CapítuloVeintinueve|Reencuentro|.

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Annie miraba a Brandon desde la silla en la que se encontraba sentada. Él se había quedado dormido en las sillas de espera del salón. Sonrió con desánimo y apartó la vista. Regresó la vista al espejo que tenía frente a ella y torció el gesto al ver los rollos que tenía sobre su cabeza. Bajó la vista y miró a las mujeres que se encontraban arreglando las uñas de sus manos y pies. Todo se le hacía realmente extraño, puesto que nunca había estado en un lugar como éste. Pensó en su novio Peter, el cual, jamás debía enterarse de lo que ella estaba haciendo para que Brandon arreglara el hotel de su madre que parecía que estaba a punto de derrumbarse.

Lo que Brandon le ofrecía, era una propuesta demasiado buena. No podía darse el lujo de rechazarla, mucho menos cuando sabía lo mucho que su madre se esforzaba para mantener el hotel funcionando a pesar de las condiciones y la poca clientela.

Suspiró y cerró sus ojos. Pensaba relajarse y disfrutar del trato.

Cuando su maquillaje y peinado estuvieron listos, una mujer la hizo levantar y la llevó consigo hasta una oficina realmente grande que estaba en el tercer piso. Vio por la inmensa ventana, que ya era de noche, aproximadamente las siete. La mujer la ayudó a colocarse el vestido y zapatos.

Frente a ella, se encontraba un gran espejo cuerpo completo. Se miró y no podía reconocerse a sí misma. Estaba diferente, sobretodo porque llevaba sobre su cuerpo un vestido; el cual, en cuestiones de vestimenta, nunca fueron su primera elección. Sin embargo, éste le gustaba por su color.

Su cuerpo brincó levemente al oír la puerta de entrada, cerrarse. Miró hacia atrás y observó a Brandon paralizarse en cuanto sus ojos conectaron. Annie vio cómo sus manos se cerraban y su mandíbula temblaba. Él bajó la cabeza y pasó por su lado directo a la habitación de la oficina, ignorándola.

¿Por qué su corazón se había acelerado de esa manera al verla? Eso no podía suceder. Sacudió varias veces su cabeza antes de desnudarse y meterse en la ducha.

...

—¿Ya estás lista?—preguntó cuando salió de la habitación, completamente arreglado.

—Sí, ¿no ves lo bella que estoy?

—Sí, me di cuenta.

Al llegar a la fiesta, Brandon se aclamó a sí mismo por la grandiosa idea de haber llevado consigo a Annie. Miranda, no le había quitado el ojo de encima en todo el rato que llevaban allí, lo cual, le hacía mucha gracia.

Condujo a Annie consigo hacia la pista de baile y la pegó a su cuerpo.

—No sé bailar.

—No es necesario que sepas. Solo Sígueme el paso, preciosa.

—No me digas Preciosa.

—Me temo que eso no pasará, preciosa.

—Eres un estúpido.

—Sí, pero éste estúpido arreglará de pies a cabeza el hotel de tu familia. Y, al menos, creo que por eso merezco un poco de respeto, ¿no es así?

—Puede—respondió girando el rostro, para encontrarse con la mirada asesina de la mujer que había visto aquella tarde en el hotel—. Ella está acá.

—Sí, lo sé.

—No entiendo cómo es que quieres darle celos conmigo. Se supone que para darle celos a una mujer, tienes que estar con una mujer hermosa, radiante, perfecta físicamente y una mierda por dentro. Y sin embargo, preferiste traerme a mí.

—Precisamente por eso te traje, Ann. Pero, con la clara diferencia de que tú, no eres una mierda por dentro—se separó un poco, haciéndola girar para que su espalda se pegara a su pecho—. Sé que éste no es el tipo de eventos al que estás acostumbrada, pero me temo, Preciosa, que tendrás que acostumbrarte.

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