.

Lola la miró de arriba abajo, y se fue chocando su hombro.

Annie bajó la cabeza, sintiéndose destrozada, pero feliz. Era un sentimiento contradictorio. Noah estaba vivo y probablemente buscándola. Lo sabía. Debía buscarlo, quería verlo.

Corazón Principiante✔️Where stories live. Discover now